La expresión latina
conocida por muchos, “panem et circenses”, que literalmente significa "pan y
circo", describe la práctica de un gobierno que, para mantener tranquila a su
población u ocultar hechos controvertidos y prácticas no atinadas, provee a su
gente de alimento y entretenimiento.
José A. Amesty R. / Especial para Con Nuestra
América
Desde
Caracas, Venezuela
Se le llama en España, "pan y toros". "Pan y espectáculo" en Rusia. En Roma, se le llamó "pan y juegos del
circo". En ésta última, era una práctica romana de proveer trigo gratis a los
ciudadanos romanos, así como costosas representaciones circenses y otras formas
de entretenimiento, como medio para ganar poder político a través del
populismo.
Esta parece ser la
actitud de Jair Messias Bolsonaro, presidente de Brasil, al ser sede de la Copa
América, y llevar a cabo la celebración
y organización de los partidos de fútbol de este reconocido torneo.
Aunque el fútbol tiene
como fin entretener, se le considera también una distracción, atrayendo la
atención de la población, sobre todo de los sectores populares, cuando más
despierto se le quiere, como cuando hay elecciones, cuando hay problemas de un
mandatario recién electo, cuando esperan se cumplan sus ofertas de campaña
electoral, entre otras.
Y es que indigna, que
con algo tan simple, la población, pueda
dejar de poner atención a los temas de política, seguridad, economía y más;
indigna que al fútbol lo defiendan con alma y corazón, pero sus derechos no;
indigna que un balón tenga más poder sobre ellos que cualquier otra cosa.
Y es que, asimismo, mientras la población brasileña
agoniza entre crisis, hambre, desastres y recortes en todo tipo de derechos
sociales, la mafia que domina el deporte incrementa la inversión en un
vergonzante negocio empleado para enriquecer a unos pocos, distraer a la
población de la realidad, dividir y enfrentar a la gente y destrozar la vida y
la salud de muchos deportistas de élite, que son víctimas avocadas a doparse
masivamente para acceder a los inhumanos niveles de competitividad exigidos,
entrando en una nefasta espiral destructiva.
A Bolsonaro le interesó, en este momento crítico, montar la Copa América para distraer a la
población brasileña, de su precaria situación política, económica y social,
entre otras, en la que se encuentra su gestión de gobierno. Necesita que
Brasil, olvide sus primeros desaciertos, como por ejemplo, el nombramiento de
Damares Alves, como ministra de Derechos Humanos, los discursos de esta dama,
supuestamente humanistas y científicos, enaltecen exageradamente los valores y
parcializándose por la iglesia evangélica.
Así como el
nombramiento de uno de sus hijos, senador sin cargo, Flavio Bolsonaro, quien
fue investigado de inmediato por corrupción.
Al igual del papel de
los militares en el gobierno, como es el caso del general Hamilton Mourão, en
la Vicepresidencia de su gobierno, cuando estos sectores no tienen el menor
interés en cortar los vínculos con la clase política brasileña.
A Bolsonaro, parecen
haberle quedado grande temas como la desigualdad social y la violencia en las
calles. Necesita afrontar el tema de la edad de la jubilación en el sistema de
seguridad social, no sería extraño, que a mitad del torneo de futbol, tome esta
medida, y los cotizantes ni se enteren o sepan que pasó.
Jair Messias, tiene que
aparentar normalidad y encubrir que no
conoce las reglas del juego político brasileño. Un gobierno que trata de
apartarse de cualquier ideología, pero que sus actos son de una clara derecha
extrema.
Tiene que hacer olvidar
sus promesas de campaña electoral: desempleo creciente, niños y adolescentes en
pobreza, niños y niñas fuera de la escuela, desigualdad entre alumnos de
escuelas públicas y privadas, el problema de viviendas inconvenientes.
Asimismo, quiere que la población no
vea su incapacidad para nombrar verdaderos ministros y ministras, quienes no
están vinculados al sistema político usual.
Otro tema para obviar,
es el problema de las políticas salariales, al no aplicar sueldos justos y
adecuados a la gestión de sus subordinados.
En general, esta Copa América a Bolsonaro le ha caído como
anillo al dedo, para tratar de minimizar su gestión política, su incapacidad de liderazgo y su falta
de buscar el consenso en las decisiones oportunas e importantes para su
gobierno y el pueblo brasileño.
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