Solo una izquierda que
reafirme lo alcanzado, pero a la vez se renueve, puede enfrentarse al capítulo
siguiente de nuestra historia que podría llamarse como un episodio de la Guerra
de las Galaxias: El imperio contraataca.
Fander Falconi / El Telégrafo (Ecuador)
Parecería que la
maldición del péndulo político nos persiguiera a los latinoamericanos. Así como
la década de 1970 comenzó con la proliferación de dictaduras en el continente
(no todas de derecha) y terminó con los ‘retornos’ a la democracia alrededor de
1980, hoy asistimos a un remezón de los gobiernos de izquierda. Los graves
problemas de Venezuela, con la pérdida de puestos en la Legislatura, y el serio
revés en Argentina, con la derrota de la candidatura presidencial, son serias
alertas. En Bolivia, Evo Morales perdió un referéndum y en Bogotá la derecha
recuperó la alcaldía. Hace dos años, Quito sintió lo mismo con la derrota de
Augusto Barrera.
Las alertas han sido
continuas y pocos las vieron venir. Ahora, ante una realidad que no puede
negarse, los elementos conscientes de la izquierda buscan renovarse y evitar el
desastre que significaría (en algunos casos, como el de Quito y Argentina, que
ya han significado) el regreso triunfal de la derecha.
La hora presente se
presenta sombría para América Latina, con la caída de precios de las materias
primas, la desaceleración de China y la salida de capitales. La necesidad de
ajustes podría afectar programas sociales que ya están en marcha y eso
acarrearía el rechazo de los mismos sectores beneficiados. El río revuelto
sería entonces aprovechado por los pescadores de la orilla derecha, cuyos
recursos son enormes.
Las derechas siempre
han contado con el apoyo imperial, porque son más dóciles en el proceso de
dominación. Que el imperio nos sigue considerando su patio trasero se evidencia
en la actual campaña electoral, desde la tosca verborrea de Trump hasta el
discurso suavizado de Clinton. Solo el candidato Sanders, atípico en el
proceso, se dirige con respeto a los demás países.
La derecha
latinoamericana, aprovechando la crisis internacional, pero tratando de hacerla
parecer más bien como mal manejo local, tratará de recuperar el terreno
perdido. Su propuesta, de llegar al poder, es conocida y probada como receta
del hambre: libre comercio, austeridad en lo social, más exportaciones de
materias primas y alimentos, poca industrialización, privatizaciones del
patrimonio de los ciudadanos.
Esta derecha a la que
nos enfrentamos está más unida que antes, se ha preparado y conoce las
debilidades de una izquierda que ya ha conocido el desgaste del poder. Hasta en
forma tecnológica está mejor preparada, pues usa las redes sociales a su favor
y aprovecha los mensajes de los medios de comunicación, mayoritariamente de su
línea.
La izquierda representa
los valores de renovación de la especie humana y de respeto al planeta. El
proceso electoral que se acerca en Ecuador será decisivo para la vida de
ecuatorianos y ecuatorianas. Unidos venceremos a quienes continúan con el
discurso desgastado de la derecha que sataniza a quien sostenga una ideología
definida a favor del pueblo, sin darse cuenta de que su posición ‘práctica’
mercantilizada también es ideología, aunque decadente.
Solo una izquierda que
reafirme lo alcanzado, pero a la vez se renueve, puede enfrentarse al capítulo
siguiente de nuestra historia que podría llamarse como un episodio de la Guerra
de las Galaxias: El imperio contraataca.
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