Agotadas todas las
opciones políticas para convencer al pueblo de la viabilidad de su gobierno y
por tanto, mermadas sus posibilidades de reelección, Macri solo cuenta con el
crédito del FMI para dar un vuelco transitorio a la economía a fin de que a
través de los instrumentos de comunicación pueda engañar una vez más a los
votantes.
Sergio Rodríguez Gelfenstein /
Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela
En carta fechada el 12
de junio de 1818, el Libertador Simón Bolívar da respuesta a otra que el 19 de
noviembre de 1816 le dirigiera el Supremo Director de las Provincias Unidas del
Río de la Plata, Juan Martín de Pueyrredón. En uno de sus párrafos, con
vehemencia y amistosa convicción integracionista Bolívar expresa que: “La
proclama que V.E. se ha dignado dirigirnos es una brillante prueba de los
sentimientos fraternales y altamente generosos de nuestros hermanos del Sur.
Con la mayor satisfacción retorno a V.E. la respuesta cordial que, por mi
órgano, han querido transmitir mis conciudadanos a los hijos del Río de la
Plata. En ella sólo deben apreciarse los sentimientos de tierna solicitud que
animan a todos los venezolanos hacia sus dignos compatriotas meridionales”.
Esa huella ha estado
presente en la relación entre argentinos y venezolanos desde el mismo fragor de
las luchas independentistas, y no puede ni podrá ser alterado por el gobierno
espurio que ocupa hoy la Casa Rosada.
En repulsiva
manifestación de lambisconería hacia Washington, Jorge Faurie, simulador
personaje de opereta que funge como canciller de Mauricio Macri ha terminado
haciendo público lo que siempre se ha sabido: la subordinación plena del Grupo
de Lima a Estados Unidos y la aceptación de una intervención militar y violenta
en Venezuela. Sus palabras textuales fueron: “Siempre el uso de la fuerza será
un recurso que quedará para el momento que correspondiera”.
Faurie, quien es
tristemente conocido en su país por haber entregar al gobierno británico el uso
de más de 3 millones de kilómetros cuadrados de plataforma marítima argentina,
dándole a ese país europeo la propiedad y el control de los recursos así como
la facultad de aprobar las licencias
pesqueras en todo ese mar territorial
argentino, ha dejado ahora, también prístinamente demostrado el talante bélico,
agresivo e intervencionista del Grupo de Lima que contrario a su falsa retórica
de “salida democrática” para Venezuela, en realidad hace aprestos de guerra
para intervenir militarmente en el país.
Para ello, primero
enviaron a Bachelet a Venezuela y le ordenaron que hiciera un informe para
validar jurídicamente la intervención militar en el país. La propia Bachelet se
ha encargado de hacer tal afirmación en conversaciones privadas sostenidas con
personas de su entorno, a quienes confesó que el informe por ella presentado le
fue impuesto y que más bien gracias a su gestión, el contenido del mismo fue
“rebajado” para que no resultara tan lesivo para Venezuela. Una vez más, como
es tradicional en su quehacer político, no asume las consecuencias de sus
tropelías al cumplir las órdenes que recibe del Pentágono.
Sin embargo, hay que
ver la declaración de Faurie en una mirada más lejana considerando su doble uso
a modo de instrumento para ser utilizado en el marco local como parte de las
ambiciones reeleccionistas de Macri, y en un espectro más amplio, de carácter global
en que el gobierno argentino ha aceptado ser usado como ariete en contra de
Rusia y de China.
En primera instancia,
agotadas todas las opciones políticas para convencer al pueblo de la viabilidad
de su gobierno y por tanto, mermadas sus posibilidades de reelección, Macri
solo cuenta con el crédito del FMI para dar un vuelco transitorio a la economía
a fin de que a través de los instrumentos de comunicación pueda engañar una vez
más a los votantes, transmitiendo una sensación de alivio y mejoramiento futuro
de la pesada carga que significa la aplicación de las medidas neoliberales de
acendrado carácter anti popular.
A cambio de recibir la
millonaria suma, Macri ha aceptado el papel que antes se disputaban Duque y
Piñera de ser el eje de la agresión militar contra Venezuela, legitimando con
ello la intervención militar que dicen rechazar.
Asimismo, el arreglo
con el FMI, ha significado que Faurie haya sido obligado por el Consejero de
Seguridad Nacional de Estados Unidos John Bolton a responder a las declaraciones
del canciller ruso Serguei Lavrov, quien manifestó que “muchos países de la
región”, incluso aquellos que exigen la renuncia del presidente Nicolás Maduro,
“se oponen categóricamente a la idea del uso de la fuerza” por parte de Estados
Unidos. Con sus palabras, el canciller argentino ha desmentido a su colega ruso
y lo ha dejado en ridículo ante la opinión pública internacional al mostrar una
mirada diferente.
En otro punto del mismo
acuerdo, Argentina en consonancia con Estados Unidos ha declarado como
terrorista a Hezbollah, una organización legal con representación parlamentaria
en El Líbano, país con el que Argentina tradicionalmente ha mantenido excelente
relaciones habida cuenta de la importante comunidad de ciudadanos de este país
que habitan la nación austral.
Además, para reafirmar
lo antes mencionado por Faurie, de manera simultánea, el asistente especial y
director principal de la división de Asuntos del Hemisferio Occidental del
Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Mauricio Claver-Carone, afirmó
que la Casa Blanca hizo llegar una comunicación a Venezuela para indicarle a
Maduro que tiene un “corto plazo para dejar el poder”, “mucho más corto que fin
de año”, o de lo contrario “deberá enfrentarse a la justicia internacional y de
los Estados Unidos”.
De esta forma, se hace
evidente que Bolton está desarrollando su propia agenda “diplomática” de
carácter belicista, incluso al margen de la opinión del presidente Trump quien
desde hace un mes ha entrada en fase reeleccionista, modificando su actuar con
el claro interés de atraer votos. Bolton no parece haber tomado nota de las
intenciones de su jefe y ha perseverado con su retórica y práctica a favor de
la guerra, secundado para ello por Marcos Rubio y Mike Pompeo, quienes
configuran un gobierno en las sombras que responde a los intereses ideológicos
del Tea Party y de la derecha más recalcitrante y fascista de Estados Unidos a
la cual responden Bolsonaro, Duque, Macri y Piñera, entre otros.
Estas contradicciones
en el alto gobierno de Estados Unidos son las que explican que mientras Trump
ha obligado a la oposición venezolana a sentarse en la mesa de negociaciones,
Bolton, Pompeo y Rubio las torpedean y las hacen completamente inefectivas.
Mientras esto ocurre, los líderes opositores venezolanos siguen recibiendo su
sueldo de Washington, así que poco les importa el avance o no de las mismas.
Hay que decir que
durante la conversación telefónica sostenida por los presidentes de Rusia,
Vladimir Putin y de Estados Unidos Donald Trump el pasado 3 de mayo, el ruso
convenció a su colega norteamericano acerca de la inconveniencia de
involucrarse en una confrontación armada en Venezuela cuando se acercan los
tiempos electorales en Estados Unidos. Apegado a su inveterable posición de
apoyar el diálogo entre las partes en conflicto en Venezuela, a fin de buscar
una salida negociada al mismo, Putin logró que Trump tomara nota de estas
opiniones, sobre todo porque entendió que de esa manera ganaban todos.
De inmediato, Trump dio
instrucciones al gobierno de Noruega, un país aliado, miembro de la OTAN, pero
que ha logrado construir un expediente de seriedad y responsabilidad al
realizar funciones de mediador en este tipo de diferendos, salvando de esa
manera la incapacidad de la Unión Europea y el Grupo de Lima de poder actuar en
estos menesteres, al haber tomado posición a favor de una de las partes y cuando incluso ante el fracaso total del
Grupo de Lima, este buscó infructuosamente que Rusia, China y hasta Cuba
jugaran un papel en la búsqueda de derrocar al gobierno de Venezuela. Estas
acciones, por supuesto, no fueron bien recibidas por Washington.
Así, en este mar de
paradojas de vergonzosas lealtades a los imperios de los gobiernos de derecha
de América Latina y el Caribe, el gobierno de Venezuela, ha perseverado
haciendo manifestaciones múltiples de su voluntad de negociar, lamentablemente
se encuentra sentado en una mesa en la que del otro lado hay variopintas
representaciones, cada una con ideas propias sin saber a nombre de quien habla
cada uno, solo con la convicción que deben estar ahí, tras las órdenes
recibidas para favorecer la reelección
de Trump, pero imposibilitados de llegar a ningún acuerdo tras recibir las
órdenes de Bolton.
Mientras tanto, la
mayor parte de la oposición venezolana se encuentra secuestrada por este grupo
de mercaderes de la política a quienes tampoco importa la suerte del pueblo
venezolano, ya no sólo porque están favoreciendo la imposición de mayores
sanciones económicas contra el país, sino que incluso ahora, en línea con
Faurie y con Claver-Carone han aceptado públicamente que Venezuela puede y debe
ser sujeto de una invasión militar extranjera que los lleve al poder y
restituya el control estadounidense sobre el país.
Mientras esto ocurre, y
Bolton sigue estructurando la opción bélica contra Venezuela, para lo cual ha
subordinado a los gobiernos del grupo de Lima y en momentos en que Macri asume
la responsabilidad de conducción de este entramado mafioso, los venezolanos le
respondemos a Faurie y a Macri con palabras de Bolívar a Pueyrredón: “V.E. debe
asegurar a sus nobles conciudadanos que no solamente serán tratados y recibidos
aquí como miembros de una república amiga, sino como miembros de nuestra
sociedad venezolana. Una sola debe ser la patria de todos los americanos, ya
que todos hemos tenido una perfecta unidad”.
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