sábado, 14 de diciembre de 2019

Latinoamérica frente al shock neoliberal

Con la idea del mercado libre y mutante se inicia una filosofía del mal, para inducir la mundialización de la miseria humana. Lo que quizás han olvidado sus profetas o defensores es que cuando logren imponer el fin del Estado social y su consecuente exterminio de los sectores populares, habrá espacio suficiente para el auto exterminio de los grupos de poder.

Saúl Cortéz Chifundo / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá


La ciencia y la educación, pilares para el desarrollo de cualquier sociedad, jamás habían sido conjugadas con objetivos tan mezquinos e infrahumanos como lo han hecho los profetas del neoliberalismo. La terapia del electroshock como aliado de la medicina en el tratamiento de ciertos casos de esquizofrenia, catatonia o depresión aguda, ha sido convertida por los grupos de poder en el más vil mecanismo de dominación mundial. El control político e ideológico ha sido propicio para el control económico.

Las crisis mundiales (económicas, políticas, naturales, etc.) intencionalmente inducidas por estos grupos, desde la década de los setenta (70´) del siglo pasado, han sembrado el germen del terror y la conmoción en la población mundial. Así, el capitalismo, mediante técnicas de pauperización emocional, logra modelar las naciones-Estado y desestructurar el Estado social, en acomodo a sus políticas neoliberales.

Las ideas neoliberales y su filosofía del shock, encuentran su epicentro en las universidades de los Estados Unidos de América (Chicago). Sin embargo, ese conocimiento producto del esfuerzo de mentes brillantes (economistas, psicólogos y psiquiatras) terminó en las manos equivocadas. Latinoamérica, fue escenario de su explosión, desde entonces, sus ondas expansivas han venido aniquilando con sus miserias toda su sociedad. Es innegable, entonces, que América Latina con la complicidad de sus gobiernos súbditos y tras una sesgada idea de integración regional, ha coadyuvado al encumbramiento de tan lesivo y apocalíptico sistema económico.

Irónicamente, la universidad como fábrica de mentalidades, a la postre, ha recibido los embates de su propia creación, pues el eje de la globalización es el mercado y la mercancía su principal activo. En consecuencia, su mercantilización fagocita su esencia como bastión del pensamiento lógico, crítico y subversivo. Visto está, que el capitalismo y su doctrina del shock constituyen una macabra fusión que impacta, desregula, privatiza, segrega, polariza, propaga el caos, el desastre, la miseria y hasta el exterminio humano.

Este conjunto de ideas, mecanismos o principios lesivos que impulsan la conmoción de los individuos, tiene grado de tentativa a la conciencia colectiva, entendida ésta como un poder social superior tendiente a mancomunar conciencias individuales, con un objeto de puridad reivindicatoria. De hecho, lleva en sí el germen de la movilidad popular, cosa que contraviene a los intereses de los sectores dominantes.

A pesar de todo, no puede negarse el despertar latinoamericano y aunque la represión de los pueblos opuestos a las políticas neoliberales ha sido cruenta, todas sus formas de resistencia parecen articularse con miras a romper la esclavitud neoliberal. Porque una conciencia colectiva escribió Marc Bloch (1923) “está formada por una multitud de conciencias individuales que se influyen incesantemente entre sí”. A tal efecto, con efervescencia, se alinean y empujan el descalabro del marco de influencia de los Estados Unidos, más aún cuando se ha creado un banco paralelo por parte de China, respaldada por los otros países del grupo BRICS. En contraposición,  Estados Unidos apela al Plan TISA para sostener su hegemonía, sin embargo, dicha estrategia constituye un engendro macabro del capitalismo, una verdadera aberración jurídica, socio-económica y política para nuestros pueblos.

En suma, con la idea del mercado libre y mutante se inicia una filosofía del mal, para inducir la mundialización de la miseria humana. Lo que quizás han olvidado sus profetas o defensores es que cuando logren imponer el fin del Estado social y su consecuente exterminio de los sectores populares, habrá espacio suficiente para el auto exterminio de los grupos de poder. Sólo entonces, entenderán, que han sembrado el germen de su propia destrucción.

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