La llegada al gobierno de los Fernández en
Argentina es lo más positivo de este fin de año signado por el derrocamiento de
Evo Morales en Bolivia y la pérdida del Frente Amplio en Uruguay.
Rafael
Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica
Alberto y Cristina Fernández, presidente y vicepresidenta de Argentina. |
Es
un hecho importante que esperamos pueda concretar las tan ansiadas medidas que
reviertan, aunque sea en parte, el desastre dejado por Mauricio Macri y su
gobierno de mentirosos demagogos.
No
será una tarea fácil, no solo por la magnitud del descalabro heredado, sino
porque se encuentran con un contexto regional adverso, de agresivo empuje de la
derecha, encabezada por unos Estados Unidos que tienen a la cabeza de su
gobierno una gavilla de impresentables que no dudan en ningún momento en
utilizar el más tradicional arsenal imperialista.
La
dificultades con las que se enfrentan contrasta con el optimismo de muchos
argentinos, que ven la llegada del peronismo al gobierno como un bálsamo luego
de la hecatombe macrista. Sin optimismo no hay forma de sustentar los cambios
necesarios, pero no hay que perder de vista las magnitud de los retos a los que
se enfrentan.
Los
signos y los gestos simbólicos del nuevo gobierno son esperanzadores. El
discurso en el Congreso de la República de Alberto Fernández, el inmediato
recibimiento de Cristina a los enviados de China y Rusia, las declaraciones
respecto a la cuantiosísima deuda contraída con el FMI, la calidad profesional
y humana de quienes han sido elegidos para comandar los distintos ministerios
corroboran el entusiasmo.
Es
una bocanada de aire fresco entre la patanería, mentira, prepotencia y cinismo
que prevalece en la región. No se trata de pensar que se está tocando el cielo
con las manos, pero Argentina, junto con el México de Andrés Manuel López
Obrador, es el oasis al que se arriba después de atravesar el desierto. Se
trata de un oasis que permite recalar para restaurar fuerzas y seguir adelante.
No es, entonces, un punto de llegada,
sino una escala en el largo camino que tenemos por delante.
Si
nos detenemos un momento y volvemos la vista atrás veremos que no es poco lo
que se ha podido avanzar, aunque sea a trompicones y en medio de muchos
obstáculos. Recuérdese que, hace relativamente pocos años, era solo Cuba la que
se erigía íngrima en medio del Caribe resistiendo los embates constantes y
fuertes de los Estados Unidos. Hoy ya no está sola. Con Venezuela se ha forjado
una relación de colaboración impensable hace 20 años, y Argentina y México la
ven con el respeto debido. Pero, tal vez más importante aún, la colaboración
solidaria que ha podido desplegar en los distintos países en los que hubo
gobiernos nacional progresistas en estos años, ha dejado una impronta que no
puede ser borrada.
Así
que, a pesar de los pesares, hay avances, y el más preclaro de ellos de este
fin de año 2019 es la victoria peronista en la Argentina.
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