Zelaya se da cuenta que el gobierno de Porfirio Lobo no las tiene todas consigo a nivel político y económico, y que por ello se hace preciso pasar a la contraofensiva, ya que el 2013 –fecha de las elecciones- puede ser la posibilidad concreta de su retorno al poder.
Carlos Aznárez / Rebelion
Cumpliendo con lo que había anticipado en el exilio forzoso al que lo había condenado el golpe cívico-militar hondureño, Manuel Zelaya aprovechó el segundo aniversario de su derrocamiento y la euforia despertada por su regreso al país, para avanzar en la idea de convertir a la Resistencia en la promotora de un partido político denominado Frente Amplio de Resistencia Popular (FARP). Esta nueva organización fue lanzada a la superficie en el marco de un plenario multitudinario (1500 delegados del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), pertenecientes a 19 departamentos), y aprobada casi unánimemente.
Para que esto sucediera, Mel, como cariñosamente lo apodó el pueblo hondureño, mantuvo, en los días previos, prolongadas reuniones con los dirigentes de la Resistencia que le son más afines, como Juan Barahona y Rafael Alegría. A ellos les explicó que era necesario no desaprovechar la oportunidad que se ha abierto con su presencia en el país “gracias a la movilización popular y al esfuerzo internacional de nuestros mejores amigos”. De allí, a convencerlos que es “ahora cuando”, para la constitución de un partido que reúna a lo mejor y más combativo de los cuadros de la Resistencia, hubo un margen donde ambos dirigentes plantearon su aceptación, siempre y cuando se respete la diversidad política que aglutina el Frente. Según Barahona, ese es el factor fundamental que les ha permitido mantenerse unidos durante los dos difíciles años que van desde el golpe de Estado a este presente. Lea el artículo completo aquí…
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