Antes de que Turquía existiera como
república, esa nación perteneció al Imperio Otomano. Cien años después en
diversos países de América Latina se ha conmemorado (traer a la memoria) los acontecimientos que ocurrieron en 1915.
Adalberto
Santana / Especial para Con Nuestra América
Entre 2015 y 2016, el Centro de Estudios
Latinoamericanos de la Universidad de Ankara (Turquía) ha organizado con sus
pares en Colombia (Universidad Externado); Costa Rica (Universidad Nacional de
Costa Rica); Ecuador (Universidad Central de Ecuador); Bolivia (Universidad Mayor de San Andrés) y
Paraguay (Universidad Nacional de Asunción junto con la Universidad Nihon
Gekko) una serie de actividades conmemorativas de aquel histórico
acontecimiento que fue la Primera Guerra Mundial y el colapso del Imperio Otomano.
Sin duda estudiar y analizar aquellos hechos desde la
perspectiva académica, ha sido una rica experiencia que ha permitido comprender
quien fue el gran perdedor de aquel conflicto.
No cabe duda que los más afectados fueron los pueblos del antiguo pueblo
otomano el cual vivió las mayores consecuencias (una enormidad de víctimas) así
como la pérdida de su territorio que quedó en manos de diversas potencias
occidentales como Inglaterra, Francia e
Italia.
Concluida la Primera Guerra Mundial,
puede caracterizarse como el primer gran enfrentamiento militar del siglo XX
entre las principales potencias que hasta ese momento dominaban el Viejo Mundo
y que culmina en el año de 1918.
Terminando aquel conflicto que generó aproximadamente más de 10 millones
de muertos en Europa, numerosas víctimas y la destrucción de bienes, junto con
ello también emergió la actual República de Turquía como un nuevo Estado.
Se sostiene que una de las causas que
originaron ese conflicto mundial bélico fue por un lado la preocupación de la
Rusia zarista por la situación
prevaleciente en los Balcanes, así como por la influencia que Alemania tenía
tanto en Bulgaria como en Turquía.
Situación que posibilitó que las fuerzas germanas y austriacas controlaran el
estrecho de los Dardanelos, la principal ruta comercial rusa. Esto sin duda
provocó durante el desarrollo de la guerra el estrangulamiento de la economía
del imperio zarista. De igual manera el involucrarse Rusia en un conflicto de
esa naturaleza, también funcionó internamente como una válvula de escape frente
a las contradicciones sociales rusas.
Los protagonistas en esa Primera Guerra
Mundial, fueron por una parte las
llamadas Potencias Centrales: Alemania, Austria-Hungría, Turquía (esta última
entró al conflicto en noviembre de 1914) y Bulgaria (octubre de 1915). En tanto
que en el bloque de los Aliados figuraban: Rusia zarista (quien se retiró en
diciembre de 1917), Francia, Gran Bretaña, Italia (ingresó en mayo de 1915),
Rumanía (agosto de 1916) y los Estados Unidos (abril de 1917). Vladimir Ilich Lenin
caracterizaba aquel momento (23 de agosto de 1915, Sotsial-Demokrat, núm. 44)
como un cuadro en el que se hacía presente como elemento central la emergencia
del capital monopolista como un hecho internacional. Es decir, era una guerra
en la cual el mundo era repartido entre “un puñado de grandes potencias”, cuya prosperidad era en base al saqueo y
opresión de las naciones. De hecho lo que nos estaba diciendo Lenin en 1915 es
lo que más tarde, en 1917, va a enunciar en su clásico ensayo El imperialismo, fase
superior del capitalismo. En él, menciona en el prólogo a las
ediciones francesa y alemana, que “la guerra de 1914-1918 ha sido, de ambos
lados, una guerra imperialista (esto es, una guerra de conquista, de bandidaje
y de rapiña), una guerra por el reparto del mundo, por la partición y el nuevo
reparto de las colonias, de las `esferas de influencia` del capital financiero,
etc.”.
De esta manera un paralelismo entre la
Primera Guerra Mundial en Europa se genera en América Latina y el Caribe en la
coyuntura de 1915. Esto es, la similitud del saqueo imperialista en una y otra
zona. Pero a su vez es una coyuntura que en la Europa Oriental abre las
perspectivas de una revolución social como la que se desarrolla en Rusia, en el
caso latinoamericano lo encontramos en México con la llamada Revolución
Mexicana. Pero también la nuevas formas de neocolonialismo que van a imperar en
algunos territorios del Imperio
Otomano ocurrirán en otros escenarios
caribeños y centroamericanos.
En América Latina y el Caribe entre 1914 y 1915 se vivían otras situaciones
político-militares también muy convulsionadas.
La entrada del siglo XX fue la etapa en que el imperialismo
estadounidense ejerció la llamada política del “Gran Garrote”. Esto es, Washington ejerció una política
externa, particularmente hacia la región latinoamericana y del Caribe, basada
en el uso de la fuerza. Lo que llevó a una serie de intervenciones militares y
políticas en casi todo el continente.
De esta manera lo que encontramos en esa
coyuntura generada en 1915, es que a partir de ese momento se acentuó la
dominación de Washington en la región latinoamericana. El capital financiero
fincó raíces en la estructura económica de la región.
En este contexto de conmemoraciones
encontramos cómo cien años después, en 2015, el presidente de Turquía, Recep
Tayyip Ergodan, realizó una gira por cuatro países latinoamericanos: Colombia,
Cuba, México y Ecuador (febero de 2016). De esa manera en la visita de Erdogan a la región latinoamericana destacaron la firma de acuerdos de
cooperación económica, educativos, turismo y agricultura.
Conviene recordar que en la visita a La
Habana de Erdogan, como en las conmemoraciones universitarias latinoamericanas, se recordó la relevancia de Mustafa Kermal Atatürk (1881-1938),
padre fundador de la actual República de Turquía en 1923 y gestor de las
principales ideas de la liberación nacional turca. Tema que sigue teniendo una gran vigencia en
los inicios del siglo XXI, particularmente cuando las ofensivas del terrorismo del
Estado Islamico busca la nueva dominación de los pueblos de Siria, Afganistán e
Irak. Así, las palabras de Ataturk, cobran nuevamente gran significado. Por
ejemplo, cuando señalaba en 1924: “Las instituciones fundadas en la esclavitud
de las naciones están condenadas a ser destruidas en cualquier lugar”.
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