Uno de los principales pensadores
marxistas analizó a Francisco en un diálogo con la teóloga argentina y
profesora universitaria Emilce Cuda.
Emilce
Cuda / Página12
Michel Löwy, autor de Cristianismo de la Liberación. |
“El papa Francisco, si bien tiene sus raíces
en la cultura cristiana de liberación latinoamericana, combinada con la
teología católica progresista argentina de la Teología del Pueblo, en un cierto
momento va más allá, es más radical, más antisistémico”, dice Michel Löwy en
este diálogo realizado en su departamento de París.
El autor de Cristianismo de Liberación.
Perspectivas marxistas y ecosocialistas –libro que la editorial El Viejo Topo
acaba de publicar en Europa– no solo es uno de los principales intelectuales
del marxismo actual, sino también coautor e impulsor del Manifiesto
Ecosocialista Internacional. Judío y ateo, ganó prestigio por sus
investigaciones sobre la Filosofía y Teología de la Liberación latinoamericana
en relación con lo político.
Este hombre que define al Papa con la frase de
“ese hombre tiene un espíritu radical” no está de acuerdo con la idea de que la
religión es el baluarte del oscurantismo, tal como lo vieron Marx y Engels.
Mantiene contacto estrecho con el Cristianismo de Liberación, categoría que prefiere a la de Teología de la
Liberación. Asegura que la diferencia muestra otra perspectiva de la creencia
religiosa en el campo de lo político. Según Lowy, en América Latina la
religión, en lugar de adormecer, despierta. Es el mismo argumento que usó el
teólogo de la liberación Gustavo Gutiérrez en defensa propia ante Roma, según
contó en el encuentro de Boston sobre la teología latinoamericana en 2017.
El sociólogo francés en su libro dice aceptar
la posición marxista según la cual la religión puede ser un narcótico, pero
solo cuando se trata de “sectas religiosas que no son más que una débil
combinación de manipulación económica, lavado de cerebro oscurantista y
anticomunismo fanático”. Sería el caso de la nueva Teología de la Prosperidad
que abona el discurso fascista en América Latina. Sin embargo, Michel Löwy
aclara que, “si bien la religión fue
hasta el siglo XVII el espacio simbólico en el que se disputaban fuerzas
antagónicas, en América latina la relación es contraria. Allí, la religión de
la periferia es revolucionaria contra un materialismo absolutista”. Ese es el
entorno social desde el cual lee a Francisco.
A lo largo de su carrera, Löwy llegó a distinguir
con claridad entre un catolicismo intransigente que se convierte en
cristianismo social capaz de criticar los excesos del capitalismo liberal sin
oponerse realmente al orden político y económico de su tiempo –propio de la
teología progresista europea– y un
cristianismo de liberación que se opone al sistema y se organiza para cambiar
de inmediato las estructuras –propio de la Teología de la Liberación
latinoamericana–. Eso le permite descubrir que “la teología del Papa es otra
cosa”, porque “no va desde la cumbre a la base como la progresista, ni tampoco
desde la base a la cumbre como la de liberación”. Por el contrario, “va de la
periferia al centro”.
La entrevista revela que –según el autor– el
discurso del actual pontífice “no es propiamente Teología del Pueblo”. El
argumento es: “Mientras esa criticaba al sistema por su injusticia social
enfatizando lo cultural por sobre lo económico, Laudato Si es una encíclica muy
crítica del sistema económico; una crítica radical que va más allá de la Teología
del Pueblo; una encíclica antisistémica, incluso anticapitalista, aunque la
palabra ‘capitalismo’ no aparece”.
No obstante –dice–, “lo que falta en Laudato
Si es señalar cuál es el sujeto del cambio, porque el Papa no habla de eso en
el documento”. Coincide con Francisco en que “tenemos que cambiar”, pero se
pregunta “quién va a implementar ese cambio”. Según Löwy, el mismo Francisco da
la respuesta en los encuentros con los movimientos sociales, “muchos de ellos
muy radicales”. Ve que ahí “el Papa claramente identifica al sujeto del cambio,
les dice que ellos son quienes van a cambiar las cosas, quienes tienen que
asumir esa tarea, y que en sus manos está el cambio”. El sujeto del cambio no
son los de arriba ni los de abajo sino que está en los márgenes, de acuerdo con
la interpretación que Löwy hace del discurso del Francisco. El cambio viene de
afuera hacia el centro. Por eso afirma que con ese gesto “Francisco señala que
va más allá de la Teología del Pueblo”.
¿Qué lleva al Papa a ir más allá de la Teología
del Pueblo? Löwy supone que Bergoglio, “en cuanto era obispo y cardenal,
defendió la línea del Vaticano, pero en el momento en que es elegido Papa ya no
tiene a quien rendir cuentas, salvo a Dios, y eso le da una especie de campo abierto, es decir, de hacer lo que le
parece justo sin tener que rendir cuentas ni justificarse”. Eso explica, por
ejemplo, según este autor, la decisión de Francisco de realizar un encuentro de
diálogo en Roma entre cristianos y pensadores de la izquierda marxista, del cual
Michel Löwy fue parte. Cuenta que “ha
pasado allí algo sorprendente, nuevo”.
A partir de ese encuentro Löwy nota que “la
izquierda tiene más empatía con el papa que buena parte de los católicos”.
Según su experiencia en ese diálogo, “los católicos que apoyan al Papa no
logran seguirlo en su radicalidad”. En ese contexto, cuenta que los marxistas
decían: “¡Mira lo que dice el Papa! Tomaban la iniciativa. Los católicos no
marxistas solo se referían a Francisco si los marxistas lo habían mencionado
antes”.
Su impresión es que Francisco está realmente a
la vanguardia, unos pasos adelante de la Iglesia, porque “la Iglesia tiene un
sector reaccionario que trata de hacer de todo para frenar al Papa y echarlo lo
más rápido posible, y otro sector que lo sigue por la legitimidad que tiene;
hay una minoría que sí asume su radicalidad, y realmente está dispuesta a
pensar en términos de Laudato Si”.
Su reflexión tienta a preguntarle si considera
que el Papa tiene conocimiento de la teoría
marxista. Löwy contesta que “no se ve entre sus supuestas fuentes una
literatura de izquierda, salvo algún teólogo de la liberación”. En relación con
eso, señala que Massimo Borghesi –autor
de la Biografía intelectual de Francisco–, “si bien ubicó todas las fuentes que
leyó Bergoglio, sin embargo no tuvo en cuenta su contacto social con dirigentes
sindicales, sociales y políticos”.
Según Michel Löwy, el Papa “dialoga con los
movimientos sociales, y allí hay un discurso del cual él se apropió”. Dice
que “un pensador no es solo la suma de
sus fuentes, sino alguien que con ese material crea algo nuevo, y Bergoglio
creó algo nuevo con toda esa lectura, más su experiencia social”. Agrega que
“más allá de todas las fuentes, el Papa está creando un nuevo discurso, una
nueva teología sin precedentes; algo que tiene que ver con Juan XXIII –el único
precedente parecido–, pero creo que él va más allá”.
Frente a los que opinan que la religión no
debe meterse en política, a los 81 años Löwy está convencido de que en América
Latina “la teología tiene un rol muy importante políticamente”. Tomando el caso
concreto de Brasil, sostiene que “no hubiese existido allí el PT, ni los
sindicatos más progresistas, ni el movimiento campesino MST, sin el trabajo del
Cristianismo de Liberación, que es mucho más que la teología”.
Según el autor, “si en el próximo período
histórico la izquierda logra cambiar la correlación de fuerzas, será porque
esos militantes, es decir, la gente de las pastorales, de las comunidades de
base, los teólogos, van a jugar un papel muy importante. Sin ellos no va a
pasar nada”. Intuye que el movimiento social cristiano de la liberación
“dispondrá de una oportunidad histórica, porque ahora con Francisco tiene un
apoyo importante”.
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