El terror ha puesto en alerta a la humanidad
entera. Las causas de esta espeluznante
realidad se encuentran en el menosprecio que han hecho las potencias occidentales
del derecho internacional por cálculos geopolíticos para explotar el petróleo.
Arnoldo Mora Rodríguez / Especial para
Con Nuestra América
Dos hechos recientes
considerados “históricos”, cuya trascendencia por sus repercusiones a futuro va
mas allá de la conmoción que en lo inmediato provocan, están muy alejados en la
geografía y, sobre todo, en su naturaleza. El uno es esperanzador porque abre
espacios al diálogo político. El otro es espernible porque manifiesta el lado
más oscuro de la política actual. Ambos
reflejan dos maneras absolutamente opuestas de hacer política.
En el primer caso me
refiero a la visita de Obama a La Habana. Cuba se ha convertido, como dice el
Papa Francisco, en un centro mundial de diálogo
político ejemplar, haciendo realidad lo que el primer papa en visitar la
isla, Juan Pablo II, dijera luego de ser recibido tanto por las máximas
autoridades políticas, como por las multitudes, con estas premonitorias
palabras: ”Que el mundo se abra a Cuba para que Cuba se abra al mundo”.
Esta apertura no ha
sido fácil, porque implica el reconocimiento del derecho a ser diferente; cosa que la Cuba revolucionaria se ha ganado
al demostrar ser un pueblo libre y soberano, que no dialoga sino en condiciones
de igualdad y dentro el marco del más absoluto respeto al derecho
internacional. Obama lo reconoció al
afirmar que el pueblo cubano y solo él
tenía el derecho inalienable de decidir su propio destino. Un reconocimiento
que la Patria de Martí y Fidel se ha ganado por su indoblegable dignidad que le
ha valido el respeto universal. Cuba ha demostrado estar dispuesta a hablar de
todo y con todos, pero siempre de pie, sin doblegarse ante nada ni ante nadie.
Porque Obama lo ha reconocido, fue recibido no como un enemigo, a pesar de que
el Estado que él representa, mantiene el
bloqueo que el propio Obama repudia, y las leyes Helms-Burton y Torricelli que,
por violar los más elementales principios del derecho internacional, han sido
objeto de repudio universal, incluso de sus aliados como Canadá y Europa.
Dentro de este contexto, se debe considerar que la visita de Obama a Cuba se
inspira en el más elemental realismo político, dado que en las Naciones Unidas
el bloqueo ha sido unánime y reiteradamente condenado y en lo propios Estados
Unidos más de un 56% de la población aprueba el restablecimiento pleno de las
relaciones con la isla. Otro tanto creen un creciente número de políticos de
los dos partidos mayoritarios y hombres de empresa, de los más diversos
sectores de la economía yanqui, como el turismo y las compañías de aviación, la
agricultura, la industria farmacéutica, el mundo cultural y deportivo.
Sin embargo, el sesgo
imperial del discurso de Obama no puede soslayarse, ya que llama a olvidar el
pasado; lo cual nos hace pensar que el
apoyo total que su país ha dado a las oprobiosas dictaduras en el mundo entero,
incluida la de Batista cuyo rechazo por parte del pueblo cubano dio origen a la
revolución, Obama lo ve como una política de presidentes y gobiernos del pasado y no como una política de Estado todavía
vigente. Pedirle a las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo en Argentina, que
olviden el apoyo irrestricto que la Casa Blanca le dio a la dictadura
argentina, es como pedirle al pueblo judío que olvide el holocausto, o a la
población afrodescendiente de Estados
Unidos (de donde vienen Obama, Michelle y sus hijas) que olviden la esclavitud y la discriminación de que han
sido objeto en la flamante “democracia” gringa. Mientras un presidente de
Estados Unidos no pida perdón en su condición de jefe de Estado por estos
crímenes y genocidios, hay motivos para
seguir considerando a ese país como el
último y más sangriento imperio de Occidente. Y eso no es de ahora; remonta a
los inicios mismos de la Independencia de ese país, cuando Monroe promulgó su
tristemente célebre doctrina, lo que se hizo realidad en la generación
siguiente, cuando le arrebataron a México, su vecino mas inmediato del Sur, la
mitad de su territorio (2 millones de kilómetros).
La otra noticia que
sacudió al mundo, esta vez en forma negativa, han sido los atentados
perpetrados por el Estado Islámico en Bruselas.
El terror ha puesto en alerta a
la humanidad entera. Las causas de esta
espeluznante realidad se encuentran en el menosprecio que han hecho las
potencias occidentales del derecho internacional por cálculos geopolíticos para explotar el petróleo. Pero Cuba señala
el camino a seguir: diálogo político dentro del marco del respeto al derecho
internacional. Solo así se logrará una paz duradera para que los pueblos puedan
tener sueños de progreso y no pesadillas de horror.
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