El inicio de un nuevo año
motiva nuevas reflexiones históricas. Y en Ecuador vivimos una fase de
‘estabilización’ de la Revolución Ciudadana en sus alcances y sus límites, que
obliga a retomar ciertos ámbitos de la historia, que parecen perderse.
Juan J. Paz y Miño Cepeda / El Telégrafo
Un movimiento tan antiguo
e importante como la rebelión de los barrios de Quito (1765) nació en las casas
de los vecinos de la ciudad colonial. Fue también en casa de Manuela Cañizares
donde se reunieron los próceres que el 10 de Agosto de 1809 instalaron en Quito
una Junta Soberana, con la que se inició el proceso de la independencia. Hoy,
esas casas son baluartes y patrimonios históricos.
El siglo XIX está lleno
de rebeliones indígenas y movilizaciones populares. A fines del mismo se
organizaron los primeros sindicatos obreros, que el 15 de noviembre de 1922
lanzaron una lucha reivindicativa liquidada a fuego y sangre.
Gracias a los gobiernos
de la Revolución Juliana (1925-1931), por primera vez la izquierda tuvo
expresión y el Estado institucionalizó la atención a las clases trabajadoras.
En el ambiente social y político de la época, surgieron organizaciones como la
CTE (Confederación de Trabajadores del Ecuador, 1945) y la FEI (Federación
Ecuatoriana de Indios, 1945) auspiciadas por el Partido Comunista; pero también
la CEDOC (Confederación Ecuatoriana de Obreros Católicos –ese fue el nombre
originario- 1938) patrocinada por jerarquías de la Iglesia y jóvenes
conservadores.
La década de 1960 fue
singular para la izquierda ecuatoriana, que se multiplicó en movimientos y
partidos. En 1962, incluso con el patrocinio norteamericano, surgió la CEOSL
(Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Sindicales Libres). Pero las tres
grandes centrales sindicales lograron converger hasta constituir el FUT (Frente
Unitario de Trabajadores, 1980), que libró importantes y sonadas ‘huelgas
nacionales’ hasta fines de los ochenta.
Desde 1990, en cambio,
tomó auge el movimiento indígena con sus diversas organizaciones y la CONAIE
(Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, 1986) se convirtió en
eje de la lucha social, pues otros movimientos eran incipientes y el FUT
literalmente había desaparecido.
Sin duda, la Revolución
Ciudadana (2007-2014) abrió un nuevo ciclo histórico favorable a las izquierdas
y los movimientos sociales, que se potenciaron, aunque progresivamente se
dividieron. La CONAIE y el FUT pasaron oficialmente a la oposición, y una serie
de dirigentes enfilaron en posiciones absolutamente reaccionarias frente al
país, mientras sus bases, en cambio, apoyaban permanentemente a la Revolución
Ciudadana.
Pero la CONAIE, el FUT y
los movimientos sociales han hecho política en la historia y gracias a ello han
sido confrontadas las clases en el poder y los gobiernos a su servicio. Tales
movimientos sociales seguirán haciendo política, cualquiera sea la sede o lugar
donde se encuentren. Y también gracias a esa inevitable lucha, la propia
Revolución Ciudadana tiene que encontrar demandas populares y saber ubicarse en
las respuestas.
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