Obama pretende transformar la condición de lo que en Estados Unidos se
denomina “liberal demócrata” para abrirse paso cual nuevo colonizador vendiendo
-valga la redundancia- democracia liberal como espejitos que pretenden hacer
olvidar su pasado guerrerista y genocida.
Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra
América
Desde Caracas,
Venezuela
La
situación internacional y, supongo, que la cercanía del fin de su mandato, está
haciendo que la soberbia imperial esté alcanzando niveles impensables en la
actuación y los discursos de Barack Obama y algunos altos personeros de su
gobierno. Unos meses antes de salir de la Casa Blanca, para encaramarse en el
Olimpo de los ex mandatarios en el que muy probablemente, tal como Tony Blair,
cobrará 300 mil euros por una conferencia, además de un millón de dólares por
asesorías bancarias como lo señala el portal chileno Politika, en las últimas
semanas, Barack Obama ha comenzado a esbozar ideas que transmiten un
pensamiento confuso, con el cual, al parecer está diseñando su proyección a
futuro.
Así
como Jimmy Carter ha hecho un gran negocio como el “Dios” de la observación en
cuanta elección haya en el planeta, dando lecciones de democracia a la
estadounidense, y Bill Clinton ha ganado miles de millones de dólares
aprovechando la miseria y el dolor del pueblo haitiano como negocio, Obama
pretende transformar la condición de lo que en Estados Unidos se denomina
“liberal demócrata” para abrirse paso cual nuevo colonizador vendiendo -valga
la redundancia- democracia liberal como espejitos que pretenden hacer olvidar
su pasado guerrerista y genocida, de la misma manera como lo lograron exitosamente
sus dos colegas demócratas que lo antecedieron.
Sin
embargo, la voracidad y descaro de este presidente que sin haber hecho nada le
regalaron el Premio Nobel de la Paz, casi al comenzar su primer mandato, parece
no tener límites. En reciente entrevista para la revista “The Atlantic”, este
moderno Poncio Pilatos, lavándose las manos respecto del desastre creado en el
Medio Oriente y el norte de África por las intervenciones militares de Estados
Unidos y la OTAN, señaló que sus aliados europeos y árabes habían involucrado a
su país en disputas regionales, que no tenían que ver con los intereses de
Washington en la región.
Fue
preciso: “ La competencia entre los saudíes e iraníes que ha contribuido a
alimentar guerras de poder y el caos en Siria, Irak y Yemen nos obliga a decir
a nuestros amigos, así como a los iraníes que necesitan encontrar una manera
eficaz de compartir la zona y fundar una especie de paz fría”. Todo esto,
después de cientos de miles de muertos y la destrucción de tres países que cuyo
común denominador fue la intervención militar, directa o indirecta de Estados
Unidos y la OTAN, a fin de obtener objetivos que solo ellos, los poderes
imperiales, se propusieron.
Con
respecto a Libia, la “cara dura” del inquilino de la Casa Blanca no se puede
catalogar menos que de inaudita. Después de destruir al país más próspero y de
mayor nivel de desarrollo social de África para convertirlo en un Estado
inviable, sumido en una guerra tribal y sectaria que no se sabe cuándo
terminará, causando sufrimiento, dolor y muerte a su población, Obama se limita
a decir que la intervención de la OTAN en ese país fue un error sustentado en
la suposición de que Gran Bretaña y Francia asumirían la mayor responsabilidad.
Una vez más, el presidente estadounidense fue puntual. Según él, Nicolás
Sarkozy, su colega francés “quería presumir de los vuelos que estaba haciendo
en la campaña aérea en Libia a pesar del hecho de que Estados Unidos había
borrado (sic) todas las defensas aéreas y establecido toda la infraestructura“
de la intervención militar.
Por
otro lado, con respecto a Cuba, cuando Obama está a solo días de realizar una
histórica primera visita de un presidente estadounidense a ese país en cien
años, ordenó a su Secretario de Estado adjunto Anthony Blinken que soltara una
diatriba absurda, propia de la guerra fría, tal vez pensando que con eso iba a
amedrentar a los cubanos. En el marco de una inmoralidad sin límites, Blinken
acusó a Cuba, además de China, Rusia y Venezuela de ser países donde se violan
los derechos humanos. Con respecto a Cuba, el funcionario dijo que “…estamos
cada vez más preocupados acerca de las detenciones breves de activistas
pacíficos por parte del gobierno, que alcanzaron cifras récord en enero.
Exhortamos al gobierno cubano a abandonar esta táctica de acallar protestas
pacíficas. En unas semanas el presidente Obama realizará una visita histórica a
Cuba y destacará que sería mejor para el pueblo cubano que existiera un ámbito
donde la gente se sienta libre de escoger sus partidos políticos y líderes,
expresar sus ideas, y donde la sociedad civil sea independiente y se le permita
prosperar”. Es decir Obama, ahora por
otra vía, quiere lo mismo de siempre, es decir, que Cuba adopte el modelo político
de Estados Unidos, el mismo que se caracteriza por graves violaciones a
derechos humanos en todo el mundo, discriminación racial, violencia policial
contra los negros y otras minorías, persecución de inmigrantes, práctica de
tortura, existencia de cárceles ilegales y asesinatos de civiles inocentes con
drones y otras perlas del “american way of life”. Estamos hablando del país que
solo ha firmado 11 convenciones de la ONU sobre derechos humanos de más de 40
existentes.
Inexplicable
para quien vocifera sobre derechos humanos en la ONU. Obama no ha hecho nada
por cambiar esta situación durante su mandato.
En
el colmo del paroxismo, respecto de Venezuela, abogó por dos delincuentes
presos, los que antes de cometer su delito eran dirigentes de un partido
político, olvidando que esos individuos son responsables de actos contra el
orden constitucional en los cuales resultaron 43 muertos y más de 800
lesionados y por los que en Estados Unidos hubieran sido condenados a pena de
muerte o cadena perpetua en el mejor de los casos.
En
el extremo de su demencia, durante una entrevista en la cadena CNN, Obama dijo
que el gobierno de Venezuela era ilegítimo, a pesar de haber sido elegido en
comicios verificados internacionalmente en el que participaron cerca del 80 %
de los ciudadanos…y quien lo ha dicho, fue elegido (al igual que todos sus
colegas) por alrededor del 25% de los votantes. Le respondió el Ministro de
Defensa de Venezuela, General Vladimir Padrino López, quien dijo que: “Obama es
un peligro no solo para Venezuela, sino para toda América Latina”.
Respecto
de Argentina, en un ataque de sinceridad expuso que: "A la presidenta
Fernández yo la veía a menudo en los eventos del G-20 o similares. Teníamos una
relación cordial, pero en lo que respecta a sus políticas de gobierno eran
siempre antinorteamericanas. Creo que ella recurría a una retórica que data
probablemente de los años 60 y 70, y no a la actualidad", dijo el
mandatario norteamericano. Mientras que al hablar del nuevo presidente
Mauricio Macri, también fue claro:
"El presidente Macri reconoce que debemos mirar adelante, y que la
Argentina, que históricamente fue un país muy poderoso, ha visto debilitada su
posición relativa en parte por no haberse adaptado a la economía mundial tan
eficazmente como hubiera podido.". O sea, te subordinas a los Fondos
Buitre, despides decenas de miles de trabajadores, reprimes brutalmente a
quienes protestan pacíficamente y dejas que Wall Street de las órdenes en tu
país y eres eficaz y adaptado a la economía mundial, caso contrario, estás
desactualizado y apegado al pasado. Ya en Panamá había dicho que había que
olvidar la historia.
Pero
internamente, tampoco las tiene todas consigo. En su último informe al
Congreso, en enero pasado, Obama se vio obligado a responder al pre candidato
republicano Donald Trump, pidiéndole a los ciudadanos que se mantengan fieles a
los valores estadounidenses. Veladamente, le dijo a Trump que "quien diga
que la economía norteamericana está en declive vive en un mundo de
ficción" y afirmó ufano como fuera el dueño del mundo quien hablaba
"Estados Unidos de América es la nación más poderosa de la Tierra. Punto.
En lo que respecta a todos los temas internacionales importantes, en el mundo
no buscan en Beijing o en Moscú un liderazgo, nos llaman a nosotros". Al
parecer fue poco convincente, el propio Trump tuiteó que el discurso fue
"realmente aburrido, lento, apático muy difícil de mirar".
Al
leer estas contradictorias declaraciones del presidente Obama y algunos de sus
subordinados, no puedo menos que recordar aquella canción del extraordinario
merenguero dominicano Wilfrido Vargas, que en su estribillo decía “Mami, ¿Qué
será lo que quiere el negro?”, y por supuesto el coro que acompañaba la melodía
“Que le den, que le den, que le den”.
Caracas, 18 de marzo de 2016
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