Las elecciones de 2019 hubiesen sido
una puerta abierta a la esperanza si el establishment cleptocrático no hubiese
logrado descabezar la candidatura de Thelma Aldana, si los partidos que se sitúan del centro a la
izquierda con altura de miras se hubiesen unido. El hubiera no existe, pero
sirve para imaginar lo que en el futuro habría que hacer.
Carlos
Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde
Puebla, México
Conocidos los resultados de la
primera vuelta electoral es posible realizar algunas reflexiones iniciales
sobre el tema. Las enumeraré:
1. Los resultados enfrentarán en la
segunda vuelta a dos candidatos que no auguran ruptura con el llamado “Pacto de
Corruptos”. Sandra Torres representa un proyecto sin voluntad posneoliberal,
con compromisos con el referido pacto y un discurso populista con práctica
asistencialista y clientelar. Alejandro Giammatei representa a la derecha
extrema asentada en los poderes invisibles y exmilitares contrainsurgentes.
Será apoyado por la mayor parte de los votantes de derecha y por lo más
significativo del empresariado que lo verá como la salvación ante un eventual
triunfo de Torres.
2. La gran sorpresa electoral fue
Thelma Cabrera, la candidata del Movimiento para la Liberación de los Pueblos
(MLP). Las encuestas previas le daban 3-5% de los votos y al final obtuvo
10.4%. Justo es decir que en lo que se refiere al voto progresista, la ausencia
de Thelma Aldana hizo que una parte de este se fuera hacia la candidata del
MLP.
3. La elección estuvo marcada por un
abstencionismo que aumentó 10% en
relación al observado en 2015. Hubo prácticas fraudulentas, si nos atenemos a
las denuncias de boletas premarcadas, compra de votos, restricciones
financieras al MLP. Quedará por investigar si existieron boletas en las que no
aparecía el logo del MLP, si éste fue empequeñecido y los pobres resultados del
MLP en alcaldías y diputaciones. Estas
prácticas fraudulentas no parecen haber alterado sustancialmente los resultados
electorales presidenciales.
4. Lección fundamental son las
consecuencias de la dispersión del voto del centro izquierda. MLP, Semilla,
Winaq, URNG-Maíz, Libre, Convergencia, y Encuentro por Guatemala obtuvieron en
su conjunto 20% de los votos. Separados, salvo MLP, cayeron en la
intrascendencia y tres de los siete partidos perdieron el registro. El
progresismo será sumamente débil en el Congreso: 14 de 160 diputados.
5. La Unidad Nacional de la Esperanza
de Sandra Torres se consolida como el partido más consistente. Desde 2003 sus
resultados han sido de dos dígitos y ahora cuenta con 52-53 de los 160 diputados (33%). Frente a Thelma
Aldana, Torres se volvió para la ultraderecha el mal menor. Una vez
eliminada de la contienda Aldana, Torres “hará entrar a Guatemala a la
izquierda socialista”, la convertirá en “una nueva Venezuela” y “será el nuevo
Chávez”. La paranoia anticomunista y la ferocidad ultraderechista también “se
sienten preocupados” por el resultado de Thelma Cabrera. La satanización de
Sandra Torres desde hace muchos años ocasiona que tenga un alto negativo (34% o
54%) frente a Giammattei (2% o 16%). Esto hace que el panorama para la segunda
vuelta de la UNE y Torres sea difícil.
Las elecciones de 2019 hubiesen sido
una puerta abierta a la esperanza si el establishment cleptocrático no hubiese
logrado descabezar la candidatura de Thelma Aldana, si los partidos que se sitúan del centro a la
izquierda con altura de miras se hubiesen unido. El hubiera no existe, pero
sirve para imaginar lo que en el futuro habría que hacer.
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