Contrastando con el
inmovilismo de Washington, muchas cancillerías europeas observan con interés
los cambios que se están produciendo en Cuba, impulsados por el presidente Raúl
Castro, en el marco de la “actualización del modelo económico”. En particular,
la reciente creación de la Zona Especial de Desarrollo en torno al puerto de
Mariel así como la aprobación, el pasado marzo, de una nueva Ley de Inversión
Extranjera suscitan un gran interés internacional.
Ignacio
Ramonet / Le Monde Diplomatique
En el libro que acaba de
publicar sobre sus experiencias como secretaria de Estado durante el primer
mandato (2008-2012) del presidente estadounidense Barack Obama, titulado Decisiones
difíciles (1), Hillary Clinton escribe, a
propósito de Cuba, algo fundamental: “Al terminar mi mandato, le pedí al presidente
Obama que reconsiderase nuestro embargo contra Cuba. No cumplía ninguna función
y obstaculizaba nuestros proyectos con toda América Latina.”
Por primera vez, una
personalidad que aspira a la presidencia de Estados Unidos afirma públicamente
que el bloqueo impuesto por Washington –¡desde hace más de cincuenta años!– a
la mayor isla del Caribe no cumple “ninguna función”. O sea, no ha permitido
doblegar a ese pequeño país a pesar del gran sufrimiento injusto que le ha
causado a su población. Lo fundamental en la constatación de Hillary Clinton
son dos aspectos.
Primero, rompe un tabú
diciendo en voz alta lo que desde hace tiempo todos saben en Washington: que el
bloqueo no sirve para nada. Y segundo, más importante, declara esto en el
momento en que arranca su trayectoria hacia la candidatura demócrata a la Casa
Blanca; es decir, no teme que esa afirmación –a contracorriente de toda la
política de Washington hacia Cuba en el último medio siglo– constituya un
obstáculo para ella en la larga batalla electoral que tiene por delante hasta
las elecciones del 8 de noviembre de 2016.
Si Hillary Clinton
sostiene una postura tan poco convencional es, en primer lugar, porque asume el
desafío de responder sin temor a las duras críticas que no dejarán de formularle
sus adversarios republicanos, ferozmente hostiles a todo cambio de Washington
con respecto a Cuba. Y, en segundo lugar, y sobre todo, porque no ignora que la
opinión pública estadounidense ha evolucionado sobre ese tema y es hoy
“mayoritariamente” favorable al fin del bloqueo.
Al igual que Hillary
Clinton, un grupo de unos cincuenta importantes empresarios (2), ex altos cargos estadounidenses de distintas
tendencias políticas e intelectuales, sabiendo que el presidente de Estados
Unidos no posee la facultad de levantar el embargo, que no depende del Gobierno
sino de una mayoría cualificada de demócratas y republicanos en el Congreso,
acaban de pedirle a Obama, en una carta abierta (3),
que utilice las prerrogativas del poder ejecutivo para introducir “cambios más
inteligentes” en su relación con Cuba y se acerque más a La Habana en un
momento en el que, señalan, la opinión pública es favorable a ello.
En efecto, una encuesta
realizada en febrero pasado por el centro de investigación Atlantic Council
afirma que el 56% de los estadounidenses quiere un cambio en la política de
Washington con La Habana. Y, más significativo, en Florida, el Estado con mayor
sensibilidad hacia este tema, el 63% de los ciudadanos (y el 62% de los
latinos) también desea el fin del bloqueo (4).
Otro sondeo más reciente, realizado por el Instituto de Investigación Cubano de
la Universidad Internacional de Florida, demuestra que la mayoría de la propia
comunidad cubana de Miami (5) pide que se
levante el bloqueo a la isla (un 71% de los consultados considera que el
embargo “no ha funcionado”, y un 81% votaría por un candidato político que
sustituyese el bloqueo por una estrategia que promoviera el restablecimiento
diplomático entre ambos países) (6).
Y es que, contrariamente
a las esperanzas que surgieron después de la elección de Barack Obama en
noviembre de 2008, Washington ha mantenido una suerte de inmovilismo en sus
relaciones con Cuba. Justo después de asumir su cargo de presidente, Obama
anunció –en la Cumbre de las Américas, celebrada en Trinidad y Tobago, en abril
de 2009– que le daría a las relaciones con La Habana un “nuevo rumbo”.
Pero se limitó a gestos
poco más que simbólicos: autorizó que los estadounidenses de origen cubano
viajasen a la isla y enviasen cantidades acotadas de dinero a sus familias.
Después, en 2011, adoptó nuevas medidas, pero también de escaso alcance:
permitió que grupos religiosos y estudiantes viajaran a Cuba, consintió que los
aeropuertos estadounidenses acogieran vuelos chárter a la isla y amplió el
límite de las remesas que los cubano-estadounidenses podían transferir a sus
parientes. Poca cosa en relación con el formidable contencioso que separa a los
dos países.
Entre los diferendos,
está el caso de “los Cinco” (7) que ha
conmovido a la opinión pública internacional (8).
Esos agentes de inteligencia cubanos, detenidos en Florida por el FBI en
septiembre de 1998 cuando realizaban misiones de prevención contra el
terrorismo anticubano, fueron condenados en un juicio político típico de la
Guerra Fría (auténtico linchamiento jurídico) a altas penas de prisión.
Condenas tanto más
injustas cuanto que “los Cinco” no cometieron ningún acto de violencia, ni
procuraron información sobre la seguridad de Estados Unidos. Lo único que
hicieron, corriendo riesgos mortales, fue prevenir atentados y salvar vidas
humanas. Washington no es coherente cuando dice combatir el “terrorismo
internacional” y sigue auspiciando en su propio territorio a grupos terroristas
anticubanos (9). Sin ir más lejos, el pasado
abril, las autoridades de la isla detuvieron a un nuevo grupo de cuatro
individuos, vinculados a Luis Posada Carriles (10),
venidos una vez más de Florida con la intención de cometer atentados.
Tampoco hay coherencia
cuando acusan a “los Cinco” de actividades antiestadounidenses que jamás
existieron, mientras Washington sigue empeñado en inmiscuirse en los asuntos
internos de Cuba y en fomentar un cambio de sistema político.
Lo acaban de volver a
demostrar las recientes revelaciones sobre el asunto “ZunZuneo” (11), esa falsa red social que una agencia del
Departamento de Estado (12) creó y financió
ocultamente entre 2010 y 2012 con la intención de provocar en la isla protestas
semejantes a las de las “revoluciones de colores”, de la “primavera árabe” o de
las “guarimbas” venezolanas, para exigir después, desde la Casa Blanca o el
Capitolio, un cambio político. Todo esto demuestra que Washington sigue
teniendo hacia Cuba una actitud retrógrada, típicamente de Guerra Fría, etapa
que terminó hace un cuarto de siglo...
Semejante arcaísmo choca
con la postura de otras potencias. Por ejemplo, todos los Estados de América
Latina y del Caribe, cualesquiera que sean sus orientaciones políticas, han
estrechado últimamente sus lazos con Cuba y denuncian el bloqueo.
Esto se pudo comprobar,
el pasado enero, en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del
Caribe (CELAC) reunida precisamente en La Habana. Washington sufrió un nuevo
desaire el mes pasado, en Cochabamba (Bolivia), durante la Asamblea General de
la Organización de los Estados Americanos (OEA), cuando los países
latinoamericanos –en una nueva muestra de solidaridad con La Habana– amenazaron
con no acudir a la próxima Cumbre de las Américas, que tendrá lugar en 2015 en
Panamá, si Cuba no es invitada a participar.
Por su parte, la Unión
Europea (UE) decidió, el pasado febrero, abandonar la llamada “posición común”
con relación a la isla, impuesta en 1996 por José María Aznar, en ese momento
presidente del Gobierno de España, para “castigar” a Cuba rechazando todo
diálogo con las autoridades de la isla. Pero resultó estéril y fracasó.
Bruselas lo ha reconocido
y ha dado inicio ahora a una negociación con La Habana para alcanzar un acuerdo
de cooperación política y económica. La UE es el primer inversor extranjero en
Cuba y su segundo socio comercial. Con este nuevo espíritu, varios ministros
europeos ya han visitado la isla. Entre ellos, en abril pasado, Laurent Fabius
–primer canciller francés que realiza una visita a la nación caribeña en más de
treinta años–, quien declaró que buscaba “promover las alianzas entre las
empresas de nuestros dos países y apoyar a las sociedades francesas que deseen
desarrollar proyectos o establecerse en Cuba” (13).
Y es que, contrastando
con el inmovilismo de Washington, muchas cancillerías europeas observan con
interés los cambios que se están produciendo en Cuba, impulsados por el
presidente Raúl Castro, en el marco de la “actualización del modelo económico”
y en la línea definida en 2011 en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba
(PCC), que representan transformaciones muy importantes en la economía y en la
sociedad. En particular, la reciente creación de la Zona Especial de Desarrollo
en torno al puerto de Mariel así como la aprobación, el pasado marzo, de una nueva
Ley de Inversión Extranjera suscitan un gran interés internacional.
Las autoridades
consideran que no existe contradicción entre el socialismo y la iniciativa
privada (14). Y algunos responsables estiman
que esta última (que incluiría las inversiones extranjeras) podría abarcar
hasta el 40% de la economía del país, mientras el Estado y el sector público
conservarían el 60%. El objetivo es que la economía cubana sea cada vez más
compatible con la de sus principales socios en la región (Venezuela, Brasil, Argentina,
Ecuador, Bolivia), donde coexisten sector público y sector privado, Estado y
mercado.
Todos estos cambios
subrayan, por contraste, el empecinamiento de la Administración estadounidense,
autobloqueada en una posición ideológica de otra época. Aunque, como hemos
visto, cada día son más numerosos aquellos que, en Washington, admiten que esa
postura es errónea y que, en la política hacia Cuba, es urgente salir del
aislamiento internacional. ¿Los escuchará el presidente Obama?
NOTAS:
(1) Hillary Rodham Clinton, Hard Choices,
Simon & Schuster, Nueva York, 2014.
(2) Entre los empresarios que figuran: J. Ricky
Arriola, presidente del poderoso consorcio Inktel; los magnates del azúcar y
del sector inmobiliario Andrés Fanjul y Jorge Pérez; el empresario Carlos
Saladrigas, y el petrolero Enrique Sosa, además de otros emprendedores
multimillonarios.
(3) Léase El Nuevo Herald, Miami, 20 de mayo
de 2014.
(4) Léase Abraham Zembrano, “¿Se acerca el fin del
embargo a Cuba?”, BBC Mundo, Londres, 20 de febrero de 2014. http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/02/140211_cuba_eeuu_embargo_az.shtml
(5) En Miami, principal ciudad de Florida, viven unos 650.000 expatriados cubanos.
(6) El País, Madrid, 17 de junio de 2014. http://internacional.elpais.com/internacional/2014/06/17/actualidad/1403022248_144582.html
(7) Los Cinco son: Antonio Guerrero, Ramón
Labañino, Gerardo Hernández, René González y Fernando González. Estos dos
últimos han sido liberados y se hallan en Cuba.
(8) En Washington, del 4 al 10 de junio pasado,
tuvo lugar el Tercer Encuentro “Cinco días por los Cinco” que reunió a
participantes procedentes de decenas de países del mundo, los cuales se
manifestaron delante de la Casa Blanca y del Capitolio exigiendo la liberación
de “los Cinco”. http://www.answercoalition.org/national/news/5-days-forthe-Cuban-5.html
(9) Cuba es uno de los países del mundo que más ha
padecido la lacra del terrorismo (3.500 personas asesinadas y más de 2.000
discapacitados de por vida).
(10) Jefe de diversos grupos terroristas
anticubanos, Posada Carriles es en particular el responsable del atentado
contra el avión de pasajeros de Cubana de Aviación cuya explosión en vuelo
provocó, en 1976, 73 muertos. Reside en Florida, donde goza de la protección de
las autoridades estadounidenses.
(11) Las revelaciones fueron realizadas por la
agencia de prensa AP (Associated Press). http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/04/140403_zunzuneo_cuba_eeuu_msd.shtml
(12) La Agencia para el Desarrollo Internacional de
Estados Unidos (USAID, por sus siglas en inglés), un organismo que opera bajo
la dirección del Departamento de Estado.
(13) Alrededor de sesenta grandes empresas
francesas están presentes en Cuba. Entre las principales, destacan el grupo
Pernod Ricard, que comercializa el ron Havana Club en el mundo, los grupos
Accor, Nouvelles frontières, FRAM voyages en el sector del turismo, Bouygues en
obras públicas, Alcatel-Lucent en telecomunicaciones, Total y Alstom en
energía, y Air France en transporte, entre otros.
(14) Se estima que ya hay unos 450.000
“cuentapropistas” (trabajadores por cuenta propia, comerciantes y pequeños
empresarios) en Cuba.
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