Hoy, con la misma confianza, es necesario entregarle las fábricas a los trabajadores, algo que a ningún otro gobierno del mundo se le ocurriría, para generar un escudo económico que haga irreversible la independencia y el socialismo.
Humberto Miranda Lorenzo / ALAI
Quienes conocen (y sobre todo disfrutan) de béisbol saben que el juego no termina hasta que caiga el último “out”. Por eso disiento de los enfoques “terminales” acerca de la Revolución cubana. No importa cuántas carreras debajo estemos, todavía nos quedan turnos al bate.
Justo ahora, en medio de una compleja situación (nada nuevo para cubanas y cubanos) se evidencian un sinnúmero de alternativas que podrían imprimirle un giro positivo al proceso más allá de la idea de “mantener” lo alcanzado. Centrarse únicamente en defender las conquistas lleva también a la trampa de defender un status de inmovilismo que deriva, sin remedio, en la muerte del proceso. Pero para “ir más allá” se requieren altas dosis de audacia, inteligencia colectiva y voluntad real de que el pueblo no solo “tome parte”, sino, y sobre todo, que protagonice y dirija el proyecto social de la Revolución. Lea el artículo completo aquí…
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