sábado, 12 de marzo de 2016

El rostro poliédrico del desplome petrolero

La caída de los precios del petróleo puede leerse también como un síntoma de agonía en una economía que se sustentó en la sobreproducción como la han tenido los países emergentes, donde el exceso de suministro no afectaba, mientras podían digerir aún las altas dosis.

José Fortique / @jfortique

Corren los primeros meses del 2016 y el temor de los países dependientes de la renta petrolera se confirma: no repunta el precio del barril. Los marcadores petroleros se encuentran en caída libre con una economía mundial en medio de la tibieza. La cesta OPEP ha bajado de forma exponencial desde Julio de 2015 (60 US$) hasta enero de 2016 (27 US$). Las causas no reposan exclusivamente en el sector petrolero. La caída de otros sectores energéticos como el carbón ratifica una tendencia a la baja. Sin embargo, la situación no es nueva, el gas natural, juntos a otros commodities se hundieron incluso en los años del boom petrolero.

El mercado petrolero se ha visto afectado por el sobreabastecimiento. En el pasado, las tácticas de la OPEP apuntaban a la reducción de la oferta como estímulo. Esta respuesta parece no entrar ahora en la agenda de todos los productores de la organización. Las monarquías del Golfo Pérsico han preferido seguir bombeando sin pausas, a pesar de la caída prolongada de los precios. Son preguntas obvias: ¿tiene efectos positivos para algún país la situación actual? o ¿seguirán bajando los precios a nuevos mínimos históricos? De forma recurrente, la volatilidad de los precios se asociaba a circunstancias de carácter geopolítico o ambiental. Una rápida vista por el mapa de conflictos, muestra pocos cambios en las tensiones de Ucrania y la persistencia del conflicto sirio; con una débil tregua firmada bajo los auspicios de las potencias.

Los brujos del FMI han pronosticado un petróleo bajo para el año 2016. El contexto está signado por la caída de las materias primas, la ralentización de la economía China y el fortalecimiento del dólar. Los números de la CEPAL no distan de esas estimaciones, proyectando un crecimiento precario en la economía mundial. La contracción de Brasil tendría un efecto importante en varia escalas. Por otro lado, el sector energético en América Latina sufriría una caída similar a la de 2015, apuntando al 24% en pérdidas. Las estimaciones sobre Venezuela son profundamente negativas. El marcador Merey, que identifica la producción venezolana en la cesta OPEP, es el más afectado con los descensos de los precios, en comparación con otros productores de la organización.

El argumento optimista del director de estudios del FMI, basado en el efecto positivo de la baja de los precios del petróleo, no convence a todos. El supuesto incentivo a la demanda en las economías centrales luce distante. Por el contrario, desde otros lados del análisis, la situación no es vista como una crisis pasajera. Incluso, la hipótesis del fortalecimiento de las economías centrales entra en jaque por la lógica del capitalismo financiero. Por ejemplo, en la óptica de economistas como Alejandro Nadal[1], las conexiones entre las inversiones petroleras y el sector financiero pueden terminar arrastrando al colapso a un significativo número de bancos o fondos de inversión. Otros autores como Paul Krugman[2] advierten sobre el efecto de despalancamiento que puede tener la caída del crudo.

Arabia Saudita, negada a discutir la opción de recortes de producción en el seno de la OPEP, está librando su propia guerra de precios, con una postura inamovible pero un camino nada fácil. Las condiciones no lucen favorables a mediano plazo y se han visto forzados a tomar medidas frente a la disminución de los ingresos petroleros. Mientras el aumento de combustibles, agua y electricidad son partes de las maniobras de ajuste por parte de la monarquía saudita. El incremento del déficit está sustentado en unas cuantiosas reservas de 602,031.82 mmd[3], que pretenden seguir alimentado los subsidios, soportar el desequilibrio en la cuenta corriente y alargar las costosas campañas que libra en su área de influencia, como la guerra en Yemen. 

La postura de Irán ante la complejidad petrolera no sorprende. Luego de una larga negociación sobre su programa nuclear, la cancelación de las sanciones económicas es una victoria importante. Estas medidas unilaterales desde países occidentales limitaron su capacidad de extracción. En el cuadro 02 se observa la caída consecutiva en la producción entre los años 2012 - 2013:

Cuadro 01
Producción Petrolera de Irán 2011 - 2014
Año
2011
2012
2013
2014
Millones de barriles diarios
4373 mbd
3742
3525 mbd
3614 mbd
Fuente: Elaboración propia en base a BP Statistical Review of World Energy, Junio 2015.

De cara a una leve recuperación desde el año 2014, se espera un salto vigoroso post-sanciones para recuperar los porcentajes perdidos. Hasta ahora, nada indica que desde Teherán se esté dispuesto a ceder en la recuperación de cuotas en el mercado, a pesar de los bajos precios. Del mismo modo, el potencial de Irán también se extiende al sector gasífero detentando el 18.2% de las reservas probadas a escala mundial, por eso se prevé el desarrollo de proyectos ambiciosos y, al mismo tiempo, actualiza sus refinerías; abre la participación para la inversión internacional en grandes campos gasíferos como South Pars.

El desplome petrolero va asociado al performance mediático donde se cruzan las declaraciones de los ministros de energía y la dirección de la OPEP.  Mientras Rusia, Irán y Arabia Saudita asoman la posibilidad de seguir inundando el mercado, países como Venezuela han activado la petro-diplomacia para gestionar estrategias que detengan el hundimiento. Por esta razón, Caracas solicita moderar la llave del grifo, para intentar estabilizar los precios; las idas y vuelta del gobierno de Maduro a los países del Golfo e Irán son parte de esta avanzada. El gobierno venezolano enfrenta una crisis política interna, acompañada de números rojos en la balanza de ingreso. Sin embargo, el agotamiento del modelo rentístico no es novedoso, pero la estrategia de sus socios del Golfo lo coloca frente a un shock coyuntural.

La caída del crudo también arrastró economías dependientes en África. Las exportaciones de países como Nigeria (Gas + Crudo) o Angola (Crudo) están basadas en el extractivismo. Asimismo, buena parte de los productores tradicionales no cuentan con el colchón de reservas de países como Emiratos Árabes Unidos o Kuwait.  Por tanto, la frase más común en estos meses es la “reestructuración” de las empresas estatales  o privadas para afrontar la crisis. El caso de Nigeria ilustra los impactos en países con bajos ahorros, donde  la renegociación de sus deudas soberanas y la solicitud de fondos de emergencia para enfrentar al déficit, se han convertido en una preocupación. Precisamente, la búsqueda de inyección apunta hacia China, el Banco Africano de Desarrollo o el Fondo Monetario internacional. De modo que, el FMI es uno de los grandes ganadores en la debacle, aprovechando el debilitamiento del sector para negociar sus paquetes de ayuda con la receta neoliberal como pócima mágica.

¿Qué pasó con el esquisto?, el boom del fracking logró revertir la caída de la producción en los Estados Unidos. Así que la apertura a sectores no convencionales, bajo técnicas de explotación con alto impacto ambiental, creó una burbuja que hoy peligra frente al petróleo barato. El cuadro 02 muestra la evolución de la producción de los Estados Unidos en estas fechas:

Cuadro 2
Producción petrolera de los Estados Unidos 2011-2014
Año
2011
2012
2013
2014
Millones de barriles diario
7861 mbd
8904 mbd
10069 mbd
11644 mbd
Fuente: Elaboración propia en base a BP Statistical Review of World Energy, Junio 2015.

La profecía de la Energy Information Administration (EIA), que auguraba la autosuficiencia de los Estados Unidos para el 2021, depende de la evolución del esquisto. Por consiguiente, cambiar el mapa energético mundial y situarse como un exportador, lucía sólido mientras los precios superaban los tres dígitos. La reciente guerra de precios ha dejado clara la posición de algunos jugadores tradicionales, que han preferido el harakiri, a entregar más cuotas a los sectores no convencionales.

El viejo pacto de seguridad/energía entre Arabia Saudita y los Estados Unidos se ha resentido con el agotamiento hegemónico, ¿es una guerra basada en las leyes del mercado? La estrategia saudita sigue su curso. Después de meses del alud, las deudas han debilitado la salud de los proyectos de esquisto en el mundo; verbigracia: el caso de Vaca Muerta en Argentina. Con ese clima enrarecido, YPF ha reconocido la afectación de sus inversiones a corto plazo. Sin embargo, se estima que no todas las compañías vinculadas al esquisto paren el bombeo por los compromisos crediticios. La pregunta es ¿lograrán sobrevivir a una prolongada caída de los precios? De momento, las iniciativas como el congelamiento de la producción dejan en claro que miembros OPEP y no OPEP pueden cooperar para tratar de reducir los inventarios, no se traduce en un recorte de la producción sino en una terapia sobre la epidermis de los precios.

Las operaciones del Dáesh en Irak o la fragmentación de Libia son de momento un freno al aumento de la extracción al máximo de las capacidades. Si bien circulan en algunos análisis la tesis de la “conspiración” en el mercado petrolero, no se puede obviar la dinámica del capitalismo como sostiene Wallersteine[4]. “El sistema se encuentra muy lejos del equilibrio y las fluctuaciones son enormes. De ahí que resulte imposible hacer predicciones de corto plazo, lo cual tiende a congelar el consumo, esto se conoce como crisis estructural.”

Sería absurdo asumir que la postura de Arabia Saudita o Irán es per se la responsable del retroceso de los precios del crudo. La reacción de la monarquía contra sus rivales es una clásica pugna entre competidores de un mercado que funciona con imperfecciones, y que está colocando a prueba los grupos monopólicos con el ingreso de los nuevos actores. Las palabras del ministro saudita Ali al-Naimi sobre prepararse para el petróleo barato, sintetizan una propensión a invertir en la baja de los costos de extracción. En este caso, no estarían sólo quedando rezagados los productores no convencionales, sino que incluiría a los pequeños y medianos productores con poca capacidad de inversión. 

Está por verse el optimismo de la EIA de los Estados Unidos, quien pronostica en su Short-Term Energy Outlook[5] una recuperación para 2017 de los precios. El promedio estimado por este organismo, merodearía cercano a los 60 US $ con una caída relativa de la producción interna en ese país. A pesar de las amenazas de los productores no convencionales de bombear más, la hipotética recuperación de los precios por encima de los 40 US$ depende del consumo mundial que sigue siendo moderado como se proyecta en la siguiente gráfica:

Fuente: OPEC Monthly Oil Market Report – January 2016

¿El petróleo es sólo renta o un arma geopolítica? En términos de Asdrúbal Baptista[6] es un medio de producción no producido. Se debe señalar que el debate sobre su condición  de mercancía es profundo, en vista de la teoría económica expuesta por Marx, donde los recursos pre-existente entran en la dinámica del intercambio con otras mercancías posterior a su extracción. En países como Venezuela, la dependencia petrolera determina más del 90% de sus ingresos en divisas, las fluctuaciones en los precios se han convertido en una variable fatigosa de un modelo fracasado; identificado como capitalismo rentístico.

Es imposible no encontrar en el análisis contemporáneo de las relaciones internacionales o la geopolítica, a los recursos energéticos como una constante. Indubitablemente, su importancia se liga a la escasez, a la confrontación entre Estados por su aseguramiento y a la participación de actores transnacionales. La seguridad energética incluye al petróleo como una de las fuentes esenciales en el sistema capitalista. Precisamente por esta razón, la caída de sus precios puede leerse también como un síntoma de agonía en una economía que se sustentó en la sobreproducción como la han tenido los países emergentes, donde el exceso de suministro no afectaba, mientras podían digerir aún las altas dosis.

Evitando el ejercicio de la profecía en medio de la tempestad, lo único que se difumina en este escenario es la tesis del rebote a corto plazo y la vuelta al petróleo de tres dígitos. Aparte de que sólo basta mirar los precios históricos del petróleo para confirmar la inestabilidad permanente de la economía capitalista, asociada a los estremecimientos geopolíticos centrados en la producción. Sin embargo, está lejos de superarse la dependencia mundial de los recursos energéticos de origen fósil, como demuestra la BP Statistical Review of World Energy[7], los sectores dominantes de la matriz son el carbón, el gas natural y el petróleo. Posiblemente estas crisis reacomoden los patrones de consumo, pero en la actualidad el predominio está en el sector petrolero.

REFERENCIAS

Baptista, A. (1997). Teoría Económica del Capitalismo Rentístico, Caracas, BCV.
British, P (2015). BP Statistical Review of World Energy, London, BP. http://www.bp.com/content/dam/bp/pdf/energy-economics/statistical-review-2015/bp-statistical-review-of-world-energy-2015-full-report.pdf - Consultado en Marzo de 2016
.
Energy, EIA (2016). Short-Term Energy Outlook (STEO). EIA. http://www.eia.gov/forecasts/steo/pdf/steo_full.pdf  - Consultado en Marzo de 2016.
FMI, (2016) Report Data Arabia Saudita. https://www.imf.org/external/np/sta/ir/IRProcessWeb/data/sau/eng/cursau.htm#I - Consultado en Marzo de 2016.
Krugman, P. (2016) Desventaja global del desplome del precio del petróleo. El Financiero. http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/la-desventaja-global-del-desplome-del-precio-del-petroleo.html   - Consultado en Marzo de 2016.
Nadal, A. (2016). Petróleo, mercados financieros y recesión global. La Jornada. http://www.jornada.unam.mx/2016/02/03/opinion/022a1eco - Consultado en Marzo de 2016.
OPEC, (2016). Monthly Oil Market Report. Vienna, OPEC. http://www.opec.org/opec_web/static_files_project/media/downloads/publications/MOMR%20February%202016.pdf - Consultado en Marzo de 2016.
Wallersteine, I. (2010). Estados Unidos: La crisis sistémica y las nuevas condiciones de legitimación, Madrid, Siglo XXI.






[1] Véase Petróleo, mercados financieros y recesión global http://www.jornada.unam.mx/2016/02/03/opinion/022a1eco
[4] Immanuel Wallersteine, Estados Unidos: La crisis sistémica y las nuevas condiciones de legitimación, Madrid, Siglo XXI, 2010, pp. 37.
[5] Véase Short-Term Energy Outlook http://www.eia.gov/forecasts/steo/pdf/steo_full.pdf 
[6] Asdrúbal Baptista, Teoría Económica del Capitalismo Rentístico, Caracas, BCV, 1997,  pp.21.

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