Las miradas se vuelcan sobre Oslo, Noruega,
próximo punto titilante del flujograma que comenzó su puesta en marcha de forma
pública en enero de este año. Los diseñadores de la estrategia no están muy
convencidos de que en esa estación se logren alcanzar los objetivos trazados
inicialmente, pero los acontecimientos han llevado hacia allá, hacia la
negociación, el pulso por el poder en Venezuela.
Leopoldo Puchi / El Universal
Hay escepticismo, en la medida que se esperaba
otra evolución de los acontecimientos, y porque se llega allí por el peso de la
realidad y de las circunstancias.
En un principio se pensó que con cierta
facilidad el efecto conjunto de la creación de una imagen de poder dual, las
amenazas de intervención y el anuncio del embargo petrolero harían la tarea de
convencer a los militares para que actuaran por medio de una sublevación o un
golpe palaciego y se produjera así el traslado del poder hacia los sectores de
la oposición comprometidos.
GEOPOLÍTICA
No ocurrió así y, luego de tres intentos de
sublevación militar en el transcurso de estos meses, no se confía en que un
levantamiento exitoso tenga lugar, aunque hace pocos días la agencia Reuters
informaba: “EEUU relanza contactos con personal militar venezolano”.
También se conoció que la otra alternativa, la
de una intervención militar efectiva, y no como simple amenaza, no estaba
decidida. En este sentido, Frank Mora, ex subsecretario de defensa para el
hemisferio occidental, explica que Donald Trump nunca se comprometió con una
intervención directa en Venezuela, por lo que no es seguro que esto ocurra.
Por lo demás, la dimensión geopolítica del
conflicto obligó a que se entablaran conversaciones entre Sergei Lavrov y Mike
Pompeo, que conducen a explorar vías diplomáticas antes de que haya una
decisión sobre acciones bélicas.
OPCIONES “INTERMEDIAS”
De manera que, sin garantías de golpe ni de
intervención, se ha admitido que, por el momento, el terreno adecuado para
proseguir la lucha por el poder es el de las negociaciones.
La oposición insistirá en que el sector
gubernamental debe abandonar Miraflores, y del lado del Gobierno se planteará un
acuerdo en el que se creen las condiciones políticas que le permitan ejercer el
mandato presidencial.
Hasta el momento, cada sector se mantiene en sus
posiciones, aunque es posible que en el transcurso de las conversaciones se
construyan opciones “intermedias”.
SANCIONES
Las expectativas de que los resultados de la
negociación se inclinen hacia el planteamiento de la oposición residen en los
efectos esperados del vector de profundidad de la estrategia en curso: las
sanciones petroleras y financieras, que generarán más penurias en la población
y mayor malestar social. Un “bombardeo” que el Gobierno intentará circundar con
nuevos mercados y otros mecanismos de pago de las importaciones. Esa es la
batalla que se libra fuera de la apacible Oslo.
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