Con la idea del mercado libre y mutante se
inicia una filosofía del mal, para inducir la mundialización de la miseria
humana. Lo que quizás han olvidado sus profetas o defensores es que cuando
logren imponer el fin del Estado social y su consecuente exterminio de los
sectores populares, habrá espacio suficiente para el auto exterminio de los
grupos de poder.
Saúl Cortéz Chifundo / Especial
para Con Nuestra América
Desde
Ciudad Panamá
La ciencia y la educación,
pilares para el desarrollo de cualquier sociedad, jamás habían sido conjugadas
con objetivos tan mezquinos e infrahumanos como lo han hecho los profetas del
neoliberalismo. La terapia del electroshock como aliado de la medicina en el
tratamiento de ciertos casos de esquizofrenia, catatonia o depresión aguda, ha
sido convertida por los grupos de poder en el más vil mecanismo de dominación
mundial. El control político e ideológico ha sido propicio para el control
económico.
Las crisis mundiales (económicas, políticas, naturales, etc.) intencionalmente inducidas por
estos grupos, desde la década de los setenta (70´) del siglo pasado, han
sembrado el germen del terror y la conmoción en la población mundial. Así, el
capitalismo, mediante técnicas de pauperización emocional, logra modelar las
naciones-Estado y desestructurar el Estado social, en acomodo a sus políticas
neoliberales.
Las ideas neoliberales y su
filosofía del shock, encuentran su epicentro en las universidades de los
Estados Unidos de América (Chicago). Sin embargo, ese conocimiento producto del
esfuerzo de mentes brillantes (economistas,
psicólogos y psiquiatras) terminó en
las manos equivocadas. Latinoamérica, fue escenario de su explosión, desde
entonces, sus ondas expansivas han venido aniquilando con sus miserias toda su
sociedad. Es innegable, entonces, que América Latina con la complicidad de sus
gobiernos súbditos y tras una sesgada idea de integración regional, ha
coadyuvado al encumbramiento de tan lesivo y apocalíptico sistema económico.
Irónicamente, la
universidad como fábrica de mentalidades, a la postre, ha recibido los embates
de su propia creación, pues el eje de la globalización es el mercado y la mercancía
su principal activo. En consecuencia, su mercantilización fagocita su esencia
como bastión del pensamiento lógico, crítico y subversivo. Visto está, que el
capitalismo y su doctrina del shock constituyen una macabra fusión que impacta,
desregula, privatiza, segrega, polariza, propaga el caos, el desastre, la
miseria y hasta el exterminio humano.
Este conjunto de ideas,
mecanismos o principios lesivos que impulsan la conmoción de los individuos,
tiene grado de tentativa a la conciencia colectiva, entendida ésta como un
poder social superior tendiente a mancomunar conciencias individuales, con un
objeto de puridad reivindicatoria. De hecho, lleva en sí el germen de la
movilidad popular, cosa que contraviene a los intereses de los sectores
dominantes.
A pesar de todo, no puede
negarse el despertar latinoamericano y aunque la represión de los pueblos
opuestos a las políticas neoliberales ha sido cruenta, todas sus formas de
resistencia parecen articularse con miras a romper la esclavitud neoliberal. Porque
una conciencia colectiva escribió Marc Bloch (1923) “está formada por una multitud de conciencias individuales que se
influyen incesantemente entre sí”. A tal efecto, con efervescencia, se
alinean y empujan el descalabro del marco de influencia de los Estados Unidos,
más aún cuando se ha creado un banco paralelo por parte de China, respaldada
por los otros países del grupo BRICS. En contraposición, Estados Unidos apela al Plan TISA para
sostener su hegemonía, sin embargo, dicha estrategia constituye un engendro
macabro del capitalismo, una verdadera aberración jurídica, socio-económica y
política para nuestros pueblos.
En suma, con la idea del
mercado libre y mutante se inicia una filosofía del mal, para inducir la
mundialización de la miseria humana. Lo que quizás han olvidado sus profetas o
defensores es que cuando logren imponer el fin del Estado social y su
consecuente exterminio de los sectores populares, habrá espacio suficiente para
el auto exterminio de los grupos de poder. Sólo entonces, entenderán, que han
sembrado el germen de su propia destrucción.
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