Michelle Bachelet, primero desde la presidencia de
la República de Chile, y ahora, como Alta Comisionada para
los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con sus actitudes y diversos informes sobre Venezuela, siempre ha dejado un sabor amargo, un
cúmulo de interrogantes y un mar de incertidumbres. Y en algunos casos, ha
querido estar bien, como dice el dicho, con Dios y con el Diablo.
José A. Amesty R. / Especial para Con Nuestra América
Desde
Caracas, Venezuela
Y es que cuando
presenta sus informes sobre Venezuela, o los redactores de la ONU
presentan lo más negativos de ellos, o
Bachelet, en realidad, dice una cosa en Venezuela y redacta otra cuando llega a
la ONU. Veamos…
UN Watch, la organización
vigilante del desempeño de la ONU en la defensa de los Derechos Humanos,
planteó tener serias preocupaciones en relación a Michelle, cuando fue nominada
al cargo de Alta Comisionada, debido a su historial irregular en defensa de los
DD.HH. en el caso de Venezuela.
Se negó a condenar a
Nicolás Maduro, en julio de 2017, cuando Human Rights, lo acusó de dictador o
como un régimen que rompió el orden constitucional. En ese momento,
Bachelet abogó por el dialogo, y sugirió
el existir una responsabilidad compartida, entre gobierno y oposición.
En relación a su último
informe sobre Venezuela, habla de la crisis en Venezuela, pero habla como si
esta crisis fuera totalmente huérfana, así como del respeto al principio
universal de la autodeterminación de los pueblos, principio emblemático y
básico de la ONU. Tampoco, pondera la
violencia ejercida por USA, cuando al sentirse potencia, prive de todo y robe
parte de su patrimonio a un pueblo.
En realidad, no se
preocupa por las sanciones impuestas a Venezuela por USA, cuyas consecuencias
atentan contra los DD.HH. de más de 30 millones de venezolanos, que no tienen
la posibilidad de tener a tiempo un medicamento para una dolencia crónica. No
se preocupa por el poder de USA al tomar un activo y dárselo a una persona
violando todo derecho elemental.
Su última
despreocupación, es alarmante, ante el recién Golpe de Estado en Venezuela, no
le preocupa un golpe de estado en Venezuela. Pareciera que es lo que aspira. No
le preocupa una forma de llegar al poder político, que es una violación grave
de derechos Humanos y Políticos. Un golpe de Estado en Venezuela, que no le
recuerda el cruento golpe de Pinochet en su tierra natal.
Desde sus informes y
declaraciones, parece ser la preocupación de Bachelet, la misma de la derecha
venezolana, de allí que se detenga o priorice algunas cosas y omita otras. Solo
le ha faltado decir, es que está cuadrada con el lánguido Guaidó, aunque no lo
haya dicho oficialmente.
Volvamos a algunos
aspectos del informe, niega, minimiza o cuestiona las políticas sociales de la
Revolución Bolivariana y sus mecanismos para garantizar el acceso de todos y
todas. Plantea una visión selectiva y abiertamente parcializada,
privilegiándose las fuentes carentes de objetividad, excluyéndose, casi en su
totalidad, la información oficial. Las acusaciones contra las violaciones de
DD.HH., 82% de ellas, se sucedieron en personas ubicadas fuera del territorio
venezolano.
En general, lo positivo
del informe de Bachelet, pudiera resumirse en palabras tan generales, escritas
por algunos medios: Michelle condenó las sanciones, abogó por los DD.HH. y
recomendó el dialogo.
Finalmente, señalamos
que la Alta Comisionada, en lugar de presentar un informe equilibrado, que
fuera una herramienta para promocionar los derechos humanos, eligió el camino
que seria aplaudido por los medios, un camino que le marcaron otros, se colocó
al lado de los dueños, los amos y le dio la espalda a un pueblo que lucha por
su determinación de ser libre. La historia no absolverá a Michelle Bachelet.
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