El capitalismo está en crisis. El que no está en crisis, y más bien ha
obtenido jugosos réditos de ella, es el capitalismo financiero.
Fander Falconí / El Telégrafo
En un inicio, los hombres de negro, conocidos así por su vestimenta
oscura, eran agentes del Pentágono que perseguían a los testigos de
avistamientos de ovnis. En forma literal, hacían callar a quienes tenían
testimonios de la existencia de vida inteligente fuera de la Tierra.
Hoy, los hombres así vestidos son los ‘técnicos’ del Fondo Monetario
Internacional y del Banco Mundial, que persiguen y pretenden hacer caso omiso
de quienes sabemos que existe vida inteligente fuera del neoliberalismo.
Además, con gran habilidad, fungen de bomberos de las caóticas crisis, pero no
se dan cuenta de que su traje y corbata oscura los delata como enterradores de
esperanzas.
¿Cómo es que estos técnicos de los organismos financieros
internacionales tienen la potestad de cuestionar las acciones u omisiones de
tantos estados soberanos? Su poder se afirma en la representación de los
intereses de los gobiernos ricos de los países del norte, de las jactanciosas
entidades financieras privadas y de las empresas identificadas con los
intereses del núcleo del capitalismo mundial.
Ahora no nos cabe la menor duda de que existe un sistema bien
concebido y armado, que es funcional a los intereses del capitalismo financiero
internacional; es decir, a esa especie de vinculación juramentada entre los
distintos tipos de capital, en el cual siempre prevalecerá el peso del financiero.
El capitalismo está en crisis. El que no está en crisis, y más bien ha
obtenido jugosos réditos de ella, es el capitalismo financiero que aparece como
el radiante triunfador de la crisis en el actual momento histórico.
El capitalismo financiero vive con inyecciones de dinero virtual en
épocas de enfermedad. Succiona recursos de los países más pobres y de las
economías en bancarrota, y los traslada hacia las economías más ricas y a las
arcas de sus potentados representantes.
El capitalismo financiero internacional posee un sistema muy bien
organizado y bajo control. Tiene enormes tentáculos con los cuales ejerce su
máximo poder cuando más se globaliza el capital. Estos brazos expertos y
versátiles del capitalismo central también se extienden al orden internacional
económico y financiero vigente, al tratamiento favorable del capital frente a
los intereses de los estados soberanos –como en el caso de los tratados
bilaterales de inversión y los mecanismos de arbitraje–, y a la ‘gobernanza’ de
las instituciones financieras. Es así como logra el ambiente propicio para
reproducirse y proliferar todos sus protectores y vigilantes.
Los hombres vestidos de oscuro podrían ser una representación casi cinematográfica de la realidad, si no fuera porque sus decisiones provocan enormes estragos en nuestras sociedades.
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