Está muy claro que América Latina se halla en una era distinta a la del pasado, en la que los cambios revolucionarios han significado, sobre todo, la introducción de la dimensión social para el desarrollo económico, la intervención del Estado para regular los abusos y excesos que siempre generan los modelos empresariales con mercado libre, y un renovado nacionalismo.
Juan J. Paz y Miño Cepeda / El Telégrafo (Ecuador)
La semana pasada se realizó en Santo Domingo, República Dominicana, el X Congreso Internacional de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC), bajo el título “Las revoluciones en la historia de América Latina y el Caribe. Siglo XX”. Fue la oportunidad para examinar, ante todo, los procesos revolucionarios que se vivieron en México (1910), Bolivia (1952), Cuba (1959) y Nicaragua (1979), pero también para reflexionar sobre los cambios que se imponen hoy en varios países de la región (Bolivia, Ecuador y Venezuela a la cabeza), cuyos gobiernos asumen estar desarrollando auténticas revoluciones, distintas a las del pasado, pues se realizan en el marco de la democracia y del propio capitalismo.
El presidente dominicano Leonel Fernández, en un importante y magistral discurso, hizo un repaso académico sobre el significado de las revoluciones latinoamericanas nombradas y también asumió que su gobierno está desarrollando una revolución contemporánea, pacífica, que respeta la democracia. Para los historiadores latinoamericanistas asistentes está muy claro que América Latina se halla en una era distinta a la del pasado, en la que los cambios revolucionarios han significado, sobre todo, la introducción de la dimensión social para el desarrollo económico, la intervención del Estado para regular los abusos y excesos que siempre generan los modelos empresariales con mercado libre, y un renovado nacionalismo, que valora la soberanía y la identidad propia, incluso confrontando tesis y posiciones frente a los países capitalistas centrales, que siguen practicando viejas políticas imperialistas.
Adicionalmente, el congreso ha servido para intercambiar criterios y experiencias sobre la vida política de América Latina en la coyuntura. Con respecto a Ecuador, entre los historiadores existió un amplio interés por conocer la marcha del país. Sorprendió a los académicos, que están informados sobre los acontecimientos del 30 de septiembre de 2010, que un evidente intento de golpe de Estado, que incluso derivó en un intento de magnicidio, vaya quedando en la impunidad. Los historiadores constataron que en Ecuador, tanto como en los otros países con regímenes definidos por cambios “revolucionarios”, los opositores y enemigos políticos obran como en el viejo pasado, intentando detener y revertir los cambios, aún sin descartar la confabulación que conduzca finalmente al ansiado golpe de Estado exitoso.
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