Gane quien gane, la falta de una visión de nación colocará en peligro la estabilidad del país. La crisis de acumulación económica que afecta los países más poderosos del mundo ya se siente en Panamá y no existe un plan para enfrentar sus consecuencias.
(En la fotografía, Ricardo Martinelli, candidato a la presidencia de Panamá).
La campaña electoral en Panamá ha llegado a su fin y este domingo, 3 de mayo, los panameños concurrirán a las urnas. Hay consenso en que la campaña de 2009 ha sido la más pobre y escandalosa en los últimos años. Los pronunciamientos de los tres candidatos a la Presidencia se han destacado por su falta de contenido. Sobre los grandes problemas que aquejan al país no han presentado propuestas. Ninguno de los candidatos ha presentado un plan de gobierno que, de manera coherente, defina una estrategia para enfrentar las diferentes tareas.
La seguridad ciudadana, que preocupa más al pueblo, se encuentra desdibujada en los pronunciamientos de los candidatos. Igualmente, el desempleo, estrechamente vinculado al costo de la vida, fue casi ignorado por quienes pretenden gobernar el país en los próximos cinco años.
Gane quien gane, la falta de una visión de nación colocará en peligro la estabilidad del país. La crisis de acumulación económica que afecta los países más poderosos del mundo ya se siente en Panamá y no existe un plan para enfrentar sus consecuencias. A su vez, la corrupción parece que seguirá dominando el estilo de gobierno que caracteriza las relaciones entre políticos y empresarios.
En el plano político, Ricardo Martinelli, candidato del Partido Cambio Democrático, en declaraciones recientes no descartó que sumaría a la oposición a su proyecto si ganara las elecciones. Es probable que Martinelli no tendría una mayoría en la Asamblea de Diputados. Sus asesores más cercanos le han recomendado que convoque a un “Gobierno de Unidad Nacional” antes del 1º de julio para lo cual tendría que invitar al PRD a formar parte de su gabinete. Lo más probable es que el PRD rechace esta invitación, creando una crisis de gobernabilidad. Sin embargo, existe la posibilidad de que una fracción del PRD decida pasarse a las filas de un gobierno hipotético de Martinelli. La fracción disidente le daría a ese gobierno una mayoría en la Asamblea de Diputados y un manejo legislativo imprescindible.
A cambio de esta contribución, Martinelli tendría que cederle a esa fracción una o dos posiciones en el Gabinete. Preferiblemente las carteras de Economía y Finanzas (MEF) así como de Comercio. En los centros de campaña del empresario de supermercados se barajan dos nombres fijos para el despacho superior del MEF. Uno es del Partido Panameñista y el otro es un tecnócrata que respondería a los intereses de la fracción del PRD.
Los asesores de los candidatos que aspiran a la Presidencia, tienen en la mira tres objetivos: las finanzas (redistribución de la riqueza hacia los estratos más ricos), la seguridad nacional (militarización de la Policía) y la ampliación del Canal de Panamá. Los problemas de desarrollo nacional serán ignorados. Como consecuencia, sólo se pueden pronosticar cinco años de desgreño administrativo y problemas de gobernabilidad.
Hay una nota positiva: Durante la campaña apareció la voz disidente de Juan Jované quien, a la cabeza de una propuesta independiente, presentó un programa de desarrollo del país basado en el fortalecimiento de un mercado nacional y en la redistribución de la riqueza. La campaña disidente, que continuará después del 3 de mayo, ha llamado a un voto “Jované Presidente” o un voto en blanco.
La seguridad ciudadana, que preocupa más al pueblo, se encuentra desdibujada en los pronunciamientos de los candidatos. Igualmente, el desempleo, estrechamente vinculado al costo de la vida, fue casi ignorado por quienes pretenden gobernar el país en los próximos cinco años.
Gane quien gane, la falta de una visión de nación colocará en peligro la estabilidad del país. La crisis de acumulación económica que afecta los países más poderosos del mundo ya se siente en Panamá y no existe un plan para enfrentar sus consecuencias. A su vez, la corrupción parece que seguirá dominando el estilo de gobierno que caracteriza las relaciones entre políticos y empresarios.
En el plano político, Ricardo Martinelli, candidato del Partido Cambio Democrático, en declaraciones recientes no descartó que sumaría a la oposición a su proyecto si ganara las elecciones. Es probable que Martinelli no tendría una mayoría en la Asamblea de Diputados. Sus asesores más cercanos le han recomendado que convoque a un “Gobierno de Unidad Nacional” antes del 1º de julio para lo cual tendría que invitar al PRD a formar parte de su gabinete. Lo más probable es que el PRD rechace esta invitación, creando una crisis de gobernabilidad. Sin embargo, existe la posibilidad de que una fracción del PRD decida pasarse a las filas de un gobierno hipotético de Martinelli. La fracción disidente le daría a ese gobierno una mayoría en la Asamblea de Diputados y un manejo legislativo imprescindible.
A cambio de esta contribución, Martinelli tendría que cederle a esa fracción una o dos posiciones en el Gabinete. Preferiblemente las carteras de Economía y Finanzas (MEF) así como de Comercio. En los centros de campaña del empresario de supermercados se barajan dos nombres fijos para el despacho superior del MEF. Uno es del Partido Panameñista y el otro es un tecnócrata que respondería a los intereses de la fracción del PRD.
Los asesores de los candidatos que aspiran a la Presidencia, tienen en la mira tres objetivos: las finanzas (redistribución de la riqueza hacia los estratos más ricos), la seguridad nacional (militarización de la Policía) y la ampliación del Canal de Panamá. Los problemas de desarrollo nacional serán ignorados. Como consecuencia, sólo se pueden pronosticar cinco años de desgreño administrativo y problemas de gobernabilidad.
Hay una nota positiva: Durante la campaña apareció la voz disidente de Juan Jované quien, a la cabeza de una propuesta independiente, presentó un programa de desarrollo del país basado en el fortalecimiento de un mercado nacional y en la redistribución de la riqueza. La campaña disidente, que continuará después del 3 de mayo, ha llamado a un voto “Jované Presidente” o un voto en blanco.
- Marco A. Gandásegui, hijo (Profesor de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA)
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