La ideología neoliberal en América Latina y Ecuador
nunca ha comprendido el necesario proteccionismo que requiere la industria de
todo tamaño, que es el auténtico sector productivo. Paradójicamente el
proteccionismo es una política que continúan practicando los grandes países
capitalistas.
Juan J. Paz
y Miño Cepeda / Historia y Presente Blog
La semana pasada, el canciller José Valencia y el
presidente del Ecuador Lenín Moreno asistieron a la XIV Cumbre de la “Alianza
del Pacífico” (AdP), de la que actualmente forman parte México, Colombia, Perú
y Chile. Acompañaron a la delegación el ministro de la Producción y Comercio
Exterior, Iván Ontaneda, y el secretario de Comunicación de la Presidencia,
Eduardo Khalifé. Pero también Patricio Alarcón, presidente del Comité
Empresarial Ecuatoriano (CEE) y un grupo de inversionistas.
De acuerdo con declaraciones de prensa, Alarcón
sostuvo que la AdP es un mercado natural por su realidad geográfica, económica
y productiva; y que “el bloque se caracteriza por involucrar de manera activa
al sector privado en el desarrollo de políticas públicas como principales
protagonistas del intercambio comercial” (https://bit.ly/2Yz7o8P).
En tanto Valencia, en su primer y emocionado twitter escribió: “Gran
satisfacción en contribuir a la integración del Ecuador a Alianza del Pacífico.
Buscamos participar en un positivo e innovador modelo de integración, que
aportará a nuestra proyección hacia el mundo del siglo XXI”.
El sueño de la AdP se contrapone a la posición
asumida por el gobierno de Moreno frente a otros procesos de integración a los
que considera simplemente “ideológicos” y hasta “bolivarianos”, como Unasur,
Alba o Celac. El gobierno cree no seguir ideología alguna vinculándose a AdP,
así como suscribiendo tratados de libre comercio, tratados bilaterales de
inversión o acudiendo al FMI, aunque en nada importe la nefasta experiencia
histórica latinoamericana sobre el aperturismo comercial y el camino
neoliberal.
Pero como la historia tiene sus “ironías” -como
diría el filósofo de la historia G.W.F. Hegel (1770-1831)-, un sector del
empresariado ecuatoriano ha salido al paso de la AdP para tomar otra posición.
Primero fue el Consorcio de Cámaras de la Producción de Tungurahua, que a
través de una reciente rueda de prensa, expresó su malestar por la casi segura
vinculación del Ecuador a la AdP, pues según los empresarios de esa provincia,
con ese acuerdo se persigue “un interés político en detrimento de los sectores
productivos”. Diego Mosquera, presidente de la Cámara de Comercio de Ambato,
añadió: “Es importante resaltar que este acuerdo no permite el establecimiento
de contingentes ni umbrales para los productos sensibles de nuestro país como
el realizado en el acuerdo multipartes con la Unión Europea”. Y en el documento
entregado se sostiene que el valor agregado bruto de la industria manufacturera
de la provincia se pone en riesgo en alrededor de 398 millones de dólares (https://bit.ly/2XPZ9b6) .
Pero no solo ellos. A los pocos días, el viernes 5
de julio (2019), diario “El Comercio” publicó un amplio remitido suscrito por
la Cámara de la Pequeña y Mediana Empresa de Pichincha (CAPEIPI), la Cámara de
la Industria Automotriz Ecuatoriana (CINAE) y la Federación Ecuatoriana de
Industrias del Metal (FEDIMETAL), en el que cuestionan una inminte adhesión a
la AdP, “sin que exista un estudio previo que informe el impacto que éste
tendrá en la economía nacional”. Afirman, además, que el proceso “no ha sido
adecuadamente debatido con las organizaciones empresariales de la pequeña,
mediana y gran industria”; consideran que “firmar un acuerdo comercial de gran
escala en los términos de la Alianza del Pacífico en un entorno de
desaceleración económica global, profundizaría el déficit comercial, aumentaría
la salida de divisas y pondría en riesgo la dolarización”; y aclaran que la
adhesión inmediata significará que “el 92% del comercio deberá estar libre de
aranceles, sin la posibilidad de negociar sensibilidades, plazos y reglas de
origen”, y que solo frente a México significaría para el país “prescindir
aproximadamente 370 millones de dólares en los próximos cinco años y poner en
riesgo los 160 mil empleos de calidad que generan las industrias que
representamos”.
Por una parte, habría que decir que por fin se
pronuncian los industriales, porque el aperturismo indiscriminado que anhelan
los comerciantes importadores y exportadores afecta su desarrollo.
Probablemente se sumen más industriales. Es que la ideología neoliberal en
América Latina y Ecuador nunca ha comprendido el necesario proteccionismo que
requiere la industria de todo tamaño, que es el auténtico sector productivo.
Paradójicamente el proteccionismo es una política que continúan practicando los
grandes países capitalistas.
Por otra parte, desde la perspectiva histórica, los
pronunciamientos de los industriales permiten entender que el gobierno de Lenín
Moreno se ha subordinado al sector de las elites empresariales del comercio y
la banca, es decir, de la “burguesía compradora” (como la bautizó Agustín Cueva
para caracterizarla como eje del régimen oligárquico) cuyos intereses son de
los más conservadores y reaccionarios. Han quedado a un lado las
potencialidades que tiene la burguesía industrial, como generadora auténtica de
valor.
De paso se entenderá que las propuestas de las 40
“reformas laborales” mas retardatarias planteadas en el Ecuador del presente,
han sido formuladas y respaldadas precisamente por una serie de líderes del
sector empresarial comercial-bancario (burguesía especuladora), que asumen
tener la representacion de toda la clase empresarial. Una elite a la que poco
le importa el futuro del país, aunque sí sus buenos negocios a costa de la
industria, la sociedad, los trabajadores y el Estado.
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