Comenzar desde la
profundidad del abismo dejado para el complejo mundo del trabajo, demandará
sacrificio y tiempo, sacrificio que impone el momento y la esperanza de la
sociedad toda para volver a poner de pie al país.
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra
América
Desde Buenos Aires, Argentina
Satisfacer la enorme
demanda de necesidades acumuladas por el gobierno de Cambiemos, significa una
empinada cuesta a sortear para el equipo de gobierno encabezado por el
presidente Alberto Fernández que, en apenas un mes ha involucrado más esfuerzo
e imaginación que todo el tiempo que los privilegiados funcionarios del
gobierno anterior dedicaron a la función pública. Cada área administrativa ha
sido un desquicio, un verdadero desastre evidenciado en el nivel de pobreza alcanzado,
junto con una deuda elevadísima contraída en connivencia con el FMI, patinada
en el enriquecimiento de unos pocos.
Superar las pésimas
condiciones que llevaron a una inflación del 53,8% durante el 2019, la más alta
en 28 años y la tercera a nivel mundial. Exponente notable de los desaguisados
causados al bolsillo de los que menos tienen, dentro de una atmósfera de
cargada de desidia y connivencia con una justicia corrupta, aliada a servicios
de inteligencia de dudoso desempeño.
Atacar con urgencia el
hambre, fue la decisión primera en la lógica de un modelo de país que comenzó
por atender a los que menos tienen. El bono para los jubilados que cobran la mínima
y la tarjeta alimentaria ha sido la respuesta inmediata, mientras se han
paralizado tarifas de servicios y transporte, combustibles por tres meses,
mientras se pone en marcha una economía que venía en feroz picada.
Destrabar la trama
mafiosa de la caterva que hizo del Estado un instrumento de privilegios propios
demandará un esfuerzo extraordinario, tanto como desmontar la trama de
intereses y mentiras que entronizaron y modificaron el sentido común
comunitario y la lectura de la realidad de millones de argentinos, atontados
por el blindaje mediático que cotidianamente penetra sus mentes. Si bien fue un
triunfo el empobrecimiento de muchos en favor de pocos, mucho mayor fue el
contenido y simulado éxito de que las víctimas sigan apoyando y vivando al
causante de sus males. Mucho más a medida que se conocen las verdaderas cifras
del desmadre.
Comenzar desde la
profundidad del abismo dejado para el complejo mundo del trabajo, demandará
sacrificio y tiempo, sacrificio que impone el momento y la esperanza de la
sociedad toda para volver a poner de pie al país.
Como toda
Latinoamérica, Argentina contiene un núcleo arcaico oligárquico secular ligado
a los centros de poder que perdura a través del tiempo y seguramente, continuará
existiendo dado que es autora del relato histórico oficial y permea desde
siempre las redes subterráneas del poder, alimentando los negocios que
favorecen sus intereses, desconociendo conquistas y derechos sociales. Ignorar
este dato de la realidad no sólo sería un acto de torpeza, sino la primera
señal de fracaso del proyecto nacional y popular.
Sin embargo, desmontar
el absurdo del imaginario popular colectivo, luego de años de práctica,
requiere de un nuevo relato que lo suplante; relato que a partir de “la única
verdad es la realidad” – como decía el General Perón – requiere de hechos
fundantes que lo hagan manifiesto. Hecho épico y ejemplificador si se quiere,
que debe involucrar a los principales funcionarios de gobierno, sobre todo el
presidente.
La patriada debe tener
repercusiones internas y externas. No solo significa un mensaje a la sociedad
argentina en general, sino va a aportar un reproche explícito a los abusos y
avasallamientos de derechos ocurridos en los países vecinos – Chile, Bolivia y
Brasil – como también un tiro por elevación al nuevo mandatario de la derecha
uruguaya, Lacalle Pou.
Más allá de la
resonancia contigua, el progresismo de izquierda, al que siempre se le reclama
consistencia, observa expectante los pasos que acá se están dando.
En este sentido, es
auspicioso el seminario convocado por la Pontificia Academia de Ciencias
Sociales PACS del Vaticano para el 5 de febrero próximo bajo el título: “Nuevas
formas de fraternidad solidaria en inclusión, integración e innovación (I+I+I)”,
entre cuyos participantes se encuentra, el ministro de economía argentino,
Martín Guzmán, el secretario de Asuntos Estratégicos del Gobierno, Gustavo
Béliz, el premio nobel de economía 2001, Joseph Stiglitz, el famoso economista
Jeffrey Sachs, la directora gerenta del FMI, Kristalina Georgieva, entre varios
economistas y funcionarios importantes que intentan dar una respuesta diferente
a una problemática que afecta a muchos países, en especial el nuestro. Ocasión
que sería el primer encuentro entre la principal responsable del FMI con los
representantes del actual gobierno argentino para discutir la deuda contraída
con ese organismo por las autoridades anteriores, aunque como objetivo
secundario. Evento significativo si se tiene en cuenta que el mismo es fruto de
otros seminarios anteriores que muestran la preocupación de la PACS en lograr
un mundo más justo, solidario y sin pobreza que éste signado por la avaricia y
el dinero.
Todo es poco para la
crítica corrosiva que intenta socavar lo realizado hasta el momento. Sin
embargo, todo apunta a mirar con optimismo los logros alcanzados.
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