La gran
sabiduría del pronto octogenario Pepe Mújica, le ha hecho decir algo
verdaderamente hermoso: “el poder no cambia a las personas, solamente revela
quiénes son”.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial
para Con Nuestra América
Desde
Puebla, México
El domingo 1 de marzo,
el presidente José Mujica entregó en Uruguay
la banda presidencial a su sucesor, que también había sido su antecesor,
Tabaré Vázquez. Se va Mujica con un índice de popularidad altísimo y con una
imagen mundial extraordinariamente buena. Y deja en el cargo de presidente de la república a Vázquez quien
a nivel interno tiene un índice nada despreciable de aceptación de 70%. Así las cosas, el Frente Amplio no puede
sentirse más satisfecho. Será la de Tabaré Vázquez la tercera gestión
presidencial frenteamplista en la que su
desgaste ha sido irrelevante, evidenciando
así el éxito de la izquierda uruguaya. Acaso parte de la clave de dicho éxito es que
el Frente Amplio ha permanecido en la izquierda al tiempo que
perciben que la derecha o la izquierda en Uruguay necesariamente deben
ser moderadas.
No olvido una
conferencia que escuché en Tegucigalpa de uno de los dirigentes del Frente
Amplio. Dijo que las encuestas indicaban que el 30% de los uruguayos se
consideraban de izquierda, pero que para ganar una elección en Uruguay había
que convencer al 51% de los electores debido al sistema de ballotage. Esto
implicaba que si eran certeras las encuestas, el Frente Amplio tendría que
tener una imagen de moderación que le hicieran ganar el 21% de los votos que
estaban a su derecha. Y esto es lo que ha sucedido en Uruguay al parecer. La
moderación ha imperado pese a que José
Mújica fue un guerrillero en el pasado, pese a que la presidenta del Senado y
esposa de Mujica, Lucía Topolansky también fue guerrillera encarcelada. Fue la senadora Topolansky quien le puso a
Vázquez la banda presidencial para este su segundo período. Pese a que el
vicepresidente de Tabaré Vázquez es Raúl
Sendic Rodríguez, hijo del legendario jefe guerrillero Raúl Sendic, líder de
los guerrilleros Tupamaros.
Se va José Mujica de la
presidencia de Uruguay. Su vida cambiará
solamente porque como dijo en su discurso de despedida ya no tendrá las
preocupaciones y la soledad que siempre da el mando. Por lo demás seguirá
usando su Volkswagen azul, seguirá viviendo en su chacra en la que solía cultivar
flores y seguirá teniendo un ingreso modesto. Seguirá estando contento porque
como suele decir, no tiene muchos bienes
y por ello no se encuentra esclavizado por las cosas. Porque siempre tendrá lo que verdaderamente
lo hace feliz: el cariño y admiración del pueblo uruguayo. Si los pueblos
generalmente odian a los políticos
corruptos, llegan a amar profundamente a aquellos que no se encariñan con el
poder, que tienen una vida sobria en lo que Benito Juárez llamó “la justa
medianía”.
La gran sabiduría del
pronto octogenario Pepe Mújica, le ha hecho decir algo verdaderamente hermoso:
“el poder no cambia a las personas, solamente revela quiénes son”. Pronto
veremos el documental que el gran cineasta serbio Emir Kusturica está haciendo
sobre su vida. Desde ya podemos decir que ese viejo bonachón, que al mismo
tiempo es un avezado político, tiene la estatura del gran Nelson Mandela.
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