La moral del gobierno
de México se agranda a nivel internacional por su decisión de mantenerse firme
y fiel a sus postulados en política exterior; la defensa del asilo como derecho
internacional y humano es característica histórica, ética y moral del pueblo
mexicano; su defensa es un asunto de soberanía y congruencia.
Cristóbal León Campos / Especial para Con
Nuestra América
Desde
Mérida, Yucatán. México.
El conflicto
diplomático entre México y Bolivia marcó el fin del año, y perfila desde sus
primeras horas la política a seguir por el imperialismo en la región, los
golpistas bolivianos como fieles lacayos encabezados por Jeanine Áñez, han
cometido actos de hostigamiento, violencia simbólica, difamación y calumnia
sobre los miembros de la embajada mexicana en La Paz, llegando al grado de
agredir por igual, a representantes de España que se encontraban de visita de
cortesía en la sede diplomática, hechos que ni en los tiempos de las dictaduras
más perversas se registraron. Como es natural esperar, la respuesta mexicana ha
seguido los caminos del derecho internacional, exigiendo respeto y seguridad
para sus representantes, a su soberanía y la intervención de los organismos
mundiales encargados de velar por un buen ejercicio de la concordia. La
embajadora mexicana, María Teresa Mercado, se vio obligada a retornar, después
de ser declarada “persona non grata” por los golpistas neofascistas, quienes
impusieron 72 horas para que abandonara el país sudamericano.
Ante el hostigamiento
el gobierno mexicano se mantiene firme, el presidente Andrés Manuel López
Obrador, ha reiterado que de ninguna manera entregaran a las nueve personas que
continúan asiladas en la embajada, al respeto el mandatario dijo: “Que se haga
valer el derecho de asilo, no podemos nosotros flaquear en este asunto de darle
protección a perseguidos políticos que recibieron en nuestra embajada un asilo
y luego produjeron ordenes de aprehensión […] Si nosotros entregamos a estas
personas, estaríamos acabando con el derecho de asilo que para México es sagrado”.
El mensaje del presidente mexicano da muestras del significado cabal que tiene
para la política exterior el asilo, una cuestión de ética y moral, registrada
en la congruencia con aquello que se dice y se hace, la protección de los nueve
exfuncionarios bolivianos no es únicamente una cuestión de diplomacia, es un
acto humanitario que se respalda en el derecho internacional y en todos los
tratados suscritos a favor de los perseguidos políticos en el mundo.
México actúa de forma
adecuada y justa en esta situación tan compleja por sus implicaciones en la
geopolítica latinoamericana, pues es claro, que estas agresiones acompañadas
del asalto al cuartel militar en Venezuela cuyos perpetradores se refugian y
son protegidos en Brasil, a pesar las solicitudes y reclamos del gobierno de la
República Bolivariana, van en caminado a retomar las intenciones de desatar
conflictos al interior de la región, recuérdese que así como comenzó el pasado
año 2019, con la autoproclamación del hoy desvirtuado Juan Guaidó, y la
propagación de amenazas por gobiernos serviles al imperialismo, este 2020 que
comienza no lo hace de manera diferente, confrontar particularmente a México es
de interés supremo para los Estados Unidos, desdibujar su imagen moral y ética
respetada en toda Nuestra América, tiene el fin de poner la primera piedra en
el zapato de la nueva dirección de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (CELAC), único organismo latinoamericano que no incluye a los Estados
Unidos y a Canadá.
La intensión de dividir
para vencer es empleada por el imperialismo en grados diferentes, a veces
mediante conflictos diplomáticos, otras veces con agresiones directas, pero el
fin es el mismo, desarticular los procesos de integración económica, social,
política y cultural que no sigan sus indicaciones, toda aquel organismo,
tratado, acuerdo o alianza que escape de su injerencia es susceptible de
agresión, en ese contexto están los bloqueos genocidas implementados contra
Cuba y Venezuela, dos países cuyos procesos revolucionarios los encaminaron a
desarrollar la solidaridad internacionalistas con otras naciones de la región y
el mundo, un pecado que los Estados Unidos y las potencias europeas no perdonan
por propiciar la emancipación de los pueblos.
El presidente mexicano
afirmó sobre el carácter particular que el asilo tiene para la nación de
ilustres personajes como Benito Juárez: “Es parte del derecho internacional,
pero en el caso de nuestro país, siempre hasta en las circunstancias más
difíciles se ha hecho valer. Es un asunto de principios”. La moral del gobierno
de México se agranda a nivel internacional por su decisión de mantenerse firme
y fiel a sus postulados en política exterior; la defensa del asilo como derecho
internacional y humano es característica histórica, ética y moral del pueblo
mexicano; su defensa es un asunto de soberanía y congruencia.
Integrante
del Colectivo Disyuntivas
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