Aylwin fue el arquitecto que termino de
moldear la sociedad neoliberal cuyos cimientos y la obra gruesa las puso la
dictadura de A. Pinochet entre 1973-1990. Si bien, tuvo críticas contra el
modelo neoliberal, estas no pasaron de ser retóricas y vacías.
Juan Carlos Gómez Leyton* / Especial para Con Nuestra América
Desde Santiago de Chile
Augusto Pinochet y Patricio Alwyn. |
En este país en que todos se
transfiguran no se puede dejar de olvidar que Patricio Aylwin, al cual hoy se
le presenta como un demócrata, fue uno de los gestores intelectuales y políticos centrales de la
destrucción de la democracia que había posibilitado la elección popular del
Presidente Salvador Allende. Aylwin asumió, como presidente del Partido
Demócrata Cristiano (DC), durante el gobierno de la Unidad Popular (1970-1973)
la defensa de la propiedad privada. La base material del poder de las clases
dominantes. Se opuso tenazmente a la creación del Área Social de la Producción,
utilizando para ello el derecho constitucional, que nunca lo puso al servicio
de los sectores subalternos, sino que siempre a favor de los sectores
dominantes. Desde la presidencia de la DC, fomentó, apoyó y agitó la oposición
callejera contra el gobierno de Salvador Allende siguiendo los consejos de la
CIA; aplaudió, celebró y justificó en 1973 el golpe de Estado y los crímenes de
lesa humanidad de Pinochet; en 1984, una vez que la DC, rompe y retira su apoyó
inicial a la dictadura, Aylwin pidió y demando a toda la oposición
anti-dictatorial, olvidarse de la ilegitimidad y reconocer la existencia de la
Constitución Política de 1980 impuesta por Pinochet, con la cual gobernó y aún
se mantiene vigente hasta el día de hoy. Aylwin traicionó su propio pensamiento
pues como presidente del Grupo Constitucional 24, había planteado la necesidad
de realizar una Asamblea Constituyente para cambiar la espuria Constitución
dictatorial.
Aylwin fue un político pragmático y
muy racional que busco salir de la dictadura de manera institucional en el
momento mismo que se impulsaba la desobediencia civil y la rebeldía popular que
no solo buscaba destituir al dictador sino también poner fin al capitalismo
neoliberal.
Él, al gestar y promover la salida
jurídico-constitucional posibilitó, por cierto, la derrota electoral al
dictador, pero con ello logró darle continuidad y proyección a la
institucionalidad autoritaria en el tiempo y, sobre todo, la reproducción del
capitalismo neoliberal. Gracias a ello, la dominación y la hegemonía neoliberal
tiene cuatro décadas de vigencia en Chile.
Aylwin de aparente bondad fue un
intelectual orgánico, frío y calculador, del capitalismo y al servicio de las
clases dominantes. En 1973, al apoyar el golpe permitió la refundación del
capitalismo nacional y en 1988-1990 como líder de la Concertación dirigió una
transición conservadora y limitada no a una democracia plena sino a la
proyectada e ideada por Jaime Guzmán, la democracia protegida. De esa manera
Aylwin, puso dique y contenciones jurídicas y políticas para preservar al
capitalismo. Aylwin fue un genuino
demócrata burgués, es decir, un defensor permanentemente del orden capitalista
y de la sociedad cristiana occidental.
Aylwin, si bien, durante los años
ochenta y noventa tuvo clara consciencia de los crímenes de lesa humanidad
perpetrados por la dictadura militar. Por esa razón, durante su gobierno,
procuro reparar el daño social y humano producido por la dictadura. Pero, dada
la institucionalidad pinochetista y por la propia estrategia política por él
ideada, no podía tocar el poder infraestructural del capital y menos aún el
poder de los militares, y como una forma de resarcirse con los sectores de
izquierda, propuso la "justicia en la medida de lo posible".
En los hechos ello significo la
impunidad de la mayoría de los principales violadores de los derechos humanos y,
especialmente, de los cuatro generales integrantes de la Junta de Gobierno: A.
Pinochet, J. Merino, G. Leigh y Mendoza. Ejecutores directos del derrocamiento
y de la muerte del Presidente Salvador Allende y de miles de chilenas y
chilenos. Estos Generales traidores, todos murieron, como él mismo Aylwin,
tranquilamente en su cama, sin ser juzgados por sus crímenes.
La “justicia en la medida de lo
posible” se transformó en la no justicia. Y, al mismo tiempo, permitió la
consolidación de la democracia protegida. Una democracia ejemplar sostenida por
sobre las espaldas de miles de detenidos desaparecidos, asesinados torturados
por la dictadura militar, que Aylwin, justificó y apoyó en su fase más
criminal, 1973-1980.
Aylwin fue el arquitecto que termino de
moldear la sociedad neoliberal cuyos cimientos y la obra gruesa las puso la
dictadura de A. Pinochet entre 1973-1990. Si bien, tuvo críticas contra el
modelo neoliberal, estas no pasaron de ser retóricas y vacías. Pues, sus
ministros de Estado, como el Ministro de Hacienda, Alejandro Foxley, de
Economía, Carlos Ominami; de Educación, Ricardo Lagos, y muchos más,
continuaron la obra iniciada por los ministros de la dictadura, especialmente,
de Hernán Büchi.
Para Aylwin todo era “en la medida de
lo posible”, la democracia, los derechos humanos, los derechos de los
trabajadores, que no le tembló la mano para reprimirlos cuando estos exigían y
demandaban sus derechos durante su gobierno. Fue un hombre al servicio del
Estado neoliberal.
El Aylwin fue un político y un
gobernante que tuvo muy claro quiénes eran los enemigos de la clase a quien
servía como intelectual orgánico: los trabajadores y los sectores populares que
asumían posturas ideológicas, políticas y sociales revolucionarias. Por esa
razón, creo Consejo
de Seguridad Publica e Informaciones, más conocida como la “Oficina”, encargada
de perseguir a las organizaciones revolucionarias existentes en los años 90 que
podrían poner en peligro la “consolidación” de la democracia protegida y
desestabilizar el proceso de acumulación neoliberal.
Patricio
Aylwin, sin lugar, a dudas, jugó un rol central en la historia política
reciente de Chile. Pero, no es ni será el demócrata ejemplar que hoy se le
quiere presentar. Fue, un demócrata “en la medida de lo posible”. Pero, que
nunca se olvide, que fue uno de los gestores políticos e intelectuales del
golpe de Estado de 1973, por lo tanto, de la dictadura militar de Pinochet. Y,
también, el gestor intelectual del régimen político actual, la democracia
protegida, sostenida en la Constitución Política de 1980.
Santiago Centro, abril 2016
*Historiador y politólogo
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