Hay un problema
estructural que es la corrupción que genera la política económica del país
(rentista y especulativa) y un problema técnico que tiene que ver con el
suministro de agua. Para encontrar la llave del éxito del Canal en el siglo XXI
hay que solucionar ambos problemas.
Marco A. Gandásegui, h. / Para Con
Nuestra América
Desde
Ciudad Panamá
La Autoridad del Canal
de Panamá (ACP) tiene un equipo de difusión y relaciones públicas que es la
envidia de las otras entidades públicas del gobierno panameño. Mientras que las
varias oficinas que tienen responsabilidad gubernamental en el sector turismo,
por ejemplo, no logran levantar vuelo, la ACP ha logrado crear a escala global
un ambiente de zozobra con su campaña referente al agua.
El mundo, especialmente
el mundo marítimo, del cual todos dependemos, se pregunta cuándo se acabará el
agua en la cuenca del Canal de Panamá. Desde hace años la ACP informa que se
está acabando el agua en el lago Gatún, por donde navegan los barcos de hasta
150 mil toneladas de desplazamiento que cruzan el Istmo. Si no se imaginan que
implica esa cifra, hagan un paseo a orillas del Canal para que los vean pasar
debajo del Puente de las Américas o en algún mirador. Quedarán sorprendidos y
maravillados, a la vez.
En la actualidad,
transitan por el Canal un poco más de 14 mil barcos por año, promedio de 40
naves por día. Los más grandes pagan en concepto de peaje más de un millón de
dólares para hacer la travesía. Hace poco Panamá construyó un tercer juego de
esclusas para que pasaran barcos llamados post-Panamax.
Cuando se aprobó la
ampliación de la capacidad del Canal se hicieron estudios minuciosos sobre la
cuenca de la vía y su producción de agua. Los proponentes de la construcción de
la tercera esclusa presentaron estudios que el agua no sería un limitante para
el tráfico de los barcos. Ahora han cambiado su posición. ¿A qué se debe este
cambio?
La administración de la
ACP asegura que su preocupación en torno al agua disponible para el
funcionamiento del Canal se debe a varias razones. Las principales son, por un
lado, el cambio de régimen de lluvias sobre el istmo de Panamá. Por el otro, al
crecimiento del conglomerado urbano en torno al Canal y las cuencas que la
alimentan del precioso líquido.
El problema de fondo
del Canal de Panamá es que no ha sido administrado de la manera que sus voceros
han tratado de convencer a los panameños. Por un lado, las riquezas que genera
– en 2018 un total de US$3,6 mil millones – no se han manejado con
transparencia. Por el otro, los miembros de la junta directiva han convertido a
la ACP en un ‘paragua’ para realizar negocios particulares. Además, el problema
del agua se ha convertido en una ‘papa caliente’.
Con relación a la falta
de transparencia hay que comenzar con el arreglo de las empresas navieras que
transitan por el Canal de Panamá con el Citibank de Nueva York donde se depositan
los pagos en concepto de peajes. Además, todos o casi todos los miembros de la
junta directiva tienen proyectos que no benefician a la ACP. Por último, en el
caso del agua, la ACP ha propuesto varias soluciones que no convencen mucho.
Hace varios años la ACP anunció que tenía entre sus planes represar el río
Indio para alimentar de agua al lago Gatún en los meses de sequía (verano).
Esta iniciativa, por sus implicaciones políticas, ha pasado a ocupar un lugar
de muy bajo perfil. Otra solución era limitar el consumo de agua de la
población que reside en la ciudad de Panamá que comparte el líquido precioso de
la cuenca del río Chagres con el Canal. La propuesta que se ha barajado en
fechas recientes es llevar agua del río Bayano (represado en la década de 1970)
al lago Gatún.
Mientras tanto, la ACP
renovará el régimen de peajes que le aplicará a los barcos (con más de 125 pies
de largo) que transitan por el Canal. Todas las naves pagarán una tarifa
adicional fija de US$10.000 por cada tránsito y una tarifa variable entre el
uno por ciento y el 10 por ciento dependiendo de los niveles del lago Gatún en
el momento en que hacen el tránsito. Si el nivel del lago es alto pagará un
peaje menor y vice-versa.
A pesar de los
arreglos, el problema - a mediano y largo plazos - sigue vigente. Hay un
problema estructural que es la corrupción que genera la política económica del
país (rentista y especulativa) y un problema técnico que tiene que ver con el
suministro de agua. Para encontrar la llave del éxito del Canal en el siglo XXI
hay que solucionar ambos problemas.
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