Los cambios que el país requiere exigirán nuevos cambios en la Constitución de 1991, y habrá quien diga que no se puede cambiar una carta porque apenas tiene veinte años. Pero la pregunta central es qué tanto esa Constitución nos está ayudando a vivir en un país mejor.
William Ospina / El Espectador (Colombia)
Cuarenta y cuatro años de hegemonía conservadora (1886-1930), seguidos por dieciséis años de república liberal (1930-1946), produjeron en Colombia los doce años de la guerra civil no declarada que se llamó la Violencia (1946-1958).
Es decir, la pretensión de los dirigentes conservadores, y de su alianza nefasta clerical y terrateniente, de ser los únicos dueños del destino de Colombia, contrariada por la pretensión de los gobiernos liberales de administrar el país con otra visión, produjo un enfrentamiento civil mucho más prolongado que la Guerra Civil Española.
Ese abrazo de sangre de los dos partidos tuvo una consecuencia más grave que los trescientos mil muertos de la Violencia: un pacto antidemocrático, el Frente Nacional, entre las dos fuerzas que habían ensangrentado al país, que cerró las puertas durante veinte años más (1958-1978) a toda iniciativa política distinta. Lea el artículo completo aquí…
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