La celebración del congreso ha marcado un hito pero por sí misma no implica la solución automática de todos los problemas de la sociedad cubana, que exigen, en primer lugar de la escrupulosa aplicación de sus resoluciones, mucho trabajo y creatividad.
Ángel Guerra Cabrera / Cubadebate y La Jornada
En mi entrega anterior (21/4) abordé el ambiente de democracia popular, que hizo del Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba un congreso de la nación cubana. En esta sintetizaré la política decidida en la reunión partidista, centrada en la “actualización” del modelo económico. Consiste en la erradicación del paternalismo, el igualitarismo y las concepciones idealistas en la organización de la sociedad. En cambios estratégicos en la economía, la política y la sociedad que permitan sostener y desarrollar la justicia social, la equidad y las libertades conquistadas por la Revolución. Ello exige un modelo económico y social más solvente, eminentemente cubano, fuerte institucionalmente, adecuado a las necesidades, tradiciones y experiencias de la nación y a un entorno internacional extremadamente competitivo y volátil. El objetivo es fortalecer y perfeccionar el socialismo, decisión inequívoca del pueblo cubano. Los cambios están pensados para consolidar la economía, haciéndola mucho más eficiente y capaz de sacudirse de los embates de la crisis capitalista, con o sin bloqueo estadunidense. Lea el artículo completo aquí…
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