Si hay debate sobre una
nueva constitución, tiene que reflejar las aspiraciones de los panameños. Tiene
que plasmar la visión del futuro y cómo se va a alcanzar. ¿Será convirtiendo la
constitución en un plan para hacer realidad esa visión o seguiremos prisioneros
del caos y de los desgobiernos?
Marco A. Gandásegui, hijo / Para Con
Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
El gobierno entrante
entiende que el pueblo panameño quiere una Constitución Política nueva,
distinta a la que se tiene en la actualidad. Algunos plantean la constituyente
‘originaria’ y otros la constituyente ‘paralela’. El presidente electo,
Laurentino Cortizo, anunció que promoverá reformas por la vía de dos
legislaturas y un referendo. No habrá constituyente. Ya se sabe, de antemano,
que la propuesta del gobierno será aprobada por una Asamblea de Diputados que
no tiene legitimidad y que el pueblo la rechazará en un referendo.
Los panameños están
divididos en lo que se refiere a una Constitución Política para la República.
Los sectores que poseen propiedades (capital y los pocos agro-industriales)
están pidiendo reformas a la Constitución que beneficien sus inversiones. La
Cámara de Comercio ha sido explícito en su planteamiento. Este sector de la
sociedad panameña pide que todos los aparatos administrativos del gobierno se
pongan al servicio de un sistema que agilice el flujo del capital y las
ganancias de sus inversiones.
Tienen un problema muy
serio. No tienen la gente que pueda plasmar ese objetivo en un documento
‘constitucional’. Puede ser también que no quieren colocar esos objetivos en
una ‘carta’ pública y prefieren que sus aspiraciones queden entre líneas. Este
sector, que representa a los propietarios, creó una instancia que llama la
‘Concertación’ con la intención de pasar por encima de los obstáculos
políticos. La poca legitimidad del grupo ‘concertado’ desapareció cuando
propuso que ellos mismos pasaran a ser parte de la Constitución. Recuerda la
jugarreta de la Asamblea de Diputados cuando exigió que uno de sus miembros
fuera miembro de la junta directiva de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP).
La propuesta de la
Concertación y de sus mentores es coja. Es decir, sólo tiene una pierna ya que
la otra la perdió durante la invasión militar norteamericana de 1989. Introduce
en la propuesta de constitución los elementos que necesitan los inversionistas
para saquear las riquezas del país legalmente. El proyecto recoge todo lo
relacionado con las inversiones extranjeras, las inversiones público - privadas
y la especulación financiera. A su vez, ignora la base social sobre la cual
descansa cualquier proyecto económico, sea para saquear un país, sea para
beneficio del crecimiento económico de un solo sector o sea para impulsar un plan
de desarrollo.
Otros sectores de la
sociedad panameña – universidades, gremios y asociaciones – han planteado la
necesidad de convocar una constituyente (originaria o paralela). Estos señalan
que para ‘redactar’ una constitución política para el país es necesario conocer
su historia, su presente y qué futuro quieren los panameños. Este ejercicio aún
está por cumplirse. Los constituyentes de 1904 y 1946, por ejemplo, lo hicieron
parcialmente. La convocatoria de los próceres a una constituyente tenía claro
que el país salía de una guerra civil que no se quería repetir, que el presente
de aquel entonces estaba dominado por la presencia imperial de EEUU y que el
futuro tenía que ser una República al servicio de la pequeña oligarquía que se
apoderó del país. (Oligarquía que convocó la constituyente). En 1946 los
constituyentes veían un pasado caótico, un presente ocupado militarmente por
una potencia extranjera pero próspera y un futuro que tenía que incluir
sectores sociales antes excluidos. Los liberales que convocaron la
constituyente en 1945 veían un futuro próspero aprovechando los ingresos de la
posición geográfica del país (Canal de Panamá) aún dominada por EEUU. Tenían
que apaciguar a los conservadores a su derecha política que querían garantías
para sus ‘derechos’ tradicionales y, al mismo tiempo, a los sectores populares
a la izquierda que reivindicaban una mejor calidad de vida.
Laurentino Cortizo
puede colocarse al centro del espectro político o inclinarse en una u otra
dirección. Tiene que conocer la historia del pueblo panameño, su presente y que
quiere para el futuro. Si se inclina a la derecha corre el riesgo de una
sublevación popular. Si se inclina hacia la izquierda puede propiciar otra
invasión norteamericana (los conservadores no tienen fuerza propia). El debate
en torno a la nueva constitución no puede reducirse al mecanismo para nombrar a
un magistrado o algo parecido. Si hay debate sobre una nueva constitución,
tiene que reflejar las aspiraciones de los panameños. Tiene que plasmar la visión
del futuro y cómo se va a alcanzar. ¿Será convirtiendo la constitución en un
plan para hacer realidad esa visión o seguiremos prisioneros del caos y de los
desgobiernos?
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