Julia Esquivel es teóloga y poeta guatemalteca, de la Teología de la Liberación. Tiene una larga trayectoria como activista de Derechos Humanos en su país y Centroamérica. En diciembre de 1994 recibió el Doctorado Honoris Causa en Teología por la Universidad de Berna, Suiza. En este texto, comparte con los y las lectoras de Con Nuestra América una reflexión sobre la llamada “mano dura” en América Latina.
Julia Esquivel V. / Especial para Con Nuestra América
Toda América Latina está llena de memorias de “manos duras” Es una receta tan vieja como la humanidad. Por cierto, una humanidad des-humanizada. Es la muy conocida fórmula del ojo por ojo y diente por diente, o el que me la debe, me la paga. Las viejas películas de vaqueros del oeste están llenas de ejemplos de bravucones y super-machos que vivían obedeciendo ciegamente a esa consigna.
Lastimosamente, no sólo en las películas sino que también en la misma Historia, los “manos duras” han sobrado. Las familias, los gobiernos, las instituciones educativas, militares, policiales, judiciales y hasta los barrios y aldeas, están atiborrados de ejemplos de “manos duras”. Son las sociedades empantanadas en el machismo las que producen este tipo de hombres. Basta con recordar algunos nombres: Anastasio Somoza, Manuel Estrada Cabrera (“El Señor Presidente”), Augusto Pinochet; el añorado por sus fans, don Jorge Ubico, Lucas García, Stroesner, en Paraguay, Hitler en Alemania, Francisco Franco en España, Stalin en la Unión Soviética, y el ejemplo aún vivito y coleando aquí en nuestra lastimada Guatemala, el Patriarca del F.R.G. y otros…
Los convertidos a la ley de Talión añoran personajes así. Sobre todo cuando se promueven tan eficientemente el crimen organizado, la venta de armas y las numerosas empresas de seguridad particular. Son partidarios de la mano dura los machitos que desde el Congreso se oponen a reglamentar el próspero comercio o libre mercado de armas. Para ellos la solución a casi todos los problemas está en la limpieza social y en la Ley del Talión. Son fieles creyentes del conocido proverbio: muerto el perro, se acabó la rabia. Lea el artículo completo aquí...
No hay comentarios:
Publicar un comentario