¿Estamos todos de acuerdo para qué queremos un sistema
educativo nacional? Muchos dicen que no tiene que ser nacional (lo separan en
oficial y privado, religioso o laico) y algunos señalan que debe ser selectivo
(los que hacen mérito o para quienes pueden pagar) y otros incluyente
(universal).
Marco A. Gandásegui, hijo / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
Cada vez se hace más urgente una reforma del sistema educativo
panameño. Estoy repitiendo lo que se viene diciendo desde hace medio siglo. Los
portadores del mensaje han sido enfáticos en sus planteamientos, pero no han
logrado traducir su objetivo en un plan que cuente con el apoyo político
necesario. Queremos explicar el porqué y sugerir algunas opciones para lograr
que el país logre tener – por lo menos – una propuesta viable de reforma
educativa. Lo trataremos de hacer en dos entregas sucesivas. Esta es la
primera.
Cuando se habla de un sistema educativo de un país no es lo mismo que
la sumatoria de todos los proyectos individuales de educación. Todavía más
complejo, un plan - o un proyecto - de reforma educativa tiene que tener un
objetivo, una estrategia y un grupo social que encabece la estrategia para
alcanzar el objetivo. Es común que se hable de reformas educativas planteando
numerosos problemas que van desde la falta de un presupuesto, el deterioro de
los planteles, pasando por la formación y salarios de los educadores.
Para abordar estos problemas y otros, hay que definir por qué y para
qué queremos un sistema educativo. Además, cómo queremos que funcione y para
quién. ¿Estamos todos de acuerdo para qué queremos un sistema educativo
nacional? Muchos dicen que no tiene que ser nacional (lo separan en oficial y
privado, religioso o laico) y algunos señalan que debe ser selectivo (los que
hacen mérito o para quienes pueden pagar) y otros incluyente (universal).
El para qué la educación divide a todos. Generalmente, las diferencias
aparecen reflejando los intereses de grupo (clase) social. Casi en todas
partes, sin distinción de niveles de desarrollo social o crecimiento económico,
cada grupo social tiene su propio proyecto educativo y lo plantea en forma
enérgica pero sin confesar su interés sectorial (de clase). La educación
responde a un proceso social que evoluciona a lo largo de la historia. El grupo
social más fuerte impone su proyecto. Durante la colonia americana, la Corona
respondía a un pacto entre los nobles (guerreros terratenientes o cortesanos) y
la Iglesia (ideólogos terratenientes). La educación se reducía a los intereses
de estos dos grupos. Cuando Panamá se separó de Colombia en 1903, los ‘blancos
capitalinos’ descubrieron que no tenían la gente (los cuadros) para dirigir la
República recién nacida. En su discurso inaugural del Instituto Nacional en
1908, Eusebio Morales dijo que se creaba el plantel para formar los futuros
dirigentes del país. Propuso una reforma educativa radical a nombre de los
rentistas que dominaban el país. Con el paso de los años y el inicio de un proceso
de industrialización en la década de 1930, los cambios demandan trabajadores
tanto en el sector privado como el público. Se intentó introducir reformas sin
mucho éxito. El sistema se partió entre público y privado (la educación
regentada por religiosos tomó la delantera).
En la década de 1940 el sistema hizo crisis al crecer sin una
dirección. Ya no era para formar cuadros como dijera Morales. ¿Entonces para
que servía el sistema educativo? Las respuestas eran vagas y, sobre todo,
emotivas. Las calles se convirtieron en los centros de debate. Las capas medias exigían su inclusión e
identificaban la educación como la escalera para el ascenso social. En las
siguientes dos décadas (1950 y 1960), con los liberales en el poder, la
confusión rayaba con el caos. Se crearon cada vez más escuelas, pero el país no
le daba espacio a los nuevos técnicos y profesionales. El golpe militar de 1968
respondió a ese desorden producto de una dirección política sin proyecto de
nación y con un sistema educativo que ya había colapsado.
Los militares crearon una comisión para reformar el sistema educativo
que se enfrentó a una oposición feroz. Algunos dicen que la oposición a la
propuesta era porque venía de un gobierno controlado por los cuarteles. La
tesis que propongo es otra: La reforma pretendía ser incluyente y los sectores
sociales que todavía controlaban el debate en las calles se oponían. El
gobierno militar no fue capaz de ganar la batalla ideológica en las calles. Un
sector muy combativo de las capas medias que se sentía excluida, la orientación
ideológica de la Iglesia y los recursos económicos de los sectores
conservadores de la clase rentista se unieron para derrotar la reforma.
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