Todo
fin de año promueve realizar un balance, inconscientemente, tanto en lo
personal como en lo colectivo que nos obliga a observar desde qué punto
partimos y dónde llegamos luego de transitar esos doce meses que contiene ese
período de tiempo convencional.
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra
América
Desde Buenos Aires, Argentina
Seguramente
nadie pudo imaginar los cambios ocurridos en la región este tiempo, corto o
extenso según las experiencias vividas, como si realmente los escenarios que
hicieron posible las profundas transformaciones ocurridas no fueran propios o
respondieran a otras sociedades, más distantes y extrañas.
Desde
enero en adelante nada indicaba lo que vendría en los meses venideros tanto en
lo local como en los países vecinos, aunque bajo la superficie se entretejía
una trama de personajes e intereses diversos y complejos que se hicieron
manifiestos a partir de determinados sucesos.
A
nivel nacional el regreso al FMI, al endeudamiento y el consabido ajuste
recomendado, impuso estrategias a una oposición amplia y difusa que buscaba
canalizarse a través de una conducción idónea y reconocida, capaz de aglutinar
a las mayorías arrasadas por la gestión neoliberal.
Pocos
sabían de la pujante masa crítica profesional que venía trabajando
silenciosamente desde la asunción de Mauricio Macri y sus Ceos devenidos gestores
públicos, observando los hitos de la catástrofe que iban desarrollando a su
paso vía DNU, incorporando dos miembros a la Suprema Corte de Justicia a los
efectos de disciplinar y orientar sus huestes en la persecusión y reclusión de
enemigos políticos, teniendo como gran botin de combate, el encarcelamiento de
Cristina Fernández, el que finalmente fue desmantelándose hasta quedar sin
efecto; luego vino el levantamiento del cepo cambiario y, desde luego el pago
de los fondos buitres según el dictamen del juez Griesa, preparando el ambiente
y la omnubilada opinión de seguidores, para el jugoso y exclusivo club de la
bicicleta financiera, liderado por el primer mandatario y sus amigos.
Axel
Kicillof fue uno de los primeros en advertirlo, hecho que, con su formación y
experiencia como ex ministro de economía, lo obligó a recorrer desde aquel
lejano diciembre de 2015 los distintos pueblitos bonaerenses predicando el
desmadre que se venía y que, con los meses se transformó en el candidato
natural del Frente de Todos a gobernador de la provincia más importante del
país. Frente nacido el 18 de mayo por obra y gracia de CFK que supo advertir
más que nadie la situación comprometida del país y que tenía en sus manos la
posibilidad de nuclear esa amplísima oposición si articulaba estratégicamente
los dirigentes que tenía a su alrededor. Con total lucidez le ofreció a Alberto
Fernández la candidatura a presidente, hecho fundacional que echó a rodar esta
nueva Argentina que se puso de pie el 10 de diciembre.
Sin
embargo nuestros vecinos no tuvieron la misma suerte, por el contrario,
nuestros hermanos trasandinos despertaron de un largo letargo que bien podría
recordarnos lo dicho en 1809 por las autoridades de la Junta Tuitiva de La Paz:
“… hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez”, cuando una
multitud irrumpió en las calles con el pretexto del aumento del Metro y desde
allí no han parado de reclamar por las pésimas condiciones de vida a la que han
sido expuestos por más de 30 años, como si desde la tumba aun mandara el
dictador Pinochet.
El
presidente Piñera se había ufanado de decir apenas diez días ante en un
programa de televisión que Chile era un oasis dentro de la convulsionada
Latinoamérica. Él ni los políticos amañados y enquistados en el poder tantos
años no vieron, no quisieron o no pudieron ver lo que estaba ocurriendo, creían
que toda esa euforia como tantas otras veces sería pasajera, se disolvería con
el tedio, el cansancio del paso de las horas o las inclemencias de un clima
adverso. No fue así, pasaron días, semanas y meses y la gente no se ha
retirado, por el contrario, se renueva, ensaya postas, provee alimentos,
bebidas o suministra mantas como estrategia de aguante solidario y colectivo.
Tampoco
los ha desalentado la represión violenta de los carabineros, la violación de
mujeres, el uso perverso de gases lacrimógenos, camiones hidrantes con tóxicos
o el empleo de balas al cuerpo, al rostro para sembrar el terror, como ha
venido sucediendo en las principales plazas de su largo y estrecho territorio.
Cosa
muy distinta fue la ocurrida en Bolivia y el golpe traicionero de la derecha,
cuyo único objetivo es apropiarse del litio, que obligó al presidente Evo
Morales a salir del país y que en estos días lo encuentra en Argentina, luego de
su paso por México. Desde la cercanía puede planificar su retorno, contando con
el apoyo de la comunidad residente en las próximas elecciones. Evo ha recibido
todo el afecto de los argentinos, hasta estuvo presente en la tradicional
marcha de los jueves de las Madres en la Plaza de Mayo, hecho simbólico que
fortalece su espíritu en momentos tan difíciles.
Las
elecciones uruguayas también dieron su triunfo a las derechas, dejando de lado
los gobiernos progresistas del Frente Amplio, Luis Lacalle Pou, hijo y nieto de
presidentes y con raíces virreinales, “desconoce cómo vive la mayoría de los
uruguayos”, según la ministra actual de Educación, María Julia Muñoz, algo que
lo emparenta con nuestro ex presidente empresario. Esperemos que su gestión a
iniciarse el 1° de marzo de 2020 no genere las sorpresas como las nuestras a
partir de diciembre de 2015 o de su vecino Brasil.
De
allí que es importante observar la diversidad de cambios operados en tan corto
tiempo, el rol que han tenido las redes sociales en la comunicación horizontal
frente a la despiadada voracidad de las multinacionales y sus gobiernos títeres
que atraviesan conciencias de manera vertical.
Viejos
y nuevos colectivos emergentes se convirtieron en protagonistas de reclamos de
intereses invisibilizados en diversas latitudes. Las mujeres se rebelaron de
manera masiva contra el patriarcado, contra la violencia de género, el aborto,
reclamando desde luego, una mayor participación política, única base desde la
que se hacen posible el logro de los objetivos de lucha.
También
lo hicieron los estudiantes, los obreros, los movimientos sociales, los
jubilados. La sociedad en general se volcó a las calles a sabiendas de la
utilidad de las manifestaciones para torcer las decisiones políticas contrarias
a los intereses colectivos. A pesar de la tremenda influencia de los medios
masivos y las cadenas de trolls especializados en difundir permanentemente
noticias falsas, las redes sociales sirvieron para alertar y convocar a los
vecinos para salir a las calles, a los espacios públicos reconocidos.
En
este sentido debo reconocer que esto ha ocurrido estos días en mi propia
tierra, en la provincia de Mendoza. Nunca en toda su historia hubo una
manifestación tan multitudinaria que partiera de distintos departamentos y
recorriera a pie cien kilómetros con los intendentes de San Carlos y Tunuyán a
la cabeza con el objeto de impedir la reforma de la ley 7722, cuya modificación
incluía el uso del agua para mega minería contaminante. El gobernador Suárez
apuró a la Legislatura para que aprobara el proyecto de modificación el viernes
pasado, aprovechando la llegada de las fiestas, pero la gente se movilizó todos
los días, cercando la Casa de Gobierno al grito de: “El agua no se negocia”.
Cabe mencionar que la provincia es un inmenso desierto con sólo el 2,10% de su
territorio cultivado, lo que generó desde siempre una conducta en defensa del
preciado elemento. Este jueves, cuando la movilización social llegó a todo el
país y se hicieron eco los principales diarios del mundo, el gobernador tuvo
que suspender la reglamentación e iniciar un “diálogo” que sabemos mentiroso.
Pero la comunidad organizada está dispuesta a continuar la lucha, como decía
Eva Perón: “con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes”.
Comunidad conformada por diversas organizaciones sociales, de científicos,
artistas, diversas iglesias y el Arzobispado mendocino, hasta peligran todas
las fiestas estivales, en especial la Vendimia. Todo indica que esto recién
empieza y la lucha local comienza a tener apoyo en otros lugares del país, en
especial ya está prevista una convocatoria alrededor del Obelisco en la CABA.
Por
el tenor de la politización colectiva vigente, puede entenderse que ante las
actitudes cobardes de los gobernantes que responden al dinero empresario que
paga sus campañas, la gente advierte sus movimientos de antemano y está
dispuesta a continuar la vigilia. Situación inédita que debería tener correlato
oficial. A menos de 20 días de iniciar el período gubernativo, este encontronazo
ha erosionado seriamente su gestión, sobre todo, ante un gobierno nacional de
signo opuesto que viene reparando todas las calamidades dejadas por el
macrismo.
Nada
indica que el receso obligado del verano vaya a calmar los ánimos, por el
contrario nadie se tomará vacaciones en dada la efervescencia popular.
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