Ser
mujer es el proceso de formación, de socialización que es transmitido o impuesto de generación a
generación por las madres a sus hijas, es ese proceso de “troquelación”, por el cual atraviesan
todas las mujeres del mundo, que se produjo el encasillamiento dentro de los
patrones y normas (patriarcales) que la sociedad considera como adecuados.. que al final las convierten en lo deseado, en mujeres.
Johana Garay / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
“No
se nace mujer, se llega serlo”
Simone
de Beauvoir
¿Qué se entiende por los términos mujer
y hembra?
Según
el diccionario de la Real Academia Española (2001), podemos definir hembra como: “Animal del sexo femenino, persona de sexo femenino”. Cuando en
este mismo diccionario se hace referencia al término mujer aparece: Persona
del sexo femenino, mujer que ha llegado a la pubertad o a la edad adulta. De su
casa, la que con diligencia se
ocupa de los quehaceres domésticos y cuida de su hacienda y familia.
En
cuanto a una definición filosófica de hembra
y de mujer, no se puede facilitar, debido a que en los
diccionarios de filosofía no se encuentra ninguno de los dos términos. La pregunta sería: ¿Por qué en estos diccionarios
solo se encuentra el término hombre y no el de mujer?
Ahora
bien, con todas estas afirmaciones, con lo único que contamos es con
definiciones biológicas o de especie, en la que se definen simplemente como
animal reproductor, procreador, ovario, matriz, hembra; las mujeres son
reducidas a su sexo, a su capacidad de
dar vida y a las funciones y obligaciones que tiene con el hogar; en otras
palabras, son definidas en cuanto a las funciones que realizan y no a sus
capacidades.
Simone de Beauvoir define el término mujer desde la perspectiva del
sexo masculino:
“¿la mujer? Es muy sencillo los aficionados a la
fórmula simple: es una matriz, es un
ovario, es una hembra” El término hembra
es peyorativo, no por el hecho de que encierre a la mujer en la naturaleza, sino porque la confina en su
sexo.(DE BEAUVOIR, SIMONE.
2007, p.35)
Cuando
Simone nos habla de confinar, lo que se
puede determinar con claridad es que el
hombre siempre trata de colocar a la mujer en esa posición de procreadora, de
hembra, encasillarla en su sexo, en su condición de hembra, de reproductora, ya
que de esta manera la mantiene en el plano de lo privado, no solo encargada de
las labores del hogar, sino que además
se asegura que no sea un obstáculo para él en el plano de lo público o
actividades que son consideradas masculinas y es de esta manera que se puede
ver uno de los principales motivos o
causas de la desigualdad entre hombre y mujer.
A
pesar de todo, no tenemos completamente claro estos términos, lo que hace
surgir la siguiente pregunta: ¿Por qué somos consideradas como hembras?
Hoy
día, es muy común confundir los términos
hembra y mujer. Al hablar de hembra podemos entender que existen
en la especie humana una hembra y un macho, en la que las hembras,
mediante su sistema reproductor preservan la especie humana. Como nos dice
Simone de Beauvoir: “todo ser humano
hembra no es necesariamente una mujer”.
Entonces
ser mujer es el proceso de formación, de socialización que es transmitido o impuesto de generación a
generación por las madres a sus hijas, es ese proceso de “troquelación”,
por el cual atraviesan todas las mujeres del mundo, que se produjo el
encasillamiento dentro de los patrones y normas (patriarcales) que la sociedad
considera como adecuados; aquellos esquemas que se consideran correctos y que
las confinan en esa condición, y que al final las convierten en lo deseado, en
mujeres.
Como
mencionamos anteriormente, Simone nos dice: “no se nace mujer se hace”,
por eso el ser mujer no es una condición natural, como creemos, sino que es más
bien una conducta impuesta y aprendida, la cual se da por medio de la formación de las mujeres,
pero esto lo abordaremos a profundidad más adelante.
¿Por qué el ser hembras representa un
problema para la mujer?
Como
pudimos ver al inicio, hembra se entiende como animal del sexo femenino,
hembras, y como diría Simone: nacimos hembras, “La hembra es la
continuidad de la vida” (Beauvoir et al. 2007, p36). Ahora bien, si somos esa continuidad, las que
biológicamente estamos encargadas de preservar la especie humana y, principalmente, de cuidarla, y que durante esos nueve meses se aloja ese nuevo ser en su vientre,
es irónico que ese fruto resulte ser un futuro opresor u oprimida. Y solo a manera de reflexión,
quisiera que en vez de ver a las mujeres como esa parte de la especie
humana se les considerara por esa misma
capacidad o don que tienen de dar vida, es decir no encasillarlas en esa
limitación.
¿Por
qué digo esto? Porque la condición biológica de la mujer de poder tener hijos,
es uno de los factores principales de su opresión; ya que al estar embarazadas
se ve limitada para realizar una serie
de actividades con la misma agilidad con la que las realizaba antes de
encontrarse en estado. Esta condición las hace mucho más frágiles y no les
permite tener esa libertad[1]
con la que los hombres cuentan permanentemente a lo largo de sus vidas y, que
por no encontrarse tan estrechamente ligados a la naturaleza y a la
procreación, siempre son dueños absolutos de su cuerpo.
A
razón de eso en algún momento de la historia las mujeres asociaron la
maternidad con la limitación o esa incapacidad de ser libres y decidieron
negarse a la maternidad de una manera muy particular.
“Durante el periodo de las amazonas, existían
mujeres tan audaces y robustas como los
hombres pero que en todo caso, “y por robustas que fuesen entonces las mujeres,
en la lucha contra un mundo hostil la servidumbre de la reproducción
representaba para ellas una terrible desventaja. Que las amazonas se mutilaban los senos, lo
cual significaba que al menos durante el periodo de su vida guerrera, rehusaban
la maternidad.”(DE BEAUVOIR, SIMONE.
2007, p.64)
Nuestra
condición de hembra tiene una consecuencia fundamental: la opresión, pero de
este tema hablaremos en el siguiente punto.
El
problema en el pasado fue el hecho de que las mujeres tenían embarazos muy
seguidos, lo cual le impedía desenvolverse, al punto que no existían los
métodos anticonceptivos como los que se utilizan hoy, sino técnicas rudimentarias
ineficientes. Es así que al momento de ser inventados esto le permitió a las
mujeres o, más bien, se convirtió en una puerta abierta, un avance para el
desarrollo de la mujer. ¿En qué sentido? En el de su superación como persona y
como profesional.
La
ventaja de los métodos anticonceptivos consiste, principalmente, en permitirles
a las mujeres decidir cuándo desean ser madres y que sea su decisión o, mejor,
una decisión en pareja, esto sería lo ideal. Al utilizar estos
métodos, los hombres no exponen a las
mujeres, contra su voluntad, al rigor
del embarazo, y que el propio deseo de paternidad ahora depende de la mujer y
de su deseo de maternidad.
Desde
ese momento, la mujer tuvo la
oportunidad de decidir sobre su vida y contar con los mismos derechos a elegir,
al contar con sus compañeros de especie y de elegir el momento de ser madres.
Aunque al principio loa métodos anticonceptivos fueron bastante rudimentarios,
hoy día contamos con métodos eficaces, los cuales cuentan con un grado de efectividad del 99.9%.
¿Hay
causa biológica por la cual la mujer es oprimida?
Si
nos referimos al origen de la sociedad, es bien sabido que somos las
responsables de la existencia de la especie humana; ahora bien, si somos las
responsables de preservar la especie ¿porqué
se les ubica en un segundo plano o, mejor dicho,
por qué la mujer desde su condición biológica no logró hacerse de un
pedestal?
Podemos
dar una respuesta coherente, tomando
como referencia lo planteado por Simone en el Segundo Sexo, obra en donde se
explica con claridad: que a inicios de la humanidad, a causa de de los
constantes embarazos, debido a que la mujer es la única de los mamíferos que no
cuenta con un periodo de esterilidad como las otras mamíferas, y también porque
no contaban con métodos anticonceptivos para prevenir los embarazos, a
consecuencia de las relaciones sexuales mujeres tenían embarazos muy seguidos.
Si
bien es cierto eran las responsables de perpetuar la especie, también hay que
tomar en cuenta que eran demasiados niños a quienes, muchas veces, no podían
mantener ni preservarles la vida.
Es
de esta manera como la condición biológica de
la mujer fue limitándola para realizar o colaborar en la manutención de
la sociedad y, de este modo, el hombre
comenzó a relegar (apartar) a la mujer al hogar dejándole esas funciones
que, para él eran penosas y tediosas (el
cuidado del hogar, los hijos y hasta de él);
mientras él, poco a poco, se
apropiaba de las tierras y conquistaba riquezas, y hacía sentir a la mujer
mucho más débil, además no valoraba su trabajo, y usaba ese poder para abusar
de ella.
La
falta de capacidad para aportar en la manutención de las sociedades
antiguas fue uno de los motivos por los
cuales, históricamente las mujeres han
sido oprimidas, se les inculca que es su completa y absoluta obligación el
cuidado de los hijos; por ejemplo, son responsables del hogar:“eso es cosa
de las mujeres y lo he escuchado hoy, eso es para ustedes mujeres”. Pero
esto no es responsabilidad del hombre o de la mujer, sino de la formación, de la tradición, de la cultura, que por medio de las cuales a las mujeres
se les ha ido imponiendo funciones. ¡Acaso es una consecuencia de una
mala jugada del destino!
Propio de esa concepción es también la confinación de
la mujer a lo domestico, privado, por razones de índole practica y aunque se ha
querido cambiar este aspecto agregándole determinaciones
feministas, la esencia, es común denominador es todavía perceptible en sus planteamientos.nos encontramos así
común mente frente a una ideología
sexista que impone normas y diferencias en cuanto a la dicotomía hombre/mujer, la cual le da
prioridades y privilegios al primero
(RINCÓN, SOTO, LUCIA, 2009,
p.65)
Observamos
cómo se les asigna funciones muy diferentes dependiendo el sexo. El hombre se
encarga de lo económico, es decir, de
llevar el sustento al hogar; y la mujer
es la encargada de las labores domésticas, por el hecho de ser la mujer; tampoco
es considerada como apta para el manejo de lo económico lo cual veremos con
claridad en el siguiente punto.
Aproximación a las causas económicas y
la exclusión del trabajo remunerado.
“La minoría de edad estriba en la
incapacidad de servirse del propio entendimiento sin la dirección de otro”
KANT.
La
desigualdad económica a la cual se enfrentaban las mujeres se remonta desde el inicio de los tiempos. Se
debe a que siempre se le consideró como menor de edad en sentido kantiano,
entendido esto como “no capaz de manejar
sus bienes económicos”; la feminidad es una especie de infancia continua a
consecuencia de que el hombre desde principio de los tiempos tuvo el control
del sustento de la prole, por las circunstancias biológicas que trajeron
consigo que la mujer fuera ubicada en la esfera
o plano de lo privado.
A
raíz de estos problemas, la mujer fue quedando poco a poco a merced del
patriarcado, ¿en qué sentido? Es simple, la mujer comienza a depender del hombre a tal punto
que sin él no puede subsistir, se ve atada al hogar, a atenderlo como el esclavo atiende a su amo.
Desde
niña se le va formando de tal manera que
aprenda todo lo referente al cuidado del hogar, de la familia y del esposo,
mientras sus hermanos juegan ella realiza los quehaceres con su madre; además, tiene que atender a su padre y hermanos,
porque es su responsabilidad, a juicio de la familia y de la misma sociedad, es
decir, se limita su libertad de individuo, ubicándola en el palmo de lo
privado.
Luego,
cuando ya está apta para el matrimonio, su padre le buscaba un pretendiente,
para así ofrecerla en matrimonio y si eran de familias adineradas, ella no recibía la herencia a
menos que contrajera matrimonio, para
que el esposo fuese el albacea, de esta manera se pasaba la herencia de
hombres a hombres, o sea, se le daba la herencia a la mujer, pero ella no la
administraba, sino el esposo, ya que en
ese entonces a la mujer se le
consideraba como menor de edad y no apta para la administración o el control
del dinero.
Al
pasar la herencia a las manos del esposo, donde este pasa a ser el tutor de la mujer al momento de casarse, ya
que a juicio de la sociedad de ese entonces la
mujer no era capaz de manejar sus recursos económicos.
Abordaremos
uno de los textos fundamentales que pone
de manifiesto la subordinación y opresión de la mujer en el plano económico.
Hablamos de una obra principal del marxismo clásico que analiza la relación de
los sexos, escrita por Engels, y no por
Marx, El origen de la familia y la propiedad privada y el estado (1884).
Engels
divide la historia de la sociedad humana en tres épocas fundamentales:
“Salvajismo, barbarie y la civilización cada época se
distingue por un desarrollo en el método industrial y cada cambio en el método
industrial venía acompañado por un cambio en la relaciones entre los sexos. El
matrimonio de grupo acompaña al
salvajismo, el matrimonio de pareja acompaña
a la barbarie y la aurora de la
civilización se corono con la creación de la familia monogámica. Con
la llegada de la civilización la
organización matrimonial de la sociedad
o como Engels la denominaba “el derecho de la madre” fue remplazada por una sociedad
patriarcal en la que la herencia seguía
en la línea del varón.
Engels denomino a este hecho la gran derrota del
género femenino. Es este, por lo tanto el punto crucial de cambios
en la historia de las relaciones
entre los hombres y las mujeres.
Con el proceso de la domesticación de los animales se creó una fuerte riqueza un excedente por encima de los que se
necesitaba para la mera subsistencia. La producción de este excedente
proporciono al hombre, que estaba encargado de los rebaños, el ímpetu
suficiente para establecer la herencia a
través de los hijos y exigir por ello
garantía de castidad para las mujeres; el
hombre y el niño se fue
trasformando en la forma reconocible de
la familia patriarca.”(FOREMAN,
ANN, 1977, p.28)
Con
esta información podemos percatarnos, (sin olvidar los datos biológicos) de
cómo a la mujer se le ubica en el plano
de dependencia, a tal punto que se le consideraba como un eterno niño, como una menor de edad,
pues no estaba autorizada para administrar sus bienes materiales, sino que
siempre necesitaría un tutor, en otras palabras, la mujer no podía sostenerse
económicamente, siempre necesitaría del hombre para sobrevivir, siempre
dependería de él, pero ¿cómo podría valerse por sí sola? No se le daba las
herramientas, ni mucho menos la oportunidad de
demostrar que era capaz de realizar cualquier actividad, no se les
permitía ni siquiera educarse.
En
otras palabras, se les ataba de pies y manos
para que fuesen eternas dependientes del esposo. Entonces ¿Desde cuándo está
permitido a las mujeres abjurar de su sexo
y convertirse en hombres?
La
naturaleza ha dicho a las mujeres: sé mujer. “Los ciudadanos de la infancia,
los detalles domésticos, las diversas inquietudes de la maternidad: he ahí tu
labor.” Y para seguir aclarando, De
Beauvoir expone:
“La opresión la padece en el plano económico, no en el
sexual. En el campo la campesina toma parte considerable en el trabajo
rural es tratada como un sirviente; a menudo no come en la misma mesa
que el marido y los hijos, trajina más duramente que ellos y las carga de la
maternidad aumenta su fatiga. Pero
siendo necesaria para el hombre es respetada también. Y fueron estas
mujeres que desde el seno de su
difícil existencia, hubieran podido
afirmarse como personas y exigir derechos; pero una tradición de timidez y
sumisión pesaba sobre ella.”(DE BEAUVOIR, SIMONE, 2007), p.99)
Percibiendo
la realidad de ayer y al compararla con la de hoy, la verdad es que no existe
tanta diferencia, ya que las mujeres
siguen cumpliendo con las mismas labores, lavar, planchar, cocinar, y entre
otras, satisfacer sexualmente al esposo,
atender los hijos. Pero la mayoría de los esposos son del pensar que las labores
del hogar no son un trabajo y que ellos les están haciendo un favor al
mantenerlas en casa.
Y
de cierta manera las mujeres son cómplices de esta percepción, porque
consideran que es correcto debido a la formación que han recibido sobre la
premisa de que las mujeres son las
únicas responsables del cuidado del hogar y de los hijos. Hoy es identificado
como un problema cultural, el cual tiene fuertes bases en la antigüedad, por la
estrecha relación que tiene la mujer con la naturaleza (la maternidad), la cual ha sido uno de los principales
obstáculos para el desarrollo equitativo de la mujer.
Hay
que tener claro que la sumisión, timidez, la maternidad, la consagración al
marido son las principales causas de la opresión de la mujer, ya
que son los únicos oprimidos que no
pueden ni quieren soñar un mundo sin su opresor.
Las
mujeres al ser formadas conforme al hombre no pueden desatarse de su
opresor o atreverse a ser completamente
libres para exigir esa igualdad que les ha sido arrebatada de las manos por
ejemplo por la religión, por la formación cultural, todo en beneficio
patriarcalismo, a pesar de permitirles hoy el derecho al empleo remunerado,
ellas siguen en la mayoría de los casos atadas a la responsabilidad del hogar.
¿Por qué
pasa esto? Porque son criadas para servir, servir al hombre, y
esto es un plano cultural, más él no a
ellas; porque “los hombres no pueden ejercer los oficios
que son patrimonio de las mujeres”.
Muy por el contrario, debía ser equitativo, de esta manera al compartir las responsabilidades viviríamos
en un mundo de igualdad entre los géneros, donde la mujer podría desarrollarse
con igual libertad, la misma que goza el hombre hoy, sin esas cadenas que
lo limitan.
La
historia que nos cuenta cómo las mujeres, con tanto esfuerzo, lograron que
se les diera la oportunidad de trabajar
y que se les remunerara por las labores realizadas, es bien sabido que las
mujeres siempre han trabajado, el problema es que no se les reconocía económicamente,
pues se consideraba que era su responsabilidad
el cuidado del hogar. Pero la mujer realizaba este trabajo a consecuencia de
los problemas biológicos a los cuales se enfrentó en el pasado.
Cuando
aparecen las máquinas en las fábricas fue el momento en que la mujer obtiene su
oportunidad, y a la diferencia la fuerza física con respecto a los hombres, no tenía ninguna una
desventaja.
En
ese sentido la mujer con el afán de contar con su propio sustento que le
proporcionaría, de cierta manera, su independencia, decide trabajar. Pero ellas
no correrán con la misma suerte que los hombres, ya que los dueños de las
fábricas acceden a emplearlas, pero con muy bajos salarios, en situaciones
infrahumanas, en fábricas sin calefacción, con bajas temperaturas, lo que las
enfermaba en muy poco tiempo.
Fueron
sometidas a largas jornadas de trabajo, casi dieciocho horas diarias y por la mitad del salario que se les pagaba a
los varones. En este dominio de hombre, los jefes preferían a las mujeres
casadas y con hijos, ya que éstas trabajaban con más ímpetu y se esforzaban a
trabajar más horas para así poder cobrar más dinero para mantener a sus hijos.
Los
empleadores al ver la situación de la mujer, no solo se aprovechaban de ellas
laboralmente, sino que muchas veces obligaban a estas a tener relaciones
sexuales con ellos y si no accedían las despedían.
Trabajaban
largas horas en situaciones insalubres, eran víctimas de acoso laboral por parte de los jefes, con salarios bajos
que no cubrían sus necesidades y en definitiva eran víctimas nuevamente ahora
en lo laboral del patriarcado, ya que de igual manera dependían de tener a su
lado un hombre para sobrevivir, para así cubrir sus necesidades personales
(alimentos, ropa, medicamento, entre otros). Se puede decir que era una estrategia del hombre para que la
mujer desistiera de trabajar y regresara al lugar que, según ellos, le pertenece y del cual nunca debió salir “el
hogar”, además, también tenían que cubrir la labores domésticas y a pesar de tanto esfuerzo seguían atadas a
la dependencia del patriarcado. Pero ¿dónde estaba el problema? En que las
mujeres no supieron organizarse, conformar sindicatos para exigir sus derechos
como empleadas.
En
el Segundo Sexo, pudimos obtener información de suma importancia referente al
problema que se enfrentaron las mujeres para obtener un empleo y que luego de
conseguirlo fuese bien remunerado.
Ahora
analizaremos importantes datos, sobre cómo las mujeres lucharon para conseguir mejores salarios, mejores condiciones laborales entre
tantos otros logros como la igualdad laboral que idealizaron.
“En 1874 es cuando se
prohíbe el trabajo nocturno a las menores de edad y exige que se les de descanso los domingos y
días feriados; su jornada de trabajo queda limitada a doce horas; en cuanto a las mujeres menores
de veintiún año, la ley se limita a prohibirles el trabajo subterráneo en las minas y canteras .la
primera carta de trabajo femenina data del 2 noviembre de 1892; prohíbe el
trabajo nocturno y limita las jornadas en las fabricas, pero deja la puerta abierta
a todos los fraudes .
En 1900 se
limita la jornada laborar a diez horas; en 1905 se hace obligatorio el descanso
semanal; en 1907 las trabajadoras obtienen la libre disposición de sus
ingresos; en 1909 se garantiza vacaciones pagadas a las mujeres embarazadas.
1913 se reglamenta lo concerniente al reposo de las mujeres antes y después del
parto y les prohíbe los trabajos peligrosos y excesivos. Una segunda consecuencia de la resignada
inercia de las trabajadoras fueron los
salarios con los que debieron contentarse.”( DE BEAUVOIR, SIMONE. 2007, p. 108)
El
problema de una remuneración salarial justa no es aún una realidad (a pesar de
las excepciones), y no se tienen las bases para justificar el porqué se le paga
menos a las mujeres por su trabajo.
“Es un hecho
indiscutible: Las mujeres reciben menor sueldo que sus pares hombres. En Chile,
en América Latina, en Estados Unidos, en Europa. Incluso el Foro Económico
Mundial ubica a nuestro país en el lugar 121 (entre 134) de los con mayor
diferencia de salarios entre ambos sexos. ¿Las razones? Discriminación, una
cultura machista, pero también falta de ambición y riesgo entre las mujeres.
Aquí hablan ejecutivas y expertos.
Estuve años con el cargo de “directora” en mi empresa,
cuando debiera haber sido subgerenta. Era para no pagarme lo mismo que a mis
pares hombres que realizaban la misma labor. Incluso, a veces tenía que hacer
el trabajo del gerente del área. Después de mucho pelear, me cambiaron el
título y soy “subgerente de marketing”, porque el hombre que estaba en ese
puesto se fue. Pero mi sueldo es de un millón menos. ¡Insólito! Fui a alegar,
por supuesto, y el gerente general me contestó que yo tenía que “caminar” hacia
ese sueldo, ganármelo. Pero a mí me llamaron para ocupar el puesto, estuve trabajando
siete años en marketing, tengo un MBA, peso más que el hombre a quien
reemplacé: ¿qué es lo que me tengo que ganar? Se supone que mi sueldo “está en
vías” de aumentarse. Es muy injusto”. (Revista
Ya-El Mercurio, 15 de diciembre de 2010. /Articulo tomado de internet)
Encontramos
el siguiente artículo, en el cual se expone la realidad laboral de la mujer.
“Uno de los temas que más me llama la atención y que
más me frustra con respecto al tema de la mujer, es saber que ellas reciben un
salario mucho más inferior que el de los hombres, pese a que son capaces de
realizar los mismos trabajos.
El pasado lunes día 22 de Febrero del 2010, tuve la
oportunidad de leer una noticia sobre este tema que me llamó bastante la
atención, por tanto, la analicé y la quiero compartir con vosotros. En dicha
noticia se explicaba que las mujeres tienen un salario que es inferior al del
hombre en un 15%.
Particularmente, no entiendo porque la mujer debe percibir menos
ingresos que el hombre si ha trabajado las mismas horas y en las mismas
condiciones. ¿Acaso es el género una cuestión que predetermina los salarios? Si
fuese así, no lo veo justo. Y la verdad, es que no le encuentro mucha
explicación lógica al por qué de este hecho.
Lo que más me sorprende, es que se dice que trabajar dos meses más al
año ( es decir, 14 meses en total ) para poder igualar el salario que un hombre
recibe por su trabajo a lo largo de un solo año. Es decir, que la mujer
necesitaría trabajar 53 días más que el género masculino para poder “igualarlos”,
según dice un Informe de la UGT con motivo del Día Europeo de
la Igualdad Salarial”.(generoyeconomia.wordpress.com,publicado
el 4 de marzo de 2010)
Como
podemos ver, a pesar de los años transcurridos, la condición de la mujer no ha
cambiado mucho, aún no se les reconoce como iguales, en el plano de lo laboral
no tienen igualdad de salario con los hombres, y esto lo señalamos porque estos
artículos son recientes; es una realidad en Europa y, América no escapa de esta
penosa realidad. Claro, cómo no va suceder en América Latina, ya que a pesar de tantas luchas de las
latinoamericanas éstas siguen siendo
formadas en ese patriarcado de fuertes
garras que las oprimen.
Es
muy difícil advertir esa realidad a la
que se enfrentan las mujeres, se ve de una manera tan normal, que se piensa que
esa es la única forma de vida de las mujeres y
en el momento que éstas desean
cambiar esta realidad se
enfrentan al patriarcado, el cual no le
hará el camino nada fácil, ya que no le conviene la emancipación, la libertad
de la mujer.
Bibliografía
Gallego, C.M. (2009). ¿Papa: que es la
dignidad humana? Respuesta a una pregunta de Felipe. Colombia: Kimpre Ltda.
Varela, N. (2005). Feminismo para
principiantes. España: Ediciones B.
Beauvoir de Simone . (2007). El segundo sexo.
Argentina: Debolsillo.
Foreman, Ann. (1977). La femineidad como
alienación: Marxismo y psicoanálisis. España: pluma.
Rincón, Soto
L. (2009). Bases Histórico – Filosóficas de la teoría Feminista.
Costa Rica: colección Prometeo 39.
Ungo, U. (2002a). Para cambiar a vida:
política y pensamiento del feminismo en América Latina. Panamá: Instituto
de Mujer – Universidad de Panamá – PAN.
NOTA
[1] Libertad entendida como el
derecho a realizar sus sueños y metas
profesionales o aquellas actividades que de una u otra manera se ven truncadas
por su condición de hembra procreadora y
dadora de vida.
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