El 19 de
julio pasado, en la inauguración de la 24 Feria Internacional del Libro de Lima,
el escritor peruano y Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, criticó
al Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, tildándolo de Dictador Mediocre, a
lo que precisaremos algunas reflexiones.
José A. Amesty R. / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela
No vamos a
referirnos al primer término Dictador, porque ya está harto explicado y
conocido que el Presidente Nicolás Maduro Moros triunfó en elecciones directas,
universales y secretas, el 20 de mayo de 2018, con el 68% de los votos, por lo
que es un mandatario constitucionalmente electo y legal.
En relación
al vocablo mediocre, por ejemplo, nos resulta hipócrita su uso por parte de
Vargas Llosa, tratándose de un intelectual que se mueve en la acera liberal,
política y económica, y que fue acusado por José Saramago de “mal imitador”, al
hacer una imitación deficiente de Los
Sertones del brasileño Euclides da Cunha, en su novela La guerra del fin del mundo. ¡Una verdadera mediocridad!, mencionando
además, que algunos paisanos del novelista piensan que su Nobel de Literatura fue
asignado cuando ya no quedaba a más a quien dárselo.
Asimismo,
resulta asombroso que una persona letrada y del calibre académico de Vargas
Llosa, arremeta contra Nicolás Maduro y Venezuela, a sabiendas que hay
numerosos casos de presidentes latinoamericanos, que sí les cabria tal
vulgaridad. Tal actitud equivale solo a personas tarifadas, que venden sus
opiniones, puntos de vista y acusaciones, ya que reciben dinero por tal fin.
Quedando pendiente que se expongan todas sus patrañas y traiciones.
¿Por qué
Vargas Llosa, no acusa a Ivan Duque de mediocre, cuando está boicoteando los
planes de paz para su país Colombia? Atendiendo al significado de mediocre
como: que no tiene talento o capacidad para la actividad que realiza. Se ha
afirmado que “Duque representa la mediocridad del poder”. Es evidente que sus
actos políticos y de gobierno ponen en grave peligro el proceso de paz y
estimula, además, la confrontación armada.
¿Por qué
Mario Vargas Llosa, no ve en la figura de Mauricio Macri, presidente actual de
Argentina, aires de mediocridad, cuando ya, desde su misma elección, ya era
llamado “buen pitiyanqui y mediocre bufón”? mencionado además, sus políticas
económicas, sociales, fiscales y diplomáticas, entre otras, alineadas a su
patrón político e ideológico: USA.
¿Cómo es
posible que el Nobel de Literatur, no haya visto en el presidente de Brasil,
Jair Bolsonaro, signos evidentes de mediocridad, cuando ya desde su gestión
como diputado se caracterizó por su nulidad intelectual y mediocridad absoluta
en términos de labor política, así como su agresividad y capacidad de diseminar
odio?
¿No se enteró
el novelista peruano, que Rafael Correa, en apenas mes y medio, se decepcionó
de la mala gestión del presidente Lenin Moreno en Ecuador, al indicar que
Moreno intenta “diferenciarse de mí, no sólo es desleal, sino mediocre”?
Podríamos seguir
con la lista de presidentes cuya gestión va de regular a mala, en cuanto a su
calidad, valores e intereses, pero nos detenemos aquí para reiterar que Vargas
Llosa no resalta esto, ya que su odio a los ideales humanos (revolucionarios)
tiene que estar permeado por el amor al “cochino dinero”. Sólo así se puede
entender tal actitud, siendo que es una persona, presumiblemente,
inteligente.
Sin caer en
el culto a la personalidad y defensa a ultranza del gobierno bolivariano,
Vargas Llosa parece no ver, por lo menos, lo mínimo: magnifico, excelente, en
relación a la gestión de gobierno de Maduro. Los antónimos de mediocre, parecen
ser los atributos de la Revolución Bolivariana: aceptable, notable, brillante,
entre otros, para no hacer la lista más larga.
Finalizo con
un recuento de epítetos expresados contra Vargas Llosa: según Álvaro García
Linera, vicepresidente de Bolivia, el escritor de marras pertenece a la derecha
“cavernaria, boba y esquizofrénica”. Se
mueve entre el resentimiento y la envidia, según escritores cubanos. Algunos
hablan de sus escritos y opiniones como “vómito negro”. Los obispos peruanos la
han tildado de “poco noble”.
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