La CELAC concreta y expresa los nuevos equilibrios de fuerzas políticas nacionales y regionales, y al mismo tiempo, las posibilidades reales de avanzar hacia un mundo más equilibrado.
Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica
El inminente establecimiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), postergado temporalmente por la convalecencia del presidente venezolano, pero previsto para concretarse en los próximos meses, constituye un hito en la historia del continente y un paso decisivo en los procesos de integración regional y en la afirmación de la idea de la unidad nuestroamericana.
Contrapunto indispensable a la Organización de Estados Americanos (OEA), ese tradicional brazo político de proyección de los intereses estadounidenses en el continente, el nacimiento de esta Comunidad y la idea de una gran unión latinoamericana sin la tutela de los Estados Unidos alarman a los imperialistas. De ahí que no sean pocas las presiones que ya reciben los gobiernos latinoamericanos de parte de Washington y sus aliados, para desvirtuar la CELAC y descarrilarla como proyecto de integración.
Unas presiones son de orden económico, como la creación de la alianza neoliberal del llamado Bloque del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile), que articula un eje de tratados de libre comercio con el mercado estadounidense. Otras, de orden político-diplomático, son visibles en el agresivo giro de las relaciones de Estados Unidos con los países del ALBA (donde asoma la influencia de los republicanos en el Congreso estadounidense). Las recientes sanciones impuestas por la Casa Blanca contra la empresa estatal PDVSA de Venezuela, por el comercio con Irán, son una prueba fehaciente de ello. Y por supuesto, existen presiones militares, entre las que pueden mencionarse la instalación de nuevas bases en Colombia, la militarización de la guerra al narcotráfico en México, Centroamérica y el Caribe, las maniobras de vigilancia de la IV Flota de la marina estadounidense en aguas latinoamericanas.
Todas estas acciones apuntan a desafiar –y debilitar en lo posible- las dinámicas de integración, y a limitar la influencia y protagonismo del triple eje conformado por Brasil, el bloque del ALBA y Argentina.
Como muchas otras importantes iniciativas surgidas en los últimos años (ALBA y UNASUR), la CELAC concreta y expresa los nuevos equilibrios de fuerzas políticas nacionales y regionales, y al mismo tiempo, las posibilidades reales de avanzar hacia un mundo más equilibrado en términos de la conducción de la política exterior, de las relaciones entre bloques de países y, en particular, de la manera de pensar y construir el futuro de la humanidad.
Para que la CELAC se convierta, efectivamente, en el gran aporte de la generación del bicentenario al siglo XXI, deberá enfrentar en lo inmediato dos grandes desafíos: el primero, consolidarse como una organización de profundo carácter latinoamericanista y realmente democrático, es decir, que actúe en función de los intereses de las grandes mayorías de nuestros países; que piense nuestros problemas y sus respectivas soluciones con una perspectiva desde acá; y que su proceder sea consecuente con la democracia que, desde diversas vías y experiencias, van buscando los pueblos latinoamericanos.
El segundo desafío de la CELAC será desmontar el andamiaje político, jurídico e institucional de OEA, y sustituirlo por un sistema cualitativamente distinto y superior, democrático, participativo, pacífico y humanista, que supere de una vez por todas el esquema hegemonista impuesto por los Estados Unidos y sus aliados nacionales. Y esto implica conciliar los intereses de gobiernos con marcadas diferencias ideológicas, dentro del objetivo mayor de la unidad regional.
Más allá de estos aspectos, y vista en un escenario mayor, la CELAC aparece en el horizonte latinoamericano en momentos en que un nuevo orden internacional, el de la multipolaridad, se va configurando en medio de las ruinas del viejo orden de la segunda posguerra del siglo XX: ese que la crisis capitalista y las locuras bélicas de las potencias occidentales van destrozando poco a poco.
Si gobiernos y pueblos latinoamericanos lo hacemos bien, si seguimos las grandes líneas trazadas desde lo mejor de la historia y el pensamiento político de nuestra América, la nueva Comunidad de Estados podría darle a la humanidad una esperanza más en el camino de alcanzar lo que José Martí definió de modo brillante como el equilibrio del mundo.
2 comentarios:
Gracias por el texto.
Hay informacion disponible sobre la incorporación y el papel de CR en esta iniciativa? Hay documentos de la estructura organizativa de la CELAC?
Gracias por el texto.
Hya informacion sobre la incorporacion y papel de CR a esta iniciativa?
Hay documentos sobre la estructura organizativa de la CELAC?
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