Mario Vargas Llosa es
sin duda un genial impostor; es un genio de la palabra usada para la ofensa de
los pueblos. Su defensa de la democracia colisiona cuando se enfrenta al
verdadero deseo popular como el que se manifiesta en Chile, Ecuador, Haití,
Honduras, y cuando tiene enfrente la defensa soberana ante la injerencia
imperialista como sucede en Bolivia, Venezuela, Nicaragua y Cuba.
Cristóbal León Campos / Para Con Nuestra América
Desde Mérida, Yucatán.
México
I
Suele decirse en el
habla popular que “a los arrepentidos quiere Dios”, Mario Vargas Llosa,
escritor peruano convertido en español, aprendió muy bien esta frase y la ha
hecho parte de su ideario político desde hace ya varias décadas. Arrepentido
converso Vargas Llosa dejó atrás su militancia en el Partido Comunista Peruano
y se afilió con exorbitante feligresía al liberalismo en sus expresiones más
conservadoras, siendo a la fecha, un feroz vocero que celebra las atrocidades
que el capitalismo despliega alrededor del mundo, como ejemplo reciente,
declaró sin el más mínimo sentimiento de pudor durante una entrevista: “Veo con
absoluta perplejidad lo que ocurre en Chile, reconozco mi perplejidad total”,
haciendo gala de su común cinismo a la hora de hablar de las justas luchas de
los pueblos latinoamericanos.
El escritor oculta con
su comentario las razones estructurales de las grandes movilizaciones que desde
hace más de cincuenta días sacuden la nación chile. En la misma entrevista,
dijo que Chile es “un ejemplo maravilloso para América Latina”, sí, así
literal, expresión sustentada, según Vargas Llosa, en la continuidad del modelo
neoliberal implantado nada menos y nada más que durante la dictadura
sanguinaria de Augusto Pinochet, tal como se lee, el gran defensor de la
democracia liberal no oculta su afiliación a las herencias dictatoriales que
aún sobreviven en América Latina y que él conoce muy bien, pues su natal Perú,
también ha padecido el dolor de la imposición militar y el sometimiento de las
voluntades populares. Pero como si esto fuera poco para caracterizar al
personaje, puntualizó en la misma ocasión con una falsa interrogante: “¿Cómo es
posible que en una sociedad que está experimentando estos beneficios estalle de
pronto con la violencia con la virulencia con la que ha estallado en Chile? No
tengo explicación, a no ser que al mismo tiempo que ese progreso era una
realidad en términos estrictamente matemáticos no se haya creado esa igualdad
de oportunidades”.
La supuesta sorpresa de
Vargas Llosa, no es otra cosa que la actuación cual personaje de novelo, ¿acaso
no sabía de los miles de chilenos despojados de todo por la dictadura que
defiende y por la profundización del modelo neoliberal? ¿Será que su aguda
mirada únicamente puede detectar carencias en países con procesos
revolucionarios como Cuba y Venezuela imposibilitándole ver que en toda
Latinoamérica gobernada por bajo el régimen capitalista se vive a diario opresión,
hable e injusticia? ¿No sabe Vargas Llosa que los gobiernos neoliberales han
maquillado y mediatizado los reales resultados de sus gestiones ocultado los
niveles crecientes de pobreza, violencia, desempleo e impunidad? ¿Será que no
aprendió nada de matemáticas y por ello le falta un poco de astucia para notar
lo que todos sabemos ante las cifras presentadas por el poder burgués? ¿En
verdad no sabe Vargas Llosa que la violencia a la que hace referencia es
ejercida por el gobierno de Sebastián Piñera con total brutalidad y avalada por
la OEA y el imperialismo estadounidense? No hay duda, la mirada ciega de Vargas
Llosa solo le permite aplaudir al neoliberalismo y le impide reconocer la
necesidad de la lucha social para mejorar la condición de vida d millones de
seres humanos, en Chile como en todo el mundo, su adhesión incondicional al
liberalismo ultraconservador lo compromete a tener que dejar a un lado los
crímenes de lesa humanidad cometidos por la represión y mirar hacia cualquier
otra parte a la hora de denunciar y apoyar las causas populares.
Entonces, ¿quién es el
Dios al que Vargas Llosa le reza?, pues claramente, sus plegarias van dirigidas
a sustentar al capitalismo y preservar la dictadura del capital sobre la vida
humana.
II
En acto seguido o más
bien continuo, Vargas Llosa ha dicho: “Temo que el populismo de AMLO conduzca
otra vez a México a la dictadura perfecta”, haciendo referencia a las
acusaciones conservadoras que sobre el presidente mexicano pesan, en el sentido
de una acumulación de poder al viejo estilo del presidencialismo priista. La
realidad es otra, si bien el proceso reformista abierto por Andrés Manuel López
Obrador y su llamada “Cuarta Transformación”, encuentran en sí mismos un sinfín
de contradicciones, la afirmación del escritor no es otra cosa que viejo juego
del genio que anda por los lares del mundo denostando las manifestaciones
populares de apoyo a gobiernos y procesos de cambio, su carácter
ultraconservador le imposibilita reflexionar con calma, las acusaciones que
dicen que en México podríamos estar caminando hacia una dictadura vienen ni más
ni menos que de los sectores más reaccionarios del país, grupos empresariales,
mafias de poder económico y partidos políticos de corte ultraconservador como
el Partido de Acción Nacional son quienes difunden esas ideas, y desde luego,
esbirros de la palabra como Vargas Llosa la hacen suya, sumándose al eco
derechista que asola las esperanzas de los pueblos latinoamericanos.
El escritor dijo que:
“El país estaba en un proceso de modernización muy acelerado, con una política
económica bastante buena, dicho sea de paso, a pesar de la corrupción. Y yo
creo que con López Obrador ha habido un retroceso hacia el populismo,
precisamente, que podría traer muy malas consecuencias para México”. De nuevo
la idea de modernidad y progreso presente en discurso liberal-conservador, algo
de lo que tampoco escapa AMLO, pero que de la voz de Vargas Llosa se presenta
como añoranza del pasado y no como proyección de futuro, la forma en que refiere
el “proceso de modernización” hace imaginarlo como la panacea del bienestar,
idea falsa como lo ha demostrado la historia. ¿Acaso tampoco se enteró de que
en México a raíz de la implementación del modelo neoliberal se incrementó la
pobreza, los niveles de violencia se dispararon y la inconformidad social
creció exponencialmente? A eso que llama “política económica bastante buena” es
la misma cosa que arrojó a la desesperación a millones de mexicanos que
encontraron cause a su inconformidad votando por el cambio ofrecido por AMLO, y
aquí más allá de las contradicciones naturales del reformismo, lo que está en
juego es la conjura conservadora por denostar cualquier avance o cambio que
pudiera generar una mejor condición de vida a sectores importantes de la población,
es decir, a Varga Llosa no le importa el pueblo mexicano, únicamente se
mantiene fiel al discurso liberal cuya matriz se acomoda según la necesidad del
mercado que tanto defiende.
Vargas Llosa declaró
que AMLO es “la resurrección del PRI”, refiriéndose a las formas ya mencionadas
de ejercer el poder, queriendo reciclar su famosa frase de “la dictadura
perfecta”, que ahora pone en cuestionamiento para volverla a usar diciendo que:
“Felizmente no era tan perfecta era bastante imperfecta, felizmente para los
mexicanos y me temo muchísimo, muchísimo de que el populismo que parece
realmente la ideología del presidente de México nos conduzca otra vez a la
dictadura perfecta o imperfecta pero dictadura al fin y al cabo”, ¿y cuando
dejo de ser perfecta?, otra vez, ni más ni menos, cuando se dio el triunfo del
PAN en el 2000, fecha en que los “analistas” hablaron del inicio del tránsito
democrático en México, y entonces ¿cuándo ha regresado la intención de poner la
idea en vigencia?, pues justamente cuando los sectores ultraconservadores como
los que encabeza el PAN acusan al gobierno de conducirnos a una dictadura
mientras preparan si les fuese posible, un golpe de Estado al estilo boliviano.
Ahora bien, es cierto que los sectores políticos y económicos con que la Cuarta
Transformación sostiene alianzas e incluso militancia, son herencia de los
regímenes anteriores, pero esta contradicción-continuidad no es reflejo de lo
postulado por Vargas Llosa, en realidad es la siempre presente contradicción de
querer reformar un sistema inhumano como lo es el capitalismo a través de la
política de conciliación de clases y manteniendo sus estructuras profundas
intactas. Lo que en México acontece es la reformulación del proyecto
capitalista, pero ni eso hace feliz al señor Vargas Llosa.
III
La cereza del pastel la
puso Vargas Llosa al referir a lo acontecido en Bolivia, negando el golpe de
Estado y aplaudiendo lo que llama “la repulsa” del pueblo boliviano queriendo
dar a entender que Evo Morales dejó el poder por voluntad popular y no por la
traición militar y política que junto a la conjura imperialista mantiene a
Bolivia en un estado indefenso, con el pueblo luchando en las calles contra la
imposición y los militares reprimiendo a mal salva sin ningún límite. El escritor
hace suyas las acusaciones de la OEA, del imperialismo estadounidense y de las
oligarquías latinoamericanas de que en Bolivia hubo un fraude que desencadeno
la salida de Evo Morales, pero resulta más que obvio, que Vargas Llosa no leyó
ni siquiera el propio informe de la OEA antes de hablar, y en realidad
parecería que ni la OEA lo leyó, pues en el al fin difundido informe no se
sustenta ningún fraude, no hay pruebas, cosa, que ya habían demostrado
diferentes organismos internacionales a través de investigaciones serias y
profundas. La burda acusación se vino abajo al mismo instante en que se lanzó,
la ceguera de Vargas Llosa no le permite ver lo que a todas luces es un golpe
de Estado y lo que llama proceso democrático no es otra cosa que las hordas neofascistas
liberadas para usurpar el poder en Bolivia bajo las órdenes del imperialismo
estadounidense que pretende recuperar su hegemonía perdida en la región y
extraer la riqueza natural y mineral. ¿Será que Vargas Llosa no alcanza a ver
los asesinatos, el racismo, las claras violaciones a toda la constitución
boliviana y la instauración de un gobierno de facto-golpista? Claro que sabemos
que lo ve y lo celebra, su adhesión al conservadurismo le permite esto y muchos
otros silencios que a lo largo de su vida ha guardado para alcanzar los premios
literarios y posiciones de poder en el mundo cultural, su adoración por la
corona española le ha valido reconocimientos y evidencia su apego al
neocolonialismo en América Latina.
Cómodo desde Miami
(habitad de la mafia cubana), Vargas Llosa llamó “dictadorzuelo” a Evo Morales,
expresión que ha usado para denominar a los gobierno de Cuba, Venezuela y
Nicaragua, y como se ha dicho ahora va buscando usar para el caso de México,
justamente, tres de los gobiernos latinoamericanos opuestos al imperialismo
estadounidense, ¿será casual que la opinión de Vargas Llosa sea la misma que la
emitida desde Washington?, nada es casual y mucho menos si hablamos del
oportunismo y el sometimiento de Vargas Llosa y muchos otros intelectuales que
arrepentidos han claudicado en su apoyo a las causas populares para terminar
siendo voceros de los intereses burgueses-capitalistas y aferrados defensores,
del neoliberalismo, el imperialismo y las formas neocoloniales que por siglos
han dañado a los pueblos de Nuestra América.
IV
Mario Vargas Llosa es
sin duda un genial impostor; es un genio de la palabra usada para la ofensa de
los pueblos. Su defensa de la democracia colisiona cuando se enfrenta al
verdadero deseo popular como el que se manifiesta en Chile, Ecuador, Haití,
Honduras, y cuando tiene enfrente la defensa soberana ante la injerencia
imperialista como sucede en Bolivia, Venezuela, Nicaragua y Cuba. El politólogo
argentino, Atilio A. Boron, ha escrito un libro indispensable para comprender
la perversidad del discurso liberal-conservador de Vargas Llosa, la obra de
Boron, El hechicero de la tribu
(Akal, 2019), es un ejercicio intelectual de gran valía que desmenuza idea por
idea el pensamiento del escritor peruano-español, un análisis vigente en estos
tiempos de cinismo oportunista en boca de los voceros del imperialismo y el
neoliberalismo.
Los ataques y silencios
en el discurso de Vargas Llosa son por sí mismos la respuesta del lugar que
ocupa y defiende, se arrepentimiento por su antigua militancia socialista, su
miedo por desconocimiento del marxismo, su apostolado liberal fanático, lo pone
claramente del lado de los intereses capitalistas, y eso, le neutraliza el
juego de objetividad y crítica con que quiere presentarse, su papel en la
batalla de ideas es defender la opresión y el libre mercado, hace mucho, que
decidió vender su pluma al mejor postor y le fue comprada sin mayor esfuerzo
por los sectores ultraconservadores de Europa y Latinoamérica, eligió la fama
en lugar de la dignidad (un mal común entre los escritores), ahora, tiene su
lugar seguro en el parnaso de los galardonados pero alejado de las necesidades
reales de los pueblos latinoamericanos y del mundo.
El discurso de Mario
Vargas Llosa se diluye cómo las páginas de sus novelas, el aire se lleva lo
superfluo del mensaje al basurero moral en que habita, sobreviviendo; su cínica
postura de genio impostor.
El autor es integrante
del Colectivo Disyuntivas
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