La censura tiene hilos invisibles. Uno de ellos es la
autocensura. El miedo a las represalias de diverso tipo. Otro más es el flujo de dinero y prebendas.
En suma, en estas sociedades de deplorables democracias neoliberales, garrote y
zanahoria actúan con respecto a la prensa de la misma manera en que actúan en otros medios.
Carlos Figueroa Ibarra /
Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
La censura a la prensa
puede hacerse por diversas vías y será más efectiva cuanto más sutilmente se
haga. En la época de las dictaduras militares o de los regímenes autoritarios
en general, la censura se hizo a través
de la represión directa. Fueron noticia
común en aquellos años, el cierre de periódicos y medios o el asesinato de periodistas por acciones en
las que estaba comprometido el Estado. Hoy cuando se supone que hemos dejado
atrás aquellos tiempos y aquellos
regímenes, la censura se hace a través de hilos invisibles. Algunos de ellos son el servilismo y la
corrupción que cumplen un papel importante. Obviamente no pueden hacerse
generalizaciones que resultan en afirmaciones injustas, pero es sabido que en
todas partes existen periodistas y periódicos que viven de los pagos debajo de la mesa que reciben de los
gobernantes de turno.
En países como México,
una parte importante de los presupuestos públicos se destina a pagarle a medios que de esta
manera se dedican a hacer notas periodísticas laudatorias a gobernantes y
políticos. Y al parecer esta práctica llega hasta los medios de comunicación más importantes. Esto se revela
en el hecho de que la revista Time haya recibido un pago de
aproximadamente 60 mil dólares, por publicar en su portada una foto del presidente mexicano Enrique Peña
Nieto. La foto va acompañada de un titular: “Salvando a México”. El costo tan barato
se debió a que tal portada no salió en Estados Unidos, sino solamente en las
ediciones exteriores de dicho medio.
Todo esto pensé cuando
me enteré de la salvaje agresión de la que fue objeto en Guatemala el reportero
Pavel Vega quien trabaja para elPeriódico. Pavel padece desde muy joven de
glaucoma. La agresión que sufrió a manos
del periodista Raúl Morales de Radio Sonora, ha propiciado que haya tenido que
ser intervenido quirúrgicamente como consecuencia de los golpes que recibió en
un ojo. Tengo relación con la familia de Pavel y me han informado que probablemente el encono
del agresor se deba a que se sintió aludido en una sección del medio mencionado. En la misma se mencionaba que el papel de algún periodista era hacerle al presidente Pérez Molina preguntas “a modo”
para sacarlo de situaciones espinosas o para que se luciera. He leído otros
artículos en los que francamente se
menciona a Morales, como un periodista a
sueldo del oficialismo. Especificamente al servicio de Francisco Cuevas y la
Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia. Se ha dicho por ello que Raúl Morales se comportó como un vulgar
golpeador a sueldo.
La censura tiene hilos invisibles. Uno de ellos es la
autocensura. El miedo a las represalias de diverso tipo. Otro más es el flujo de dinero y prebendas.
En suma, en estas sociedades de deplorables democracias neoliberales, garrote y
zanahoria actúan con respecto a la prensa de la misma manera en que actúan en otros medios.
No me resta sino
desearle a Pavel una pronta recuperación. Periodistas como él son
indispensables.
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