Las ecotecnologías como vías de emancipación social y para la defensa
de los territorios se ven claramente reconocidas cuando se ponen en el contexto
de la ecología política.
Víctor
M. Toledo / LA JORNADA
Desde la óptica que nos
da la ecología política, que es una combinación de pensamiento complejo con
pensamiento crítico, poco a poco se va delineando una suerte de “guerra
estelar” entre el Capital y el Estado de una parte, y la Humanidad y la
Naturaleza de la otra. Se trata de una batalla no sólo entre explotadores y
explotados, sino entre los que calientan el planeta y los que lo enfrían; entre
el suicidio y la supervivencia. A la lucha de clases la ha sucedido una lucha
de especies: predadores y parásitos (que representan uno por ciento o menos),
es decir, élites económicas y políticas de un lado, y el resto de la humanidad
con la naturaleza y el planeta del otro. Los escenarios son los territorios no
sólo rurales, sino urbanos; no sólo en México y Latinoamérica, sino en el resto
del mundo.
Como hemos señalado,
estas batallas se ganan construyendo el poder social o ciudadano, proceso que
comienza por la defensa de los territorios y sigue con su control y
emancipación (véase nuestro libro Ecocidio en México, Grijalbo, 2015).
Este proceso de liberación implica conciencia y organización ciudadanas,
defensa jurídica, autogobierno y autogestión, pero también tecnología. No
cualquier clase de tecnología, sino (eco)tecnologías, limpias, accesibles y
baratas y, sobre todo, dotadas de una doble virtud: en armonía con los procesos
de la naturaleza y al servicio de ese poder ciudadano. ¿Cómo se logra esto?
Así como no existe una
sola ciencia, tampoco hay una única tecnología. La neutralidad en el
conocimiento básico y aplicado es un mito. Todo aporte científico y técnico
está marcado por fines precisos que son claramente visibles o que permanecen
ocultos o deliberadamente invisibilizados. En su versión más avanzada, las
llamadas ecotecnologías responden a requerimientos diferentes e incluso
antitéticos a los que enmarcan en las tecnologías convencionales o dominantes.
Esta distinción ha surgido de una larga reflexión de por lo menos cinco décadas
y de los aportes de autores como I. Illich, E. Schumacher, A. Smith, A.
Alatorre, O. Masera y H. Hieronimi. Existe toda una gama de innovaciones y
propuestas bajo los términos de tecnologías alternativas, apropiadas,
intermedias, limpias, etc. Sin embargo toda verdadera ecotecnología responde a
por lo menos siete condiciones: 1. satisface necesidades humanas básicas, 2. es
de bajo costo, 3. es de pequeña escala, 4. induce la autosuficiencia, 5.
descentraliza, 6. empodera a los ciudadanos y 7. trabaja en armonía con la
naturaleza.
Las ecotecnologías sirven
para resolver problemas en la producción de energía, agua y alimentos, en el
manejo de residuos y basura, así como en la construcción de viviendas, y en
términos espaciales comienzan aplicándose a escala del hogar. Por ello son
claves en el cumplimiento de los cuatro objetivos del poder ciudadano o social
para el control de los territorios: autogobierno, autogestión, autosuficiencia
y autodefensa. Entre las ecotecnologías más conocidas se encuentran paneles
fotovoltaicos, aerogeneradores, focos y lámparas ahorradoras, estufas
mejoradas, deshidratadoras y calentadores solares, biodigestores y biofiltros,
captadores de agua de lluvia y de humedad del ambiente, biofertilizantes y
huertos domésticos, viviendas bioclimáticas. En su versión óptima, los hogares
de un territorio emancipado son autosuficientes en energía (obtienen
electricidad del Sol y le venden no le compran a la Comisión Federal de
Electricidad), agua (la captan de la lluvia y/o de la humedad ambiental y la
acumulan) y alimentos (en la medida de cada circunstancia). También reciclan
basura y agua y utilizan materiales locales, baratos y de fácil manejo. En uno
de los ejemplos más esperanzadores que existen en México, la unión de
cooperativas indígenas Tosepan Titataniske (“unidos venceremos”, en náhuatl)
lleva construidas más de 10 mil 500 casas ecológicas en la Sierra Norte de
Puebla, mediante financiamiento de su propio “banco del pueblo”, el cual
alcanza 30 mil socios y sigue creciendo.
Las ecotecnologías como
vías de emancipación social y para la defensa de los territorios se ven
claramente reconocidas cuando se ponen en el contexto de la ecología política.
Tomemos el caso de la energía del viento. Una modalidad es generar electricidad
mediante gigantescas veletas o aerogeneradores construidos y manejados por
empresas trasnacionales (poder económico) o instituciones de gobierno (poder
político) que producen energía centralizada y gestionada por ellas mismas en
territorios comunitarios o ejidales rentados; y otra cosa es el diseño e
implementación de pequeños o medianos captadores a escala del hogar, manzanas, barrios
o comunidades, siempre bajo control ciudadano. El ojo tecnocrático busca
siempre proyectos gigantes, centralizadores y técnicamente sofisticados (sólo
conocidos por “expertos”) bajo el control corporativo o estatal. Otro caso es
el del agua. Una es la versión de las grandes presas hidroeléctricas, que
dislocan los sistemas hidráulicos regionales, afectan los equilibrios
ecológicos y amenazan la existencia de flora y fauna, o la de los trasvases que
llevan agua a las ciudades, y otra la de decenas o cientos de
microhidroeléctricas que aprovechan la caída de agua en pendientes sin alterar
su curso y que son manejadas por propietarios individuales o por grupos de
vecinos o productores. Sólo las 32 presas mayores construidas en México han
desplazado a cerca de 200 mil personas. Hoy en México existen territorios
afectados por un abanico de proyectos destructivos en 420 municipios. En
contraparte, hay unos mil proyectos exitosos, consolidados o en proceso, que
avanzan hacia el control social de los territorios. En ambos casos se requieren
ecotecnólogos que se vuelquen al diseño, adaptación y puesta en práctica de
toda una gama de tecnologías por y para la vida.
* Este ensayo fue
inspirado por la obra La ecotecnología en México y por la Red Ecotecnias de México (redecotecnias@gmail.com).
No hay comentarios:
Publicar un comentario