Nuestras
democracias, duramente conquistadas gracias a la movilización y las luchas
populares, no pueden subordinarse a intereses autoritarios que surgen y se
perpetran a la sombra de un creciente fascismo social.
Comité Directivo
Secretaría Ejecutiva
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales –
CLACSO
El país que
superó la larga dictadura militar y aprobó la Constitución Ciudadana de 1988,
no puede sufrir un atentado tan grave a su estado democrático de derecho.
Debemos preservar las libertades individuales y colectivas, garantizando una
democracia efectiva para todos.
América
Latina tiene una larga historia de dictaduras militares que acentuaron la
represión política y la violación a los derechos humanos, la concentración de
la propiedad de la tierra y la desigualdad social, generando siempre el aumento
del poder económico de las élites.
El combate
a la corrupción constituye un deber de las instituciones públicas y privadas,
pero no justifica el uso de actos mediáticos que ofenden y atacan la normalidad
del estado de derecho. Toda acción de combate a la corrupción debe ser
realizada dentro de los límites legales y como parte del proceso de
perfeccionamiento de las instituciones democráticas, no de su mayor deterioro.
Hoy, en Brasil, los principios que deben guiar el ejercicio de la justicia en
una democracia republicana han sido maculados por recursos arbitrarios y
selectivos producto de discrecionales actos de la autoridad judicial, los que
se expresan en filtraciones periodísticas y operaciones policiales divulgadas
por algunos medios de comunicación como despreciable recurso de linchamiento
mediático, creando factoides políticos dirigidos exclusivamente al Partido de
los Trabajadores y al gobierno de la presidenta Dilma Rousseff.
Por otro
lado, la presidenta de la república ha sido atacada con acciones judiciales
arbitrarias y acuerdos políticos revanchistas, que sólo buscan, por los medios
y las formas que sean posibles, impedir que Dilma Rousseff concluya el mandato
que le fuera investido por el pueblo brasileño.
Exigimos
que se garanticen los procedimientos democráticos básicos, la presunción de
inocencia, la igualdad ante la ley, el derecho a una amplia defensa, sin ceder
a la voluntad de un sector del Ministerio Público o de un Poder Judicial que
carece de control social. Es urgente que el Consejo Nacional de Justicia asuma
sus responsabilidades, preservando el orden jurídico.
Nuestras
democracias, duramente conquistadas gracias a la movilización y las luchas
populares, no pueden subordinarse a intereses autoritarios que surgen y se
perpetran a la sombra de un creciente fascismo social. El riesgo de ruptura de
la legalidad y la institucionalidad democrática por una asociación entre
políticos derrotados en las últimas elecciones, sectores del Poder Judicial y
los grupos monopólicos que controlan la prensa nacional, no pueden comprometer
el futuro de Brasil.
Hacemos
aquí un llamado a la solidaridad y al apoyo de la comunidad latinoamericana
para garantizar en Brasil la democracia y el estado democrático de derecho,
conquistados en las últimas décadas. El pueblo brasileño desea y busca
construir un modelo de desarrollo sustentable; una democracia fuerte con
inclusión y justicia social; busca y lucha por el reconocimiento de sus
derechos y libertades fundamentales. Es esa soberanía del pueblo brasileño la
que debe ser preservada de las arbitrariedades, autoritarismos y oportunismos
políticos que hoy se están apoderando de Brasil.
Buenos Aires, 28 de marzo de 2016
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