A pesar de la resaca electoral, es necesario que, con perspectiva de
ciudadanos honestos y responsables, nos hagamos preguntas cruciales, con cuyas
respuestas debemos orientar nuestra acción política para los próximos años.
Mario Sosa / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad de
Guatemala
Lo más probable es que, cuando
se publique este artículo, ya sabremos quiénes se disputarán la segunda vuelta
electoral, la correlación de fuerzas en el Organismo Legislativo y quiénes
triunfaron para dirigir los Gobiernos municipales.
Muy probablemente la votación
ha sido resultado del conservadurismo hegemónico, en el cual se combinan el
clasismo, la homofobia, el racismo, el fundamentalismo religioso, etc. Muy
probablemente el panorama se pinte negro no obstante los avances que hayan
logrado fuerzas y candidaturas políticas contrahegemónicas.
En este escenario y correlación
de fuerzas devenido de la primera vuelta electoral, y a pesar de la resaca electoral,
es necesario que, con perspectiva de ciudadanos honestos y responsables, nos
hagamos preguntas cruciales, con cuyas respuestas debemos orientar nuestra
acción política para los próximos años. Estas interrogantes pueden ser:
¿Ha salido ganador de la
elección el conjunto de fuerzas que forman parte del llamado Pacto de Corruptos
y de Impunidad? ¿Continuará la captura del Estado a manos de grupos
corporativos, políticos corruptos, militares y estructuras criminales y del
narcotráfico? ¿Continuarán la corrupción y el saqueo del Estado?
¿Seguiremos afectados por un
Estado impulsor de un modelo económico que prioriza el interés empresarial y de
pequeñas élites antes que el interés colectivo y común de los pueblos, de toda
la ciudadanía y del cuidado ambiental?
¿Estaremos ante un Congreso de
la República que continuará aprobando una agenda legislativa de carácter
regresivo en materia de derechos, de libertad para el saqueo y la explotación,
para garantizar impunidad a corruptos y criminales y que relegará la solución a
los graves e históricos problemas del país?
¿Se mantendrá la política
enclenque y demagógica en cuanto a mitigar el hambre, la desnutrición, la
carencia de agua potable y de energía eléctrica y la falta de caminos y
carreteras? ¿Se mantendrá el esquema de privatización y exclusión de las
grandes mayorías del acceso a educación y a salud? ¿Continuarán la política de
salarios de hambre y las condiciones de trabajo indecentes?
¿Se seguirán desoyendo las
voces de los campesinos y de las comunidades rurales, en especial en sus
demandas de tierra, desarrollo rural integral y derecho al agua? ¿Se
continuarán impulsando proyectos de muerte a pesar de la resistencia de los
pueblos indígenas y mestizos?
¿Se mantendrá la política
represiva y de criminalización de la protesta social y de la defensa de
derechos colectivos, que afecta especialmente a sindicalistas, luchadores
sociales y defensoras de derechos humanos? ¿El sistema de justicia continuará
siendo parcial y aplicando fallos de corte clasista, que garantizan impunidad
para los poderosos? ¿Se seguirán protegiendo los intereses empresariales antes
que los derechos de las comunidades, de los pueblos y de la ciudadanía?
¿Continuarán la política de privatización de la seguridad y la desprotección de
la ciudadanía de las acciones de la delincuencia común y organizada y de cuello
blanco?
¿Se continuará con una política
internacional dependiente, incapaz, apátrida y sumisa? ¿Se mantendrá la
práctica de sometimiento a los designios e intereses de Estados Unidos por
sobre nuestros intereses nacionales? ¿Se mantendrá una política de permitir la
violación de los derechos de nuestros hermanos migrantes?
¿Continuarán las políticas de
odio: racistas, clasistas, antifeministas, homofóbicas y anticomunistas?
Las tendencias tanto en el
ámbito político como en el electoral en específico permiten suponer que las
respuestas a las anteriores preguntas —así como a otras— serán negativas. En
ese sentido, deberemos encaminar nuestros esfuerzos de organización y movilización
política a enfrentar a los poderes corruptos, criminales y contrarios a los
intereses comunes y colectivos. Igualmente, deberemos seguir construyendo la
alternativa contrahegemónica, que pasa por la articulación de propuestas y de
fuerzas políticas decididas a transformar de raíz las condiciones que impiden
el buen vivir para todas y todos.
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