Con financiación
brasileña para la construcción y participación china en la gestión y
organización logística, el puerto de Mariel, en el occidente cubano, es una
fuerte apuesta del gobierno de la isla hacia la modernización de su economía y
la ampliación del intercambio comercial con América latina y el resto del
mundo.
Carlos Sprei / Miradas al Sur
El Puerto de Mariel, en Cuba. |
“Patria o muerte,
venceremos” fue una consigna central en el proceso revolucionario cubano.
Cuando el Movimiento 26 de Julio ingresaba triunfante en La Habana, el 1 de
enero de 1959, se le atribuye al Che la frase “Seamos realistas, hagamos lo
imposible”. Esta épica revolucionaria puede sonar como un “déjà vu” melancólico
de un pasado revolucionario sesentista, pero adquiere vigor y múltiples
significados al repasar los dolores y privaciones que 53 años de prepotente
embargo americano a Cuba le causaron a su pueblo.
El fin del bloqueo va
al encuentro de las demandas de su pueblo y del continente americano. Cuba
precisó de forma permanente en foros internacionales de la ayuda política de
América Latina para enfrentar el rigor del bloqueo, pero también de acciones
prácticas de solidaridad para enfrentar el duro proceso económico denominado
“especial” después de la caída de la Unión Soviética, en 1992. El presidente
Chávez tuvo un papel central, ya que su discurso fue acompañado de innumerables
hechos concretos de apoyo económico, en momentos de aguda dificultad. Además de
la Venezuela bolivariana, los gobiernos Lula-Dilma a partir de 2004
intensificaron el apoyo brasileño con acuerdos económicos de intercambio y
créditos, con el objetivo de dotar a Cuba de herramientas económicas que le
permitiesen enfrentar en mejores condiciones de disputa el fin del bloqueo.
La participación de
Brasil en la construcción del puerto de Mariel tiene un papel estratégico para
el futuro comercial de Cuba y en las relaciones bilaterales entre sus
gobiernos. En febrero de 2014, cuando el ex presidente Lula da Silva visitó el
entonces recién inaugurado puerto de Mariel, en Cuba, declaró que “representa
la posibilidad de una revolución industrial, de atraer empresas para el
desarrollo de productos de alta tecnología y utilizar este puerto como una
referencia para América latina y el Caribe”, agregando: “El presidente Raúl
está tomando decisiones corajudas para modernizar su país, ahora solamente
necesitamos derrumbar el bloqueo norteamericano para que Cuba pueda
desarrollarse en plenitud”.
Esta profética visión
de Lula sobre la importancia comercial y estratégica de este nuevo puerto y el
apoyo brasileño a esta obra constituye un ejemplar modelo de confluencia de
decisiones políticas y económicas, una apuesta a los sueños de integración del
continente. Sin duda, esta obra, localizada a 40 km de La Habana y a unos 130
km de Miami, añadió presión a la sorprendente decisión del gobierno
norteamericano de poner fin al bloqueo de más de 53 años a Cuba. Las obras de
modernización del puerto de Mariel y la estructura logística de apoyo exigieron
inversiones del orden de US$ 957 millones de dólares, siendo que US$ 682
millones fueron financiados a la constructora brasileña Odebrecht por el Banco
Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes) de Brasil y el resto
aportados por Cuba.
Mariel. Este puerto con nombre de mujer, era hasta hace poco
tiempo solamente recordado por haber protagonizado en 1980 el mayor éxodo de
cubanos hacia los Estados Unidos, cuando 125.000 isleños, conocidos como “los
marielitos” y definidos por Fidel Castro como “los indeseados” resolvieron
aprovechar la oportunidad de emigrar hacia Miami, fruto de un confuso episodio
diplomático que tuvo inicio en la embajada peruana. Hoy, 34 años después, el
puerto se ha transformado en una de las principales banderas económicas del
gobierno cubano. Localizado en la entrada del Golfo de México y frente a las
costas americanas, el aérea se ha transformado una zona franca de importación,
exportación y fabricación capaz de recibir buques cargueros denominados “Súper
Post Panamax”, que son los navíos de mayor calado y extensión con capacidad
para transportar hasta 9.000 contenedores al mismo tiempo.
Actualmente estos
cargueros no tienen condiciones de atravesar el antiguo Canal de Panamá, que en
breve iniciará reformas para este fin. El puerto fue concebido como un complejo
industrial, técnico, portuario y Zona Franca. El modelo económico cubano
precisaba de una rápida actualización. El puerto de Mariel es esencial en ese
tránsito pues está concebido como una Zona Especial de Desarrollo Económico que
replica otras similares implementadas con éxito en China. Por este modelo, 100%
de las empresas allí instaladas podrán tener capital extranjero, al contrario
de lo que se practica hoy en el resto del país. El área de 45 km2 cuenta con un
muelle de 2.400 metros de longitud y un patio para contenedores con un área
disponible de almacenaje de 128 hectáreas. El canal de acceso tiene un dragado
de 17,9 metros de profundidad lo que le permitirá operar más de 800.000
contenedores al año.
El consorcio Singapur
PSA International, una de las mayores empresas del sector en el mundo que opera
más de 30 millones de contenedores al año, dirigirá el tráfico en este
“Shanghái caribeño”. Esta empresa es la misma que administra el puerto de
Singapur, considerado el más moderno y rápido del mundo al descargar o cargar
un contenedor en solamente tres minutos. Mariel aspira a un lugar similar al
del puerto de Singapur en el Caribe.
El transporte de cargas
tiene un rol fundamental en el comercio internacional, ícono de la
globalización. Puertos con mayores capacidades y productividad bajan costos y
favorecen el intercambio comercial. En la Zona Especial en Mariel está prevista
la instalación de firmas petroquímicas, de biotecnología, tecnología de la
información y agrícolas, además de otras de soporte a estas actividades. Mariel
se perfila como una seria competencia para los puertos de Miami y Panamá y
también se complementará con el futuro Canal de Nicaragua, obra que está en
inicio de construcción y es financiada por capitales chinos. La nueva
geopolítica del Caribe, como un punto central de apoyo en el comercio entre los
océanos, uniendo Asia con las costas este y oeste americanas, en un mundo post
guerra fría donde conviven la primera potencia mundial y la multipolaridad de
hegemonías regionales, es el paño de fondo que impulsó el fin del bloqueo
estadounidense a Cuba. Obama, finalmente, al aceptar el fracaso del bloqueo
reconoció lo obvio y se anticipó a los inminentes cambios geopolíticos y
comerciales que se aproximan.
Ni lerdos ni perezosos. La poderosa Federación de las
Industrias del Estado de Sao Paulo (Fiesp) estimó que el fin del bloqueo abre
grandes oportunidades para las empresas brasileñas en Cuba. Prevé que el
ingreso per cápita de los cubanos se duplicará en una década. Para el director
de relaciones internacionales de la entidad, Thomaz Zanotto, “ahora es el
momento para que Brasil intensifique su política de inversiones, ya que éstas
estimularán la exportación de bienes y servicios brasileños para Cuba y toda
América latina”. Para la Federación, en la medida que Cuba amplíe su comercio
con los Estados Unidos, mejores condiciones tendrán las empresas brasileñas
para instalar subsidiarias en Cuba y desde allí vender a los Estados Unidos.
Dilma ya había colocado
un acento especial en la relación entre ambos países durante la última
conferencia de la Celac, que tuvo lugar en Cuba en enero de 2014. En ese
encuentro, al participar de la inauguración del puerto de Mariel, señaló que
“Brasil se convierte en el gran socio económico de Cuba, prueba de ello es que
el intercambio entre los dos países supera los US$ 600 millones de dólares
anuales, ocupando el tercer lugar luego de China y Venezuela”.
Para Cuba y su pueblo,
el fin del bloqueo es el premio por la resistencia y tantas dificultades
atravesadas. Las consecuencias para este difícil tránsito entre un pasado de
luchas, un futuro de amenazas y algún desconcierto en el presente son
imprevisibles. Las plurales expresiones actuales de la derecha expresan el
abandono del clásico discurso anticomunista que ha sido reemplazado por una
ideología centrada en el mercado y sus oportunidades, en el contexto de una
economía globalizada y neoliberal.
Para el diario español El País, la decisión de Obama tiene un
peso similar a la adoptada en 1972 por Richard Nixon y Henry Kissinger, cuando
Estados Unidos reanudó relaciones diplomáticas con la China de Mao Tsé Tung.
Cuba será estratégica para las empresas brasileñas, sea ampliando su aérea de
actuación en las Américas o como portal de entrada a los Estados Unidos.
La mediática bloguera
Yoani Sánchez, ícono de Clarín y de los medios hegemónicos como punta de lanza
de críticas a la “Dictadura Castrista”, desconcertada por la decisión de Obama,
reclamó de forma repetitiva por la ausencia de comentarios de Fidel sobre este
hecho. Respondió con argumentos pre guerra fría a los nuevos tiempos de la
revolución. Al contrario del “Che”, lo imposible no hace parte de sus planes
mediáticos.
En números
456.000 puestos de trabajo fueron creados en Brasil y Cuba gracias al crédito que el
Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social realizó a la constructora
Odebrecht para la construcción del puerto de Mariel.
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*Economista de la
Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina.
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