En esta coyuntura corresponde a las fuerzas
políticas del chavismo hacer los mayores esfuerzos para evitar todo desgaste
interno y analizar la mejor estrategia de lucha que corresponda a las
necesidades de tan delicada situación.
Gilberto
López y Rivas / LA JORNADA
La renovación de la orden ejecutiva dictada por Barack Obama, que por
segundo año insiste en declarar a la República Bolivariana de Venezuela como
una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y a la política
externa de Estados Unidos, constituye una clara violación al marco jurídico
internacional y a los principios de no injerencia en los asuntos internos y de
igualdad soberana de los estados. En los hechos, se trata de apoyar
abiertamente las acciones desestabilizadoras de la derecha venezolana, que
pretende derrocar por cualquier medio al gobierno constitucional de Nicolás
Maduro. El imperio y sus asociados apátridas se unifican en una operación
subversiva que pretende pasar por legal y legítima. No hay duda: la revolución
bolivariana se encuentra en el momento de mayor peligro, después de la muerte
del presidente Hugo Chávez.
En esta coyuntura corresponde a las fuerzas políticas del chavismo hacer
los mayores esfuerzos para evitar todo desgaste interno y analizar la mejor
estrategia de lucha que corresponda a las necesidades de tan delicada
situación. No es suficiente con identificar las características actuales del
factor constante imperialismo/burguesía, en esta renovada ofensiva contra el
proceso bolivariano, sin que al mismo tiempo se ubiquen y asuman las
responsabilidades propias, en el interior del propio movimiento chavista,
tendientes a consolidar y desarrollar una defensa efectiva de las conquistas de
la revolución, basadas en el poder popular-comunal, la propiedad social y el
socialismo.
En el memorable documento Plan de la patria, más vigente que nunca
en condiciones de riego extremo como las actuales, el comandante Chávez planteó
lo siguiente: “Para avanzar hacia el socialismo, necesitamos de un poder
popular capaz de desarticular las tramas de la opresión, explotación y
dominación que subsisten en la sociedad venezolana, capaz de configurar una
nueva sociedad desde la vida cotidiana, donde la fraternidad y la solidaridad
corran parejas con la emergencia permanente de nuevos modos de planificar y
producir la vida material de nuestro pueblo. Al presentar este programa, lo
hago con el convencimiento de que sólo con la participación protagónica del
pueblo, con su más amplia discusión en las bases populares, podremos
perfeccionarlo, desatando toda su potencia creadora y liberadora”.
Chávez consideró al pueblo trabajador como la fuerza política motriz de
este proceso liberador y también como la única posible en la cual confiar para
una alianza estratégica. Esta verdad meridiana se probó en el golpe de Estado
de 2002. Ya Sandino había sentenciado: “sólo los obreros y campesinos irán
hasta el fin”. Cualquier otro pacto estará mediado por el interés de clase, y
más temprano que tarde éste prevalecerá sobre cualquier otro en juego, por más
“nacional” o “patriótico” que se autodefina el empresariado o sector productivo
con el que se pretenda hacer alianzas, por ejemplo, para el “abastecimiento
interno”.
En otro documento fundamental, Golpe de timón, Chávez hizo un
ferviente llamado a fortalecer el poder comunal, como un medio fundamental de
la construcción del socialismo democrático, de un nuevo tipo de hegemonía
democrática, que convenciera a través de un cambio cultural, por medio de la
autocrítica, a la que consideraba necesaria para actuar y rectificar, “no para
seguirla haciéndola en el vacío, o lanzándola como al vacío”. El comandante
Chávez recuerda que el gobierno que presidía tenía un carácter revolucionario y
había sido ratificado por el pueblo (como lo ha sido en 18 de 20 ocasiones,
incluyendo al actual gobierno de Nicolás Maduro), pero –acotaba– “también muy
criticado por un pueblo y con razones, y éstas son algunas de las razones, la
falta de eficiencia”.
Este es un texto histórico, en el que en su estilo coloquial tan
peculiar, Chávez inquiere a sus propios ministros, sus “queridos compañeros”,
sobre “si han ido a dormir tres días en un barrio” o “a ver cómo está el
proyecto de los indios cuiba y quedarse tres días allá, o sembrarse allí en
Sarria, un ministro, el viceministro… Bueno, la comuna, el poder popular, no es
desde [el Palacio de] Miraflores ni es desde la sede del ministerio tal o cual
desde los que vamos a solucionar los problemas… Cuidado, si no nos damos cuenta
de esto, estamos liquidados, y no sólo estamos liquidados, seríamos nosotros
los liquidadores de este proyecto. Nos cabe una gran responsabilidad ante la
historia a los que aquí estamos”.
Que la alianza imperialismo/burguesía mida bien las condiciones reales de
la actual situación política venezolana, antes de provocar una aventura sin
retorno, similar a las que ha llevado a cabo en otras latitudes, como las de
Medio Oriente. Más de tres lustros de iniciado el proceso del chavismo, éste ha
calado en extensión y profundidad en sectores importantes de la sociedad de
ese país hermano, entre los que se cuentan las propias fuerzas armadas
venezolanas. En una situación inédita, se ha logrado mantener, e incluso
profundizar, la unidad cívico-militar, que incluye la conformación de guardias
rurales, que están armados y han logrado disminuir la criminalidad en el campo,
instigada por el sicariato contratado (que incluye a los paras colombianos)
por las federaciones agrícolas acomodadas. También miles de hombres y mujeres
se han integrado a las Milicias Bolivarianas, con tareas preventivas y de
inteligencia en las áreas urbanas, que podrían ser movilizadas y armadas, en
caso de un ataque externo o complot militar interno, como se ha observado en
los múltiples simulacros de defensa realizados desde 2003 a la fecha, en los
que han participado confraternizando miles de ciudadanos y soldados.
El presidente Nicolás Maduro convocó para el 13 y 14 de abril próximos al
Congreso de la Patria, en el que todos los sectores sociales discutirán a
profundidad estos y otros muchos temas que aseguren el futuro de la revolución
chavista-bolivariana, acompañados por la solidaridad internacionalista de la
Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad. ¡Así sea!
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