La telebasura cómplice renueva el circo para encender los cinco
minutos de odio de cada día para que la horda enardecida arroje sus piedras e
insultos a la pantalla: el despreciable enemigo del pasado, los que se robaron
todo, los bolsos de López, la yegua. En definitiva, a ese Estado de Bienestar
que reconstruyó la dignidad de los trabajadores, deshecho mentira tras mentira
en estos tres años devastadores.
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra
América
Desde Mendoza, Argentina
Inspira el gran Pedro Almodóvar, pero si hay algo ausente en la
Argentina macrista, es el talento. Tan lento y bizarro, absurdo y siniestro, el
escenario armado por la derecha resulta aterrador. Una conspiración del averno
en pleno invierno. Urgidos, desesperados por continuar en el podio, los
conductores de la campaña, el ecuatoriano Durán Barba y el descendiente de
exterminadores de pueblos originarios, el jefe de gabinete Marcos Peña, se han
lanzado en desenfrenada carrera, como en esas épocas de apropiación patagónica
forzada. Desde ese atalaya observan cada movimiento. Un panóptico de trolls a
disposición para vigilar y atacar en las redes y un vendaval mediático
dispuesto a utilizar todos los recursos de que dispone.
La manada responde al miedo y, atontada por el castigo progresivo, se
dispersa atropelladamente, ergo, “todos los políticos son iguales”, “nada va a
cambiar”, por si alguna esperanza desnutrida sobrevive. Ellos, los patrones,
saben administrar el odio y la violencia. Saben que la turba manipulada puede
volver a besar la mano que los castiga. Por eso, en la oscuridad reinante,
encienden infinitas hogueras para simular el fuego, el ansiado y utópico
segundo semestre que nunca llega pero mantiene en vilo. Ellos, como en
Esperando los bárbaros” de Kavafis,
saben que no llegará, por eso administran el tormento, dosifican el dolor.
Renuevan las sombras chinescas en la caverna para mantener en vigilia la
muchedumbre adormecida y ansiosa. De allí las exhortaciones de los lúcidos que
reclaman: ¿qué pasa con la gente que no reacciona? No reacciona porque las
opiáceas se han apoderado del ambiente. El aire es malsano al Sur del Sur.
La telebasura cómplice renueva el circo para encender los cinco
minutos de odio de cada día para que la horda enardecida arroje sus piedras e
insultos a la pantalla: el despreciable enemigo del pasado, los que se robaron
todo, los bolsos de López, la yegua. En definitiva, a ese Estado de Bienestar
que reconstruyó la dignidad de los trabajadores, deshecho mentira tras mentira
en estos tres años devastadores.
Un maccarthysmo de posguerra ha salido a cazar supuestos comunistas,
consigna que pasa de boca en boca: primero el presidente, luego la gobernadora
bonaerense y el candidato a vice, repitiendo la letanía para que horade
cabezas: cuidado con el comunista Kicillof (candidato a gobernador de Buenos Aires
por el Frente de Todos), apellido con esa fonética surte el mismo efecto
aterrador que los apellidos árabes para un yanqui de a pie. Se largó la bomba
del peligro rojo y el miedo al ataque a la propiedad privada. Una novela turbia
dirigida a mentes tan retorcidas como las de ellos.
Sigue la ministra de Defensa que todavía conserva el traje de cowboy
de la fiesta en la Embajada en EEUU, se calza el uniforme de combate y sale a
buscar los narcos de la Cámpora, mientras anuncia el reclutamiento de jóvenes
en la Gendarmería para incorporarlos al republicanismo y la democracia.
Sostiene lo insostenible, que la Gendarmería es una institución educativa a
contrapelo de su origen de custodiar las fronteras. Prendernos en discutir
absurdos distrae observar la crítica y extrema realidad.
Un medio gráfico desliza un titular: dos personas y un boliviano
muerto en un accidente. Suscita rumores, promueve resentimientos y alguno
expresa a gritos “esos negros nos ocupan puestos de trabajo, hospitales,
escuelas y hasta ligan algún subsidio. Sabe de su laboriosidad la primera dama
que los mantiene esclavos en sus talleres textiles. Nadie reconoce el tremendo
y silencioso aporte laboral que hacen país en diversos sectores. Otro fogonazo,
otra provocación, mientras la fuga de capitales y las ganancias de los bancos y
las empresas de servicios crecen desorbitadamente, tanto como la deuda externa.
Más que nadie, los mandamases que usufructúan el omnímodo aparato del
Estado, abusan de ese mandato científicamente comprobado: “Todo lo que oímos
repetidamente, terminamos dándolo por cierto, aunque no lo sea”. Transformadas
las mentiras en mantra, una persona que trabaja todo el día y ocupa varias
horas en traslado, en el escaso tiempo que le queda entre dormir y comer, lo
que ve o escucha lo da por cierto y lo incorpora a su mente desde donde decide
lo que otros decidieron previamente. El patrón chocho, no usó el látigo. El
esclavo contento y endeudado de por vida.
Amén de los programas de chismes dirigidos al ámbito doméstico a consumir
con mates y, ahora, escasas facturas, las novelas turcas que causan tanto furor
como las otrora colombianas y brasileñas, hay varios que irrumpen con formatos
novedosos dirigidos a arrimar unos pesitos al escuálido bolsillo en épocas de
hambruna no reconocida. Tal el caso de “Otra noche familiar” conducido por
Guido Kaczka, donde las familias concurren dispuestas a responder preguntas con
el fin de llevarse un carrito de supermercado repleto de mercadería, unas
vacaciones en Punta del Este, Uruguay y comida para el perro para un año.
Reparemos en la comida para la familia y el perro. Pero sin duda, “Quién quiere
ser millonario”, conducido por Santiago del Moro, ha concentrado últimamente la
atención del país. Difundido de lunes a viernes en horario nocturno central,
convoca a participantes con historias de vida y necesidades muy particulares,
dispuestos a responder preguntas de cultura general con cuatro opciones,
bastante relacionadas con la trayectoria de los mismos. Comienza con $ 2.000
hasta llegar a 2 millones, aunque la mayoría apenas llega a quedarse con $ 500
mil.
El programa saltó a la fama cuando una joven científica del Conicet
participó para ganar dinero para el proyecto de investigación que realizaba su
equipo, cuyo desarrollo estaba amenazado por falta de presupuesto del gobierno.
Dada la trascendencia, una vez ganada la suma de medio millón, fue recibida por
el presidente de la Nación, quien expresó públicamente la valentía y decisión
de la joven investigadora, cuando el recorte fue su propia decisión. Fiel a su
rol de espectador como ha venido haciendo siempre, sentado en la tribuna
oficial de Boca Juniors.
A ella le han seguido personas interesadas en pagar una operación,
comprar una prótesis o, en la gran mayoría para pagar deudas acumuladas o
arreglar la vivienda.
El formato es ameno y, las personas al sincerarse, derraman lágrimas
emocionando a los presentes, estallando en aplausos en reconocimiento al
heroísmo personal. Ahí interviene el celebrado conductor exponiendo que el
programa “le ha cambiado la vida a la gente”.
Tribuna aparte merece la nonagenaria dama de los almuerzos, la señora
Mirtha Legrand, quien desde su trono inexpugnable convoca los fines de semana a
políticos, gente del espectáculo, futbolistas o familiares de alguna persona
que sufre un episodio relevante en el momento. Su estilo es arrojar preguntas
como baldes de agua fría y sorprender a sus invitados, dada su declarada
vanidad y narcisismo. Reconocida macrista, se le han perdonado deudas
impositivas; mercedes de su majestad, el dueño de la estancia La Argentina.
Detesta el kirchnerismo, declarando que no quisiera volver al pasado. Se dirige
a un público coqueto y recoleto que la viene siguiendo desde hace medio siglo y
tiene nostalgias de sus films de teléfono blanco.
En el extremo está PH (Podemos hablar) y sacándole rating a la anciana
diva, conducido por Andy Kusnetzoff los sábados a las 22 hs. Allí los invitados
se muestran relajados y el clima ameno los obliga a sincerar sus vidas. Una
excelente propuesta en atmósferas raras. Para evitar la competencia, la señora
Legrand sale a partir de las 20 hs.
Showmatch y los diversos engendros de Marcelo Tinelli, han decaído a
lo largo del tiempo, tanto como sus deseos de participar en política,
sabiéndose un imbatible gladiador del pan y circo.
Luego de un año de ausencia, la inefable Su, Susana Giménez, hizo su
entrada triunfal. Devota amiga del presidente, beneficiada con condonaciones
impositivas, eligió un formato de presentación de fórmula presidencial: G-G
(Giménez Giménez) en clara alusión a F-F, broma mordaz para ridiculizar lo que
ella supone un pasado irretornable. Curioso lo de Su, famosa por expresar
espontáneamente su ignorancia: un dinosaurio, ¿vivo? Ahora millonaria,
residente en Miami, saltó a la fama con la propaganda de un jabón. Convocada
luego para filmar La Mary junto al campeón mundial Carlos Monzón, tuvo un
furioso romance con el boxeador quien la usaba de sparring. De aquella Susana,
que las sucesivas cirugías faciales mudaron su rostro tanto como su pelo
castaño al platino, nada parece quedar salvo los films, los video tapes junto a
Porcel y Olmedo o sus visitas a ex presidentes. También hace oídos sordos sobre
el Mercedes que tuvo que esconder porque era para discapacitados o, el cenicero
que le arrojó a su marido, el polista Uberto Roviralta y le rompió la nariz,
tampoco recuerda sus andanzas con el Corcho Rodríguez, para recluirse con sus
perros.
Modelo para armar, se da el lujo de expresar su gorilismo, cuando
sabemos, comía salteado en el cuarto de pensión. Pero la fama infunde amnesia
y, como “el público se renueva”, siempre cae algún desprevenido bajo su
encanto.
El celebérrimo Jorge Lanata, con su PPT de los domingos a las 22 horas
y su remanido ejercicio histriónico del periodismo político, dicho en criollo,
canchero, expresa en sorna su editorial donde su elocuente soberbia luce su
afilada y ponzoñosa lengua. No olvidemos que inició varias causas contra los K
que resultaron falsas y fue condenado. Pero bueno, sigamos, esta temporada
tiene una teatralización con imitadores de Macri, Cristina, Rodríguez Larreta,
Christine Lagarde, Hugo Moyano, Máximo Kirchner, Hebe Bonafini y, Alberto
Fernández como títere de Cristina. En franca decadencia, desde luego jamás
aceptada por su ego tan grande como su adiposa figura, poca gente lo ve, menos
le cree.
Como también uno de los sectores que está siendo demonizado por el
gobierno es el sindicalismo. Hecho promovido por autoridades y empresarios
empedernidos por llevar a cabo la reforma laboral y despedir por cualquier
causa o urgencia a los empleados, “casualmente”, la Productora Pol-ka de Adrián
Suar ha puesto en pantalla El Tigre Verón, un experimentado líder del gremio de
la carne que debe lidiar contra la patronal, la justicia, enemigos varios,
poniendo todo en juego hasta su familia. Encarnado por el reconocido actor
Julio Chávez y un gran elenco, se asegura que va a arrasar con la audiencia.
Todos disculpan la ficción y rechazan cualquier meta mensaje político.
Se juegan el todo por el todo y van con todo un arsenal de recursos.
No falta en la campaña la visita del Secretario de Estado de Trump, Mike
Pompeo, al que le han garantizado el juicio en ausencia para poder “juzgar” al
que moleste y esté a tiro, argumentando el terrorismo iraquí comprometido en el
atentado a la AMIA hace 25 años.
Esta andanada absurda, obscena de individuos inescrupulosos y
repulsivos, reclama urgente una campaña opositora más efectiva y agresiva, como
sugiere Atilio Borón. Hay que salir a buscar tanto, al macrista decepcionado
como al desorientado, porque en ese grupo radica ese 10% de votantes que
asegura el triunfo en las PASO y la primera vuelta. Es ahí donde hay que
apuntar los cañones.
Si bien las cambiantes y constantes encuestas revelan un elevado
rechazo al gobierno por la generación Z y Millenials, la clase media y los
Babyboomers o la clase silenciosa, nacidos hasta 1940, están cómodos con la
catástrofe.
Hoy más que nunca las elecciones se ganan con la eficacia
comunicacional.
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