Ganado por
el Imperio a través de jugosos premios y otros reconocimientos laudatorios, el
autor de “La casa verde”, cambió
de color, y pasó a formar parte de la cohorte de la Casa Blanca desde fines de
los 60 y se afirmó en ese signo equívoco con el tiempo. Hoy, es casi el autor
preferido por las fuerzas de dominación que lo usan a su antojo para
perpetuar el control colonial sobre Estados Vasallos.
Gustavo Espinoza M. (*)/http://nuestrabandera.lamula.pe
“El nuevo mundo es nuestra Patria; su historia, es la nuestra, y
es en ella que todos nuestros deberes esenciales, nuestros más caros intereses,
nos obligan a examinar y a considerar atentamente el estado de nuestra presente
situación y de las causas que en ella más han influido”.
Juan Pablo Viscardo y Guzmán. “Carta a los Españoles Americanos”, París 1799
En los
próximos días, la Universidad de Lima -uno de los entes académicos privados de
la ciudad capital- será escenario de un nuevo “encuentro por la libertad”
organizado por Mario Vargas Llosa. Esta cita -llevada a la práctica antes-
tiene -también desde antes- un sólo propósito: atizar el odio contra el proceso
emancipador de América Latina.
Acudirá,
sin duda, la crema y nata de la gusanería continental teniendo como
primera agonista a la esposa de Leopoldo López, un contra revolucionario
venezolano encarcelado en su país por alentar y urdir acciones terroristas de
innegable factura.
A ella, se
sumarán los que acuden siempre que se trata de denostar contra Cuba, enlodar a
la Venezuela de nuestro tiempo, atacar a Evo Morales y la rica experiencia
boliviana, y acosar al gobierno de Rafael Correa y su Revolución Ciudadana. Y,
de paso, lanzar denuestos contra Uruguay, Brasil, Nicaragua, El Salvador, y
otros países. A la cabeza de la “troupe”, Carlos Alberto Montaner,
reconocido agente de la Agencia Central de Inteligencia yanqui en estas
tierras.
Podríamos
decir que se trata más de lo mismo. Porque ya lo vimos antes, aquí y en otras
ciudades situadas en esta parte del mundo donde el galardonado escritor convoca
a los que quieran uncirse al carro de una guerra, la que promueve Estados
Unidos contra nuestros países. Si se hubiesen propuesto encontrar la peor
coyuntura para encontrarse, no habrían hallado una mejor.
La cita
-financiada o no por el gobierno yanqui- se inserta en los planes agresivos de
la Casa Blanca, a los que viene como anillo al dedo. Porque eso es así, allí no
dirá una palabra respecto a la agresividad de la administración Obama contra
Venezuela; ni a la injerencia absurda que ella implica, violatoria de todos los
principios que rigen la Comunidad Mundial ni las relaciones entre Estados y
Naciones. Todo ser á un panegírico al dominio Imperial.
Tampoco
nada acerca de las maniobras de la Chevron contra el gobierno de Ecuador, ni de
la conspiración de la CIA y el MOSSAD orientada a involucrar falsamente al
gobierno de Cristina Fernández en la muerte del fiscal Nisman.
Todo eso
será pasado por alto, como lo será también cada uno de los episodios del
accionar yanqui contra nuestros países, incluido el desembarco de miles
de infantes de marina en las costras peruanas, programado para el próximo
septiembre bajo el pretexto de “combatir la droga y el terrorismo”. Los
Gonfaloneros del Imperio callarán en todos los idiomas en torno a estos temas.
que comprometen los más agudos retos del continente en nuestro tiempo.
Hoy, la
estrategia imperial referida a América Latina tiene blancos preferidos: Argentina,
donde se orienta a debilitar la corriente liderada por los Kirchner con miras
al proceso electoral de octubre próximo; Brasil, donde se prepara la
caída de Dilma Rouseff aplicando la receta que se usó contra Goulart en 1964; y
Venezuela, región en la que se impulsa descaradamente una guerra civil
que “justifique” el desembarco de tropas norteamericanas para “garantizar la
democracia y el orden occidental y cristiano”, como ocurrió, en pleno Siglo
XXI, en Afganistán, Irak, Libia y otros países
¿Qué otro
propósito, sino una impronta guerrerista, podría tener la declaración aquella
que considera “un peligro para la seguridad de los Estados Unidos”
el proceso social que se vive a 5 mil kilómetros de sus costas, en la
Venezuela Bolivariana? El sueño de Washington es extender la guerra y alcanzar
propósitos definidos: dominación territorial y control, de riquezas.
Para USA,
embarcada en una conflagración mundial de nuevo tipo, resulta vital cambiar
radicalmente la correlación de fuerzas en América Latina y asegurar
control absoluto del suelo americano disponiendo para sí el uso de los recursos
naturales y humanos del continente.
Nada teme
más el gobierno de los Estados Unidos, que enfrentarse -en el marco de esa
guerra- a una región contestataria. Lamentablemente para el país del norte, esa
realidad existe ya. Y se expresa en gobiernos de distintos matices unidos, sin
embargo, por una misma voluntad liberadora: consumar la segunda Independencia
de América luego de 200 años de fragorosa lucha preñada de ingentes
sacrificios.
Cada país
de la región, tiene un derrotero definido, un proceso distinto, una historia
propia, y un conjunto de experiencias que anidan sus propósitos. Pero
casi todos, están firmemente unidos en la protección de sus recursos básicos, y
en la defensa de su soberanía como Estados.
Este, no es
un hecho casual. Es el resultado de una vida plagada de infortunios y en la que
se impuso siempre la ley del más fuerte. En esa etapa, el gobierno yanqui se
apoderó de territorios que no le pertenecían, como los de México, Alaska y
Puerto Rico; pero además incursionó aviesamente en muchos de los países de la
región: Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, Panamá, República
Dominicana, Granada y otros.
En unos
casos, lo hizo de manera directa y repetida, desembarcando efectivos militares
en su suelo. Y en otros, alentando ejércitos mercenarios que jugaron el papel
de fuerzas de dominación y terror contra sus pueblos. En todos los casos, el
propósito fue el mismo: apoderarse de los recursos de la región.
Hoy esa
misma política tiene nombre propio. Se enmascara en luchas contra gobiernos,
pero muestra un mismo contenido: el Imperio busca Petróleo. Cobre, Hierro, Gas,
pero también recursos hídricos y biodiversidad, en una circunstancia en la que
globo terráqueo afronta retos inéditos que cuestionan la misma supervivencia de
la especie. El “Panamericanismo” –decía Luis Felipe Angell, es “pan para
ellos, y americanismo para nosotros”.
En el
fondo, de lo que se trata, es de amagar la supervivencia de las
poblaciones en esta parte del mundo, porque el gobierno yanqui quiere asegurar
la de los suyos y las propiedades y recursos de los monopolios..
¿Qué puede
mover a Vargas Llosa a uncirse a esa carro agresivo contra pueblos y naciones?
En verdad, nada, sino apenas un turbio anticomunismo heredado de los años de la
“Guerra fría” y alimentado compulsivamente desde el Norte.-
En esos
años, ya domesticado por le férula imperial. Vargas Llosa apoyó abiertamente la
Guerra de Vietnam. En el Perú, ese hecho pasó casi desapercibido porque el
escritor nuestro casi no radicaba acá. Vivía en París; pero, además, no contaba
con la aureola que le otorga hoy el Premio Nobel de Literatura. Era apenas un
escritor modesto que frecuentaba los cafés del Barrio Latino, en la Ciudad Luz.
Ganado por
el Imperio a través de jugosos premios y otros reconocimientos laudatorios, el
autor de “La casa verde”, cambió de color, y pasó a formar parte de la
cohorte de la Casa Blanca desde fines de los 60 y se afirmó en ese signo
equívoco con el tiempo. Hoy, es casi el autor preferido por las fuerzas de
dominación que lo usan a su antojo para perpetuar el control colonial sobre
Estados Vasallos.
Los pueblos
de América Latina hoy prefieren otra cosa. Lo dicen las calles y las plazas de
nuestro continente en la lucha cotidiana contra los panegiristas del Gran
Capital, los que nos vendieron el modelo neo liberal que se hunde
irremediablemente.
En
circunstancias como éstas es precisamente cuando los pueblos evocan la gira de
Bolívar, y cuando brillan con luz propia las palabras de José Martí referidas
al Libertador: “Mientras la América viva, el eco de su nombre resonará en
lo más viril y honrado de nuestras entrañas”.
(*) Del
Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera.
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