La autocomplaciente interpretación del gobierno mexicano con respecto a la expansión del narcotráfico hacia Centroamérica, se viene a los suelos cuando se observa que no han sido los cárteles más golpeados los que se encuentran ya en Guatemala. ¿Acaso Guatemala será la continuación de la guerra entre cárteles que ha ensangrentado a México?
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Se llamó Feliciano Tagual Ovalle, era guatemalteco y su cuerpo es uno de los 120 cadáveres que han sido encontrados en los primeros quince días de abril, en las fosas clandestinas en el municipio de San Fernando en Tamaulipas. Seguramente el lector recordará a dicho municipio, porque fue en el mismo en donde las fuerzas de seguridad mexicanas encontraron en un rancho a 72 migrantes sin vida, presumiblemente asesinados por Los Zetas. Hoy el tristemente célebre municipio de San Fernando vuelve a ser noticia de un hecho que revela cómo el narcotráfico ha rebasado a las autoridades mexicanas.
Hace unas semanas el presidente Barack Obama dijo a uno de los medios de comunicación en México que después de cuatro años de guerra contra el narcotráfico, éste se encuentra más poderoso que nunca. De manera elíptica Obama reconoció el fracaso de la política del gobierno de Felipe Calderón que ha ensangrentado al país con más de 35 mil ejecuciones y ha causado dolor entre los familiares de víctimas inocentes que son vistas como “daños colaterales”.
Lo que resulta descorazonador ante estos hechos es que se trata de una guerra inútil. El narcotráfico mexicano, a quien ya se considera uno de los más poderosos del mundo y definitivamente el más poderoso de América latina, no solamente no se ha replegado sino más bien se ha expandido hacia Centroamérica y particularmente a Guatemala. Desde hace dos años se sabe que una de las organizaciones criminales más importantes de Guatemala, el cártel de los Lorenzana, es el socio local del más poderoso cártel mexicano: el cártel de Sinaloa dirigido por Joaquín “el Chapo” Guzmán Loaera. La expansión de los carteles mexicanos a Guatemala ha sido interpretado de manera autocomplaciente por el gobierno de Calderón: arrinconados por la ofensiva gubernamental los cárteles mexicanos no habrían tenido más remedio que replegarse a Guatemala.
La lectura del libro de la periodista mexicana Anabel Hernández, “Los señores del narco”, publicado recientemente por Grijalbo, acaso nos pueda dar la clave de lo que en realidad está sucediendo. La guerra contra el narcotráfico en México no ha sido tal. En realidad ha sido la guerra entre narcotraficantes. No puede observarse sino con suspicacia que el cártel de Sinaloa no ha sido golpeado con la muerte o captura de sus capos. Es dudosa la muerte de uno de ellos el año pasado. El cadáver que se suponía era de Ignacio “Nacho” Coronel no correspondía en edad, complexión y huellas dactilares al del famoso capo de dicho cártel. En cambio los capos Beltrán Valencia, los Arellano Félix (Tijuana), los García Abrego y Cárdenas Guillén (el Golfo), los Carrillo Fuentes (Juárez) y Nazario Moreno González (La Familia Michoacana) han sido muertos o capturados y extraditados. Gozan de éxitos, riqueza, libertad y aureola legendaria los otros líderes del cártel de Sinaloa: el Joaquín “el Chapo” Guzmán, Juan José Esparragoza “el Azul”, Ismael “el Mayo” Zambada. El año pasado la revista Forbes declaró a “el Chapo” uno de los hombres más ricos del mundo con una fortuna de mil millones de dólares.
Así pues, la parte victoriosa de esta guerra entre los distintos cárteles, ha sido el cártel de Sinaloa quien logró doblegar a su antiguo enemigo (el cártel del Golfo) quien ahora es su aliado. El cártel de Sinaloa ha contado desde hace aproximadamente diez años con el apoyo de decisivas instancias del gobierno mexicano: ni más ni menos que las encargadas de la seguridad del país. Con ese apoyo se ha golpeado severamente a los carteles de Tijuana, de los Beltrán Leyva, de Juárez y la Familia Michoacana. Estos triunfos se presentan como los del gobierno mexicano cuando en realidad son del cártel de Sinaloa. El único cártel que se le ha podido enfrentar militarmente al de Sinaloa ha sido el de Los Zetas. Si no hubiera sido por la ayuda de sus socios gubernamentales, el cártel de Sinaloa habría sido duramente golpeado por la efectividad militar de un grupo que nació con la asesoría de militares mexicanos y kaibiles guatemaltecos.
La autocomplaciente interpretación del gobierno mexicano con respecto a la expansión del narcotráfico hacia Centroamérica, se viene a los suelos cuando se observa que no han sido los cárteles más golpeados los que se encuentran ya en Guatemala. Es el cártel de Los Zetas quien controla el narcotráfico en el 75% del territorio guatemalteco. Y es el cártel de Sinaloa , el cual entrando por el Pacífico, le empieza a disputar al primero su hegemonía en Guatemala.
¿Acaso Guatemala será la continuación de la guerra entre cárteles que ha ensangrentado a México?
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