Fidel es un símbolo internacional de resistencias, luchas y victorias. Es un vencedor. Por lo mismo el imperio no lo admite ni le perdona su rebeldía, y siempre quiso tenerlo fuera del escenario político.
Abner Barrera R. / AUNA-Costa Rica
El próximo 13 de agosto Fidel cumplirá 85 años. Para sorpresa de muchos -y enojo de sus enemigos-, en distintas partes del mundo los revolucionarios y amigos de Cuba celebrarán el natalicio del legendario guerrillero cubano y gran estadista del siglo XX y parte del XXI.
Durante varias décadas, los enemigos de Fidel han vaticinado contra él todo tipo de muertes, incluyendo fecha y hora (entre ellos pululan los Montaner, los Vargas Llosa, los Oppenheimer, los Matos y un sinnúmero de mafiosos y trasnochados más). El mismo Comandante ha dicho en varias ocasiones: “el día que de verdad me muera, nadie va a creer”. Los publicistas del imperio que disfrutan a sus anchas de las páginas de los diarios reaccionarios, se han pasado la vida calumniando a Cuba y a sus dirigentes; algunos han hecho carrera política a costas del agravio, otros se han llenado los bolsillos de dólares y, también están los que han recibido recompensas por sus publicaciones en contra de Cuba. Todavía hoy, cada Reflexión escrita de Fidel o sus apariciones públicas, ponen a temblar a sus enemigos y remueve el actual sistema, defendido por los capitalistas depredadores del ser humano y la naturaleza.
El Comandante llega a sus 85 años derribando enemigos, pero arropado del pueblo cubano y de los pueblos que resisten y luchan por su liberación. En 1996 en una entrevista para la Cadena Telemundo, la periodista miamense María Elvira Salazar le preguntó: “¿Cuál usted considera que es su peor enemigo?”. Fidel le respondió: “¡Mi peor enemigo! Yo creo que no tengo enemigos peores, porque creo que todos los enemigos se pueden vencer”. Y así ha sido, por eso los pueblos pobres del mundo se sienten identificados con él.
Fidel es un símbolo internacional de resistencias, luchas y victorias. Es un vencedor. Por lo mismo el imperio no lo admite ni le perdona su rebeldía, y siempre quiso tenerlo fuera del escenario político; en ese afán, no ha cesado de estar detrás de los innumerables intentos de acabar con su vida. La norteamericana Estela Bravo evidencia en su documental Fidel la historia no contada que, a la pregunta: “Cuántos atentados han habido contra usted”, Fidel responde: “Lo sabré cuando llegue al cielo”. Una forma de decir, que han sido muchos y que su seguridad personal sólo ha podido señalar los que llegaron a detectar.
Diego Armando Maradona en su programa La Noche del 10, el 2005 entrevistó a Fidel en La Habana. Ante la consulta: “¿Cómo imagina el futuro de Cuba, cuando usted no esté en el escenario?”. El Comandante le dijo: “La imagino como una gran potencia moral. Con un gran nivel de dignidad, que está dando algunos ejemplos de lo que puede hacerse. La imagino también como un país que demuestra lo que significa el capital humano, las ventajas de la educación, lo que puede hacerse con el hombre, lo que puede hacer un país pequeño aún bloqueado. Somos invulnerables y no exagero. ¿Cómo? No lo voy a decir, ellos lo saben. Por mucho que a veces subestiman a los demás”.
¿Habrá hoy algún gobierno, presidente o ex presidente capaz de expresarse de esta manera? ¿Qué líder político puede afirmar que su pueblo posee potencia moral, dignidad, educación e invulnerabilidad frente al enemigo? Esta realidad expresa mucho sobre la férrea unidad existente entre el pueblo cubano y sus gobernantes.
En 1979, cuando el presidente cubano tenía que viajar a Nueva York, un periodista le lanza la pregunta: “¿Siempre está protegido con su traje?”. Fidel reacciona: “¿Cuál traje?”. El periodista puntualiza: “Todo el mundo dice que usted tiene un chaleco a prueba de balas”. El Comandante –desabotonándose la camisa verde oliva y mostrando su pecho sin ningún chaleco- le responde sonriendo: “Voy a desembarcar así en Nueva York. Tengo un chaleco moral; es fuerte, ese me ha protegido siempre”.
¡Qué increíble! Sus enemigos se han pasado la vida tratando de eliminarlo, y el gallardo revolucionario dice que la coraza que porta es moral.
Las ideas revolucionarias y los principios de justicia, verdad e igualdad son el blindaje de Fidel. Ahí está él, con sus 85 años, bien acuerpado por Cuba socialista y por los pueblos revolucionarios del mundo. No hay tecnología moderna que sea capaz de sustituir ese chaleco.
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