Las recientes protestas en Puno reafirman que el centro de la conflictividad social hoy, en el Perú, está en los proyectos de las industrias extractivas y particularmente mineras.
Javier Díaz Canseco / ALTERINFOS
A un mes del cambio de gobierno, acontecimientos violentos y sangrientos ponen en primer plano los conflictos larvados y la explosividad a flor de piel de sectores sociales excluidos, marginados o simplemente ignorados en sus demandas por un gobierno que se despide con un triste récord de muertes en conflictos sociales.
Los hechos más graves se han dado en Puno. Confluyeron varios conflictos alrededor de proyectos mineros ilegal y arbitrariamente concesionados, que no fueron materia de consulta previa con la población, que son vistos como una amenaza al agua y al medio ambiente, o tienen un impacto contaminante, desatendido por la autoridad. Numerosos muertos y heridos ha sido el precio pagado por la derogatoria de normas que se han firmado con la pluma mojada en sangre. Lea el artículo completo aquí…
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