¿No es tiempo de analizar y
criticar el verticalismo de los movimientos progresistas, para reestructurar
los mismos a través de una democracia horizontal y fomentar de esta manera la
tan postergada formación de cuadros políticos?
Carlos Prigollini / Frente para la Victoria Argentina en México
Después de casi tres meses en
el gobierno, la Alianza Cambiemos, significó un verdadero retroceso para la
República Argentina. Presentíamos que los cambios típicos de un gobierno
neoliberal podían llegar a terminar gradualmente con muchos derechos logrados
durante los doce años de gobierno nacional y popular. Lo que no sabíamos era
que fueran de una manera brutal y abrupta, como liquidar rápidamente todos esos logros, para regresar a los años 90s o
al clásico modelo impuesto durante la dictadura militar a sangre y fuego.
Lamentablemente nos
encontramos con un presente sombrío dónde prevalece la sabiduría superior del
mercado, el cierre de pequeñas y medianas empresas que no pueden competir ante
la entrada de productos importados, una próxima y masiva desocupación que
aumenta el desempleo que el anterior gobierno supo disminuir a menos del 5% de
la población, sumado a la competencia como único método capaz
de coordinar la conducta de la gente, permitiendo como lo establecen sus Ceos o
gurúes económicos (los mismos economistas que incendiaron el país en el
2001), establecer las reglas generales del actual gobierno. La consigna es
aumentar la desigualdad, un megacanje que transfiere a los corporativos grandes
cantidades de dinero que le sacan a los trabajadores, llegar a un alto índice
de pobreza y para endeudar rápidamente al país, pagar la deuda a los
usureros fondos buitres, desmantelando las leyes del pago soberano y el
cerrojo que el gobierno pasado impuso en el mismo Congreso.
Acompañados por la quita de
retenciones a los grandes grupos exportadores, como también favorecer la
minería a cielo abierto, el macrismo no tuvo reparo alguno en el despido
de 75.000 empleados o "ñoquis", como despectivamente llaman a los
empleados estatales, y de esta manera estar preparados para la represión
de aquellos que protesten tan arbitrarias medidas a través del llamado
protocolo de seguridad pública que supo imponer la ministra de seguridad
pública, la conversa Patricia Bullrich.
Si se agrega a este verdadero
desastre económico la censura de los periodistas llamados
"militantes" y los programas de opinión excluidos por la provocada
ausencia de la llamada pauta publicitaria, es obvio que estamos en un panorama
desolador ante la clara falta de libertad de expresión que estaba regulada
anteriormente por la clausurada AFSCA, en un claro afán de proteger y blindar
al multimedios Clarín y los medios afines al nuevo gobierno de derecha. La
ofensiva mediática, el ataque a los trabajadores y los cercos impuestos a
la protesta social son acompañados por jueces afines al gobierno que no
cesan en investigar todos los casos que puedan llevar a juicios políticos a ex
funcionarios, incluida la ex presidenta Cristina Fernández.
A diferencia de Carlos Menem, quien provenía de la antigua clase
política, presidente durante la era privatizadora de los años 90,
Mauricio Macri es hijo del modelo neoliberal y por lo tanto su argumento
principal es el despojo, pasando por encima de los valores democráticos. Sus
referentes políticos son Donald Trump o Silvio Berlusconi. Encabeza un gobierno
al cuál no le interesa la democracia y mucho menos dejar decenas de miles
sin trabajo. Tampoco tienen pudor en cerrar centros culturales porque en aras
de achicar el Estado y el gasto público, se van sobre los derechos adquiridos
así como si es necesario dejar sin presupuesto alguno a escuelas y hospitales.
Apoyados por las clases ricas, los privilegiados de siempre y también por
grandes sectores de la clase media que se referencian en los más ricos, el
macrismo llegó a instancias no solo de estos sectores sino también de amplias
capas populares que adoptaron el modelo neoliberal y la constante prédica
difamadora de los medios hegemónicos como receta hacia "un futuro
mejor".
Atrás quedaron los globitos de
colores, las promesas de "pobreza cero", la justicia
"independiente" y otras tantas falsas promesas.
Esta apabullante violencia
real y también simbólica, se da en un marco, dónde la oposición nucleada
en el Frente para la Victoria (FpV) brilla por su ausencia. Salvo honrosas
excepciones, el ex oficialismo no demuestra las agallas exhibidas por los
trabajadores del SUTEBA (sindicato de docentes), ATE (Asociación de
trabajadores del Estado), Cresta Roja, o por aquellos que se manifiestan a
diario en los recónditos y diversos lugares de la República. Llama
poderosamente la atención, que después de 3 meses de una lamentable e
inesperada derrota no hayan ejercido un intento de autocrítica.
¿Como explicar estos lentos
reflejos de diputados y senadores que conforman un bloque mayoritario en el Congreso
de la Nación?
¿No realizar un pensamiento
crítico de todo lo ocurrido, llama a diluir a vastos sectores que se creyeron
sujetos de la historia y hoy pueden creer que fueron solo objetos de la misma?
¿No es tiempo de analizar y
criticar el verticalismo de los movimientos progresistas, para reestructurar
los mismos a través de una democracia horizontal y fomentar de esta manera la
tan postergada formación de cuadros políticos?
Mas allá del dispendio y la
arrogancia de muchos funcionarios públicos, en ningún momento se acompañó el
otorgamiento de derechos sociales adquiridos con la inevitable concientización
ideológica que los mismos beneficiarios deberían haber recibido?
¿Acaso tanta tibieza de los representantes de la oposición solo
pretende llevar agua para sus molinos, en lugar de criticar con firmeza el
comienzo del saqueo que este gobierno está demostrando?
Desgraciadamente, muchas de
estas preguntas, no encuentran respuesta adecuada por la ausencia u omisión de
un pensamiento crítico que acompañe a las luchas populares.
El acoso mediático y judicial
que hoy sufren los líderes latinoamericanos como Lula Da Silva, Evo
Morales, Maduro, Milagro Sala o Cristina Kirchner, debe ser neutralizado por la
movilización de masas, y por una acción conjunta y colectiva que nos
permita a futuro tener las bases y el protagonismo necesario para enfrentar el
neoliberalismo colonizador que ofende la vida y dignidad de las grandes
mayorías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario