Con lo que hemos estado viendo últimamente, se abren serias dudas. Y es ahí donde se plantean estos dilemas: ¿apoyar a un Chávez que se quiere congraciar con la derecha colombiana? Más allá de las explicaciones tácticas que puedan argüirse, ¿es eso estratégico? ¿Pueden levantarse esos valores? ¿Se acepta una guitarra de regalo de Shakira pero se entregan luchadores revolucionarios?
Marcelo Colussi / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad de Guatemala
“Los que hacen las revoluciones a medias no hacen más que cavar sus propias tumbas”. Consigna del Mayo francés, 1968
Si este texto estuviera escrito por un “peso pesado” (Noam Chomsky, Ignacio Ramonet, Eduardo Galeano…) seguramente sería leído con más detenimiento. De un autor menor, es menor el impacto logrado. ¿Lo leerá alguien incluso?
¿Por qué empezar con esta referencia, provocativa sin dudas? Para dejar indicado cómo todavía estamos atados, demasiado atados, quizá enfermizamente atados a la noción de VIP. Sí, así como suena: VIP, very important people, “gente muy importante”. Lo que sucede en Venezuela es una palmaria –y quizá patética– demostración de ello.
Para la gente de izquierda (dejamos de momento la discusión en torno a qué es exactamente “ser de izquierda”: ¿progresista, anticapitalista, optar por la lucha armada como herramienta de cambio, socialdemócrata al modo escandinavo, Daniel Ortega lo es actualmente, lo fue antes, o Lula en Brasil, lo es no ser homofóbico, votar por el PSOE en España?), pues bien: para la gente de izquierda en su más amplio sentido, el proceso que se abrió en Venezuela hace algunos años fue una fuente de esperanza. Esa es (¿era?) su fuerza: devolver una esperanza que había sido secuestrada. Lea el artículo completo aquí…
Artículo relacionado: “Ideologías de la revolución y fervor ideológico”, de José Steinsleger
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