Es Alejandro Giammattei un gobernante más
impuesto por los mismos sectores de la derecha que han hundido al país desde
1954. Queda por despejar la incógnita de
si destronará a Jimmy Morales del triste título de ser el peor Presidente que
Guatemala ha tenido en su historia. Hagan sus apuestas.
Carlos
Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde
Puebla, México
Se fue Jimmy Morales y
llega Alejandro Giammattei. Revisando las notas de prensa sobre el traspaso
presidencial en Guatemala, advierto con desconsuelo que desde 1986, cuando
Guatemala salió de las dictaduras militares, el ritual de la transferencia
sigue una regularidad asombrosa. El nuevo presidente llega con las esperanzas
puestas de un cada vez más minoritario
sector de la población y un escepticismo de otro cada
vez más mayoritario. El nuevo mandatario hace promesas mientras el
anterior sale por la puerta de atrás con gran desprestigio y a menudo con la
expectativa probable de la cárcel. El
partido que lo llevó a la presidencia
tiene fecha de caducidad y pronto entrará en la larga lista de siglas
que terminan siendo olvidadas y enterradas. Eso sucedió con un partido que era
vigoroso como la Democracia Cristiana, incluso sucedió con el FRG de
Portillo/Ríos Montt, con el PAN de Arzú, con la Gana de Berger, el Patriota de
Pérez Molina, sucederá con el FCN de
Morales y es más que probable que suceda con el Vamos de Giammattei. La
excepción hasta el momento es la UNE de Álvaro Colom, amenazada no con la
extinción sino con la suspensión del registro.
Ayer [14 de enero] observamos
nuevamente un discurso inaugural con una retórica que repite los mismos temas.
El flamante Presidente prometió acabar con la corrupción, terminar con la
desnutrición que afecta al 50% de los niños de Guatemala y declarar como terroristas
a los miles de jóvenes que engrosan las distintas pandillas delincuenciales.
Por supuesto que Giammattei es un firme
partidario de la pena de muerte y buscará reinstaurarla. De hecho hace unos
años fue acusado y estuvo en prisión por el asesinato de siete
delincuentes en uno de los principales
penales del país. Cierta o no la acusación, es un hecho el que es partidario de
la represión para resolver el flagelo delincuencial. Así las cosas, le oímos
nuevamente el aburrido discurso de la “mano dura” cuyas acciones han resultado
previsiblemente ineficaces.
Resulta también sin
fundamento el discurso del Presidente contra la corrupción cuando él mismo
llega a la Presidencia como resultado
del triunfo del tinglado de corruptos intereses (“el Pacto de Corruptos”). Ese
Pacto que eliminó de la contienda presidencial a Thelma Aldana, la única figura
que tenía realmente la voluntad de
eliminar la venalidad de la elite política. Resulta inútil hablar de las maras
como terroristas, blandir la pena de muerte, cuando el país se debate entre la
miseria y el desempleo y decenas de miles de jóvenes ven una alternativa en el crimen organizado en
sus distintos niveles. ¿Cómo eliminar la desnutrición de la mitad de la niñez,
sin plantearse seriamente un programa de reformas sociales y de redistribución
de la riqueza?
Es Alejandro Giammattei un gobernante más
impuesto por los mismos sectores de la derecha que han hundido al país desde
1954. Queda por despejar la incógnita de
si destronará a Jimmy Morales del triste título de ser el peor Presidente que
Guatemala ha tenido en su historia. Hagan sus apuestas.
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